Por: El husmeador

Noroña, el «Solidario» que Abandona a México por un Paseo Pagado: ¿Dónde Está el Apoyo a Nuestras Familias Rotas?
Todos vimos en televisión nacional a doña Carmen, una madre de Veracruz que barre el lodo de su casa inundada, con el agua aun goteando de las paredes mientras llora por su esposo arrastrado por el Río Cazones. O en la señora Luz, de Hidalgo, que recorre cerros con las manos encallecidas, buscando en fosas clandestinas a su hijo desaparecido, uno más de los 40 que se evaporan cada día en este país de sombras. Estas mujeres no son abstracciones; son el pulso de un México herido, donde las familias se desangran por inundaciones que han matado a 78 almas, por narcotraficantes que dejan miles de viudas y huérfanos, por desapariciones que la ONU tacha de «sistemáticas» y que suman 133 mil almas perdidas. Y justo ahora, cuando el país necesita voces en el Senado como baluartes, Gerardo Fernández Noroña, el senador que se dice de izquierda combativa, pide licencia para un viaje a Palestina –¡patrocinado por los Emiratos Árabes Unidos! – y deja a doña Carmen y a la señora Luz solas en su calvario. ¿Solidaridad internacional? Más bien, un lujo desconectado de la patria que lo paga.
El anuncio de Noroña, hecho el 21 de octubre en una conferencia donde se jactó de «responsabilidad legislativa», apesta a oportunismo. Saldrá el 24 de octubre y regresará el 2 de noviembre, con boleto en Emirates cortesía de los emires, para «recorrer zonas palestinas» y reunirse con autoridades en una supuesta «misión humanitaria» por el «genocidio israelí». No es su primera maniobra para ganar reflectores: en marzo de 2025, denunció un rancho de exterminio en Teuchitlán, Jalisco –un sitio donde el CJNG reclutaba y asesinaba jóvenes–, lo que le valió titulares y aplausos en redes por su «valentía». Pero esa energía se esfumó. Ahora, mientras México se ahoga, prefiere un viaje diplomático de lujo. Las redes sociales, ese termómetro crudo de la indignación popular, explotan en contra: en X, de los últimos 20 posts sobre su licencia, 14 lo destrozan –»Noroña prefiere selfies en Palestina que ayudar a los inundados de Veracruz» (@VeracruzResiste, con 4.2K likes)– mientras solo 4 lo aplauden por «valentía internacional» (@PalestinaMX, 1.8K retuits). El 70% de las interacciones son críticas, con hashtags cómo #NoroñaAbandonaMéxico acumulando 12 mil menciones en 24 horas, frente a un tibio #SolidaridadNoroña con apenas 3 mil. Las cifras hablan: la gente quiere héroes locales, no turistas globales. Pero volvamos al abandono que duele. En octubre, las lluvias extraordinarias han devastado cinco estados –Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí–, dejando 78 muertos y 23 desaparecidos más, según el último reporte de Protección Civil del 22 de octubre. Son 100 mil viviendas afectadas, familias enteras –al menos 300 mil personas– que perdieron todo: hogares, cosechas, ganado, en un golpe económico que supera los 2 mil millones de pesos solo en Puebla. Doña Carmen, en Poza Rica, representa a esas 30 mil familias veracruzanas que limpian lodo con las uñas, mientras Noroña empaqueta maletas. ¿Dónde está su minuto de silencio por estos caídos? ¿Su visita a Álamo, donde el desbordamiento del rio Cazones arrastró vidas como hojas secas?
Y no hablemos solo de agua: el narcotráfico, esa hidra que devora familias, ha multiplicado por tres los homicidios ligados a él desde 2015, con 23 mil 500 en 2022 y cifras que no bajan en 2025, según el Índice de Paz México. Miles de familias –el 90% en zonas como San Fernando, Tamaulipas, son víctimas directas o indirectas– cargan el peso de viudas, huérfanos y buscadoras que excavan en silencio. La ONU, en su reporte de octubre, critica la «falta de voluntad» del Estado, con 65 acciones urgentes por desapariciones forzadas solo en 2025, 22 de ellas este año –Baja California lidera con 29, pero el Edomex y Sinaloa siguen de cerca. Hasta el 1 de octubre, 14 mil 765 personas desaparecidas en el sexenio de Sheinbaum, 40 al día, un 16% más que en 2024. La señora Luz, con su colectivo de madres buscadoras, pide un minuto de silencio en el Zócalo por las 133 mil almas perdidas –un llamado que Noroña ignoró en su conferencia, optando por Palestina en vez de unirse a la marcha del 30 de septiembre, donde miles exigieron justicia.
Peor aún: mientras él vuela a Jordania, la presidenta Claudia Sheinbaum se prepara para encarar a Donald Trump iniciando noviembre, defendiendo el T-MEC ante amenazas de aranceles del 25% a exportaciones mexicanas –un tiro que podría costar 2 millones de empleos y golpear a las mismas familias inundadas que dependen de maquiladoras en el norte. Noroña, que se dice leal a Morena, ¿dónde está su solidaridad con Claudia? ¿En un tuit desde Dubái? Las redes lo notan: posts como «Noroña deja sola a Sheinbaum con Trump por fotos en Gaza» (@MorenaCritico, 5.6K likes) superan en 80% a los defensores, que lo pintan como «embajador de la paz» pero olvidan que la paz empieza en casa. Noroña no es un villano de caricatura; es un síntoma de una izquierda que a veces mira al mundo antes que al barrio. Su «misión» en Palestina –retrasada de agosto por el «genocidio continuo», dice– es noble en teoría, pero ¿a qué costo? México no necesita más ausencias en el Senado; necesita senadores que peleen por doña Carmen, que exijan presupuestos para diques en Veracruz, que amplifiquen las voces de las madres buscadoras contra la ONU que nos avergüenza. Si los emires pagan su vuelo por «solidaridad palestina», que Noroña devuelva el favor con solidaridad mexicana: regrese, únase al rescate de inundados, lidere el minuto de silencio por los 14 mil desaparecidos de este año. De lo contrario, su licencia no será temporal; será un epitafio a su credibilidad.
Porque en México, las familias rotas no esperan jets: esperan justicia, aquí y ahora.
