POR: EL HUSMEADOR

El Desgaste Inevitable de Claudia Sheinbaum: Entre el Legado Corrupto y los Desplantes de la Nomenklatura Guinda
A un año de su llegada al Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum Pardo navega por aguas turbulentas que erosionan rápidamente su imagen de rectitud y eficacia. Lo que inició como un «segundo piso de la transformación» prometido en campaña, con una aprobación inicial que rozó el 83% en marzo según El Financiero, se ha convertido en un gobierno lastrado por herencias tóxicas, escándalos de opulencia en las filas de Morena y un gabinete percibido como ineficaz en los frentes que más duelen: la inseguridad rampante y la corrupción que, lejos de erradicarse, parece mutar en formas más audaces. A pesar de que encuestas como la de Enkoll para EL PAÍS aún le otorgan un 80% de aprobación estabilizada, la percepción ciudadana de ineficiencia en su equipo y el choque público con magnates como Ricardo Salinas Pliego aceleran un desgaste que amenaza con pasar de institucional a personal. El primer golpe al capital simbólico de Sheinbaum proviene de los «desplantes de riqueza» que exhiben sus aliados en Morena, un partido que se fundó sobre el mantra de la austeridad republicana. Casos como el del senador Gerardo Fernández Noroña, quien acumula polémicas por una mansión de 12 millones de pesos en Morelos, camionetas de lujo y vuelos en primera clase a Palestina financiados parcialmente con recursos públicos (91 mil pesos del Senado, según documentos oficiales), han generado un eco de decepción entre votantes que esperaban coherencia. The New York Times lo resumió en su portada de octubre: «¿Cómo puede el partido del pueblo disfrutar de tanta riqueza?», citando a jóvenes como Enrique Rodríguez, un votante de Sheinbaum que ahora habla de «decepción» por el contraste entre la pobreza extrema –que afecta al 36.3% de la población según Coneval– y los viajes ejecutivos de líderes como Adán Augusto López Hernández, con ingresos no declarados de 4.3 millones de dólares en herencias y rentas. Incluso Andrés Manuel López Beltrán, hijo del antecesor, fue cuestionado por vacaciones en Japón pagadas con «recursos propios», un eufemismo que Bloomberg interpretó como un quiebre a la «justa medianía» predicada por AMLO. Esta opulencia no es un desvío aislado, sino un síntoma de la corrupción galopante heredada del sexenio anterior, que Sheinbaum prometió extirpar pero que ahora salpica su administración. Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) documenta 51 casos relevantes en su primer año, de los cuales 24 (47%) se gestaron bajo AMLO, incluyendo el desfalco de Segalmex –con 2,700 millones de pesos desviados y 27 exfuncionarios en prisión, como René Gavira y Manuel Lozano– y la red de huachicol fiscal en puertos como Tampico, que evadió hasta 200 mil millones anuales con complicidad de marinos y funcionarios aduaneros, vinculados a figuras como Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Adán Augusto en Tabasco. En septiembre, 14 detenciones –incluyendo al vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna, sobrino del exsecretario naval Rafael Ojeda– expusieron una red que operaba desde 2023, con pérdidas per cápita de 33,905 pesos según el Índice de Paz México 2025. Sheinbaum defiende a las Fuerzas Armadas –con 89.7% de aprobación en junio por INEGI–, pero estos «golpes a la corrupción» contrastan con la percepción de que su gabinete, encabezado por figuras como Rosa Icela Rodríguez (conocida solo por el 37% según Enkoll), no logra desmantelar redes que involucran a su propio círculo. Los problemas en las cámaras legislativas agravan esta ineficaz imagen. El Senado acumula más de 5,000 iniciativas sin dictamen por falta de votos –la oposición suma solo 41, insuficiente para las 86 requeridas en reformas constitucionales–, mientras Morena prioriza su agenda en un rezago que frena leyes clave como la de extorsión o la anti-desaparición, atascadas por diferencias internas con PT y PVEM. Bloqueos opositores, como los de septiembre de 2024 contra la judicial, y divisiones en Morena –evidentes en la aprobación de la reforma anti-nepotismo, que generó fisuras al prohibir reelecciones para 2027 – pintan un Congreso paralizado, donde el 90% del tiempo se dedica a «lo legislativo» pero solo el 10% a resultados tangibles, según el coordinador morenista Ricardo Monreal. A esto se suma la creciente inseguridad, que devora la credibilidad del gabinete. La ENSU de INEGI revela que el 63.2% de la población mayor de 18 años se siente insegura en junio –el pico más alto desde diciembre de 2022 –, con Culiacán al 88.3% por la «narco guerra» post-captura de «El Mayo» Zambada, donde homicidios subieron 400% en un año. El Índice de Paz México 2025 reporta un alza del 55% en la tasa nacional de homicidios (de 15 a 23 por 100 mil habitantes), con Colima como el estado menos pacífico con 100 homicidios por 100 mil. Sheinbaum presume una baja del 32.9% en homicidios dolosos (de 86.9 a 58.3 diarios), pero el 70% de los mexicanos contradice esta narrativa, con mujeres al 68.5% sintiéndose en riesgo.
Encuestas como la de Buendía & Márquez muestran que la inseguridad concentra el 39% de menciones espontáneas como el peor problema, con un 69% de opiniones negativas al combate al crimen organizado. El enfrentamiento con Ricardo Salinas Pliego acelera este deterioro, convirtiendo un litigio fiscal en un pulso público que expone vulnerabilidades. Salinas, con deudas de 48,382 millones de pesos por fraudes de 2008-2013, propone mesas de diálogo «abiertas y transparentes», pero Sheinbaum lo tilda de «víctima» que politiza el asunto, exigiendo pago inmediato: «Hoy, hoy, hoy». El magnate contraataca acusando «corrupción a niveles nunca vistos» y amaga con la CIDH, mientras el SAT –bajo Edward Villegas– revela abusos en la consolidación fiscal que beneficiaron a Grupo Salinas durante Peña Nieto. Este choque, que Salinas usa para posicionarse como opositor al estilo Milei, distrae de la agenda y refuerza la narrativa de un gobierno revanchista, con Sheinbaum negando tintes políticos, pero admitiendo que «nada impide pagar». En el terreno de las encuestas, el desgaste es sutil pero inexorable. Aunque Sheinbaum mantiene un 70-80% de aprobación general, la percepción de ineficiencia en el gabinete es alarmante: en corrupción, las opiniones negativas saltaron de 52% a 65% entre abril y mayo per El Financiero, y en seguridad, el 65% ve el país peor. Buendía & Márquez nota que, pese al respaldo a programas sociales (44% de menciones positivas), la inseguridad y corrupción dominan como fallas (39% y 4%, respectivamente).
El gobierno de Sheinbaum, con su alta aprobación inicial, enfrenta un desgaste acelerado por contradicciones internas; un partido que predica pobreza, pero exhibe lujos, un legado de corrupción que no se depura y un gabinete que no convence en seguridad ni legislación. El pulso con Salinas Pliego, lejos de ser un triunfo fiscal, polariza y distrae, mientras la violencia –con 63% de percepción insegura y un alza del 55% en homicidios – erosiona la fe ciudadana. Si no corrige curso –con purgas reales en Morena y avances legislativos concretos–, este desgaste institucional pronto contaminará su imagen personal, convirtiendo a la primera presidenta en un símbolo de promesas incumplidas. En un México donde el 60.7% ve la inseguridad como prioridad (Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública), el tiempo apremia: la transformación no tolera fisuras.












