Entre Aviones y Aeropuertos

Noroña, el vuelo privado y la turbulencia política.
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La política mexicana nunca deja de sorprendernos. Esta semana, Gerardo Fernández Noroña volvió a ocupar titulares, no por un debate en la Cámara ni por una propuesta legislativa, sino por un viaje en avión privado que ha encendido la polémica.
Cuestionado por reporteros sobre quién financió su traslado aéreo, Noroña respondió con aparente serenidad: “Me lo pagó Salinas Pliego”. La declaración desató una tormenta inmediata. El empresario, dueño de TV Azteca y Banco Azteca, no tardó en reaccionar: negó haber pagado un solo peso y exigió una disculpa pública, calificando a Noroña con duros términos en redes sociales.
La situación deja más preguntas que respuestas. Si Noroña decía la verdad, ¿por qué un empresario multimillonario financia los viajes de un político que, en teoría, representa la izquierda crítica del poder económico? Pero si mintió, ¿qué motivó al diputado a implicar a Salinas Pliego en un tema tan delicado?
Más allá del chisme político, el episodio revela algo más profundo: la erosión de la credibilidad en la clase política mexicana. Cuando las líneas entre el discurso moral y las acciones personales se desdibujan, la ciudadanía vuelve a sentir que todos los políticos de izquierda o derecha terminan volando en el mismo avión de los privilegios.
En tiempos donde la austeridad sigue siendo bandera, el caso Noroña muestra que el discurso de “estar con el pueblo” pierde altura cuando el combustible proviene del poder económico. Y aunque el propio Noroña intente justificar el viaje, la percepción pública ya despegó hacia otro destino: el de la desconfianza.
