Opinión

Por: El Husmeador

Zombies en San Lázaro y el Senado: Legisladores que Cobran Millones, Escandalizan y Dejan el País en Pausa

Imagínese a un grupo de «zombies» arrastrándose por los pasillos del Congreso como en las series y películas apocalípticas: no comen cerebros, pero devoran presupuestos públicos mientras generan titulares tóxicos. Estos legisladores federales –diputados y senadores– parecen parásitos perfectos: cobran sueldos de 140 mil pesos mensuales más bonos jugosos (hasta 2 millones al año por asistencias mínimas), (y no olvidemos los moches) pero su aporte real es nulo. En lugar de leyes que resuelvan la inseguridad o el desabasto energético, regalan escándalos de corrupción, nepotismo y nexos oscuros. En 2025, con más de 50 denuncias por irregularidades patrimoniales solo en la LXVI Legislatura, según reportes de la Auditoría Superior de la Federación, el Congreso se ha convertido en un circo donde el público –nosotros, los contribuyentes– paga la entrada. Los más notorios son los que convierten el Palacio Legislativo en su reality show personal. El senador priista Alejandro «Alito» Moreno, líder del PRI y eterno sobreviviente de escándalos, enfrenta un desafuero por presuntos desvíos en Campeche y su mansión en Quintana Roo –un palacio de 100 millones de pesos que «olvidó» declarar–. En septiembre, irrumpió en plenos con altavoces y carteles contra Morena, pero sus aliados guindas lo protegen en un pacto de impunidad que huele a complicidad. 

Del lado morenista, Adán Augusto López, acusado de evasión fiscal y actual coordinador de senadores y ex aspirante presidencial, lidia con el fantasma del narcotráfico en Tabasco: su exjefe de Seguridad, ligado al crimen organizado, fue detenido en julio, y el Consejo Nacional de Morena tuvo que «cerrar filas» para no hundirlo. 

No olvidemos a Gerardo Fernández Noroña, el senador que presume «hermandad» con AMLO, pero acumula una casona de 12 millones en Morelos no declarada, mientras bloquea iniciativas anti-nepotismo de Sheinbaum, entre otros tantos escándalos.  En Diputados, como Arturo Ávila, vocero de Morena, que compró de contado una mansión en EU por 80 millones de pesos –cash, sin préstamo–, y la diputada “dato protegido” a Mario Delgado, ahora secretario de Educación, que «olvidó» registrar en su declaración patrimonial un penthouse de 15 millones en CDMX y otros más que por falta de espacio no se mencionan, pero todos sabemos quiénes son.

Del PAN, Ricardo Anaya y Lilly Téllez lideran el club de los negativos: el 50% de la ciudadanía los ve como obstáculos, con Anaya fugado por corrupción y Téllez en eternas guerras tuiteras. 

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Y del Verde, los eternos reciclados como Jorge Emilio González, que salta de cargo en cargo dentro de su partido, en varios curules sin mover un dedo. Estos «zombies» no legislan; paralizan. 

En 2025, el Congreso aprobó solo 45 leyes relevantes de 200 presentadas, mientras las sesiones se pierden en pleitos y ausencias –¡el 30% de diputados faltaron más de 10 veces! –. 

Pero el verdadero horror vendrá con las elecciones intermedias de 2027: se renovarán 500 diputaciones y 128 senadurías, más 9 gubernaturas. Morena, que arrasó en 2024 con el «carro completo», enfrenta un dilema zombi: ¿qué pasa sin el apoyo del narco ni el «huachicol fiscal» –ese desvío de 500 mil millones de pesos anuales en subsidios inflados, según estimaciones de la oposición? Reportes de la revista Proceso y el periódico Excélsior revelan que en 2021 y 2024, pactos con cárteles en Sinaloa y Guerrero financiaron las campañas guindas, pero la presión internacional (OEA y ONU) y la reforma electoral de Sheinbaum podrían cortar esos hilos sucios. 

Sin ese oxígeno ilícito, Morena podría perder la mayoría calificada, como en 2021, y enfrentar «rebeldías» internas –Adán Augusto y Monreal– verán diluida su supermayoría. 

Si Morena no purga a sus parásitos y apuesta por candidatos limpios, 2027 podría ser el apocalipsis zombi del partido gobernante, con la oposición (PAN-PRI) oliendo sangre en estados clave como Veracruz y Durango. ¿O seguiremos financiando bailes y banquetes en el Congreso de la Unión para muertos vivientes? 

Ya es Hora de que los votantes, no los narcos, decidamos: ¿más escándalos o un Congreso que despierte y que nos sirva?

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