Llevamos años esperando la llegada del "coche eléctrico barato". Skoda cree que podemos esperar sentados
El coche eléctrico barato es, en estos momentos, un ser mitológico. Al menos si queremos que nos ofrezca las mismas prestaciones en autonomía que un coche de combustión. Y es que esa variable sigue siendo la que echa para atrás a los fabricantes cuando tienen que electrificar sus versiones de acceso.
La última en dejarlo claro: Skoda.
«Eso seguro». Son palabras de Klaus Zellmer, CEO de Skoda, quien ha confirmado que «no electrificaremos nuestros modelos básicos, como el Fabia, el Kamiq o el Scala» en una entrevista a Automobilwoche. A continuación, señalaba que los mantendrán como modelos de hibridación suave pero «no los lanzaremos como vehículos puramente eléctricos, eso seguro».
¿Por qué un coche eléctrico tiene menos autonomía que la que anuncian
Lo que no tiene claro Zellmer, explica en la entrevista, es que haya un cliente potencial suficiente para hacer de ese coche eléctrico barato un producto lo suficientemente rentable.
«Pero…». Los «peros» son el gran problema del coche eléctrico de bajo coste. Y ese gran pero es, sin ninguna duda, la autonomía. Ayer explicábamos que un coche eléctrico puede ser mucho más barato que uno de combustión si el tipo de uso acompaña. Ese «abaratamiento» es más acusado en ciudad donde el eléctrico gana en consumo, en precio de la electricidad frente al combustible y el mantenimiento (por tener menor riesgo de averías).
El problema es que cuando el conductor quiere salir a hacer un viaje largo tiene que aceptar algunas incomodidades. Y no todo el mundo está dispuesto a ello. ¿Tiene poco sentido definir tu compra por dos viajes largos al año? Puede, pero aquí cada uno debe valorar cuánto vale su tiempo y su dinero y a mucha gente sigue sin compensarle.
La estrategia. De momento, sabemos que Skoda contará con su propia versión de coche eléctrico de 25.000 euros pero no se lanzará por debajo de este precio. Es decir, tendrá un hermano del Volkswagen ID.2 o ID.Polo pero no pondrá en el mercado un hermano del Volkswagen ID.1, la versión eléctrica que tendrá la compañía alemana en el rango de los 20.000 euros.
El movimiento tiene mucho sentido. El Grupo Volkswagen utiliza el tirón de la marca Volkswagen para abanderar la electrificación del conglomerado automovilístico. Lanzar un Skoda eléctrico le obligaría a situarlo por debajo de su hermano germano por el posicionamiento de ambas compañías en el mercado y no creen que exista una demanda suficiente como para mantener vivos dos modelos.
Hay otro detalle a tener en cuenta, Renault ha demostrado con el Cinco que puede vender muchas unidades de un coche eléctrico de entre 25.000 y 30.000 euros. Pero lo ha hecho con una apuesta muy fuerte en diseño y mimo, situándolo como un coche perfecto para el entorno urbano pero también posicionándolo como el segundo coche bonito, práctico y barato de una vivienda.
Vender mucho. Es lo que necesita un fabricante si quiere amortizar la inversión en un coche eléctrico de precio bajo. Y es que los márgenes de beneficios se han estrechado en ese segmento dado que el precio de la batería sigue representando un coste muy alto en relación al precio final del vehículo. A eso hay que sumar las obligaciones en materia de seguridad de la Unión Europea que también han ido poniendo complicado la supervivencia de este tipo de automóviles.
Aunque el precio de la batería ha ido cayendo (y se espera que lo siga haciendo en el futuro, lo cierto es que las inversiones rentabilizar un coche eléctrico de precio bajo es muy complicado. Hay que adaptar líneas de producción, contar con un suministro de baterías adecuado y, si se quiere alcanzar el máximo rendimiento en autonomía y comportamiento, diseñar una plataforma propia.
Por eso algunos fabricantes han optado por compartir plataformas (como Volkswagen y Ford) o renovar coches que se estaban quedando obsoletos con una profunda actualización para reposicionarlos en el mercado como un coche nuevo, intentando amortizar la inversión inicial, como en el caso del Dacia Spring.
Correr antes de andar. Lo que defienden en Skoda es que la transición se ha hecho demasiado deprisa y que es imposible que los fabricantes cumplan con los plazos dados. Podemos estar más o menos de acuerdo en esta afirmación pero lo cierto es que el público no está comprando coches eléctricos al ritmo esperado. Y esos coches de entre 20.000 y 25.000 euros son testimoniales. De hecho, de los 10 coches eléctricos más vendidos en Europa, solo el Renault 5… y el Skoda Elroq se venden por menos de 30.000 euros.
Eso sí, de momento las amenazas de multas milmillonarias se mantienen. Primero con un plazo que termina en 2027. Quienes superen de media los 93,6 gr/km de CO2 en su flota vendida desde 2025 serán castigados con 95 euros de multa por gramo de CO2 superado y coche vendido. Es decir, si la flota de coches vendidos es de un millón y se ha superado en un gramo/km de CO2 la media, hablamos de 95 millones de euros de multa.
En 2030, ese límite debería reducirse a la mitad, lo que deja prácticamente fuera de la ecuación a todo lo que no sea un coche electrificado, por eso en Skoda hablan de mantener sus modelos de acceso «hasta final de la década». A partir de ahí, 2035 debería ser el año en el que no se vendieran coches con motor de combustión. Algo que está en el aire por las presiones de los grandes fabricantes y países como Alemania o Italia con una gran industria relacionada con el automóvil.
Foto | Skoda