Por: El Husmeador

La Sombra de los miles de Millones: Corrupción, Silencios y el Fantasma de los Aranceles
En un país donde el discurso oficial repite como mantra la «austeridad republicana» y la «cero corrupción», los hilos de la impunidad se entretejen con la audacia de quienes operan en las sombras del poder. Hace apenas un mes, la inteligencia mexicana destapó un escándalo que podría hacer palidecer incluso a las novelas de espionaje: una transferencia de 3 mil millones de pesos desde una empresa facturera en Tabasco hacia una cuenta en Suiza. ¿La mente maestra detrás de esta ingeniería financiera? Un «facturero» tabasqueño, ese clásico operador de la corrupción que factura servicios fantasma para blanquear fortunas ilícitas. El destinatario: Jorge Amílcar Olán, empresario cercano a los hijos de Andrés Manuel López Obrador, particularmente a Andrés Manuel López Beltrán, conocido en los corrillos como «Andy».
Olán no es un nombre cualquiera en esta trama. Este joven empresario tabasqueño, que huyó a Suiza con su familia este verano, actúa como enlace en una red que conecta al ex coordinador de Morena en el Senado, Adán Augusto López Hernández, con un entramado de factureros, huachicoleros y presuntos nexos con el crimen organizado. Según revelaciones de inteligencia, esta transferencia no es un hecho aislado, sino la punta del iceberg de una operación que involucra a Alejandro Calderón Alipi –exdirector del IMSS-Bienestar y actual secretario de Salud en Tabasco– y otros financieros vinculados a los López Beltrán. El dinero, presuntamente lavado, estaría ligado al contrabando de combustible en Chiapas y Tabasco, ese «huachicol fiscal» que alimentó megaproyectos como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el Corredor Interoceánico y el Aeropuerto Felipe Ángeles. La Fiscalía General de la República (FGR) tiene las cuentas y destinos identificados, pero hasta ahora, no ha judicializado el caso. ¿Miedo a tocar al clan? ¿O simple inercia burocrática?
En un México donde la justicia selectiva es norma, el silencio duele más que la acción. Esta no es una red aislada. Es parte de un ecosistema de lavado de dinero que se nutre de la opacidad estatal. En Tabasco, cuna política de la 4T, los factureros han proliferado como hongos, empresas fantasma que emiten comprobantes por servicios inexistentes, inyectando fondos ilícitos en el sistema. Adán Augusto López Hernández, exgobernador y eterno aspirante a la presidencia, es el eje central: sus ingresos no reportados y vínculos con Olán forman un nudo que se extiende a los hijos de AMLO. Más allá, la red se ramifica hacia el huachicol, ese robo organizado de hidrocarburos que, irónicamente, creció exponencialmente bajo el sexenio anterior pese a las promesas de erradicarlo.
Pemex, la joya de la corona energética, sangra miles de millones anuales por estas fugas. Solo en 2024, las pérdidas por sustracción de combustible superaron los 75 mil millones de pesos, y en el primer semestre de 2025, ya van 13 mil millones más. Imaginen: un desvío equivalente a 600 mil millones de pesos en impacto acumulado por el «hachicoleo fiscal», según estimaciones independientes que incluyen evasión de IEPS e IVA, cifras que podrían haber financiado hospitales, escuelas o, al menos, un rescate real para Pemex, que arrastra una deuda de 97 mil 600 millones de dólares.
Y aquí entra la gran ausente: Claudia Sheinbaum. El pasado domingo 6 de octubre, en su primer informe de gobierno desde el Zócalo abarrotado, la presidenta presumió récords de inversión extranjera (36 mil millones de dólares en el primer semestre), caída de homicidios (32% menos) y la «herencia honesta» de su mentor López Obrador. Habló de reformas al Poder Judicial para acabar con el «nepotismo y privilegios», de una nueva Ley Nacional contra Trámites Burocráticos y Corrupción, y de «cero impunidades» para quien robe al pueblo.
Pero ni una palabra sobre estos 3 mil millones suizos. Ni sobre el huachicol que devora a Pemex en su administración. Ni sobre los 51 casos de corrupción documentados en su primer año, de los cuales el 47% heredados del sexenio anterior y el 41% frescos de octubre 2024 a octubre 2025.
¿Actitud de encubrimiento? ¿O simple negación para no manchar la narrativa de la «transformación»? Sheinbaum, ingeniera de formación, sabe que ignorar las grietas estructurales solo agranda el colapso. Su silencio no es neutralidad; es complicidad pasiva, un guiño a la impunidad que tanto denunció en campaña.
Ahora, miremos al norte: ¿qué actitud adoptará el gobierno de Estados Unidos ante esta avalancha de corrupción mexicana, justo cuando se avecina la decisión sobre la imposición de aranceles? Bajo Donald Trump, quien asumió en enero de 2025, la Casa Blanca ya ha impuesto tarifas del 25% a exportaciones mexicanas de acero, aluminio y autos (afectando más del 50% de nuestros envíos), citando no sólo migración y fentanilo, sino «prácticas comerciales desleales» y corrupción que facilitan el lavado de narcodólares.
Washington niega presiones directas para extraditar a políticos corruptos a cambio de alivio arancelario, pero los rumores persisten: listas de nombres (incluyendo a Adán Augusto y operadores como Olán) circulan en el Departamento de Estado, y el Tesoro ha sancionado redes de blanqueo ligadas a cárteles que tocan a funcionarios mexicanos.
Mi lectura: EE.UU. no cederá. Trump, pragmático hasta la médula, usará estos escándalos como munición para endurecer su postura. Si México no judicializar estos casos –y entrega nombres y activos congelados en Suiza–, los aranceles podrían escalar al 30%, con un impacto devastador: contracción del PIB mexicano de hasta 4%, inflación al alza (1.5-2 puntos) y devaluación del peso.
Sheinbaum ha optado por la «cabeza fría» y diálogos bilaterales, pero sin acciones concretas para limpiar su propia casa, el diálogo se convertirá en ultimátum. México no puede seguir apostando a la «cooperación sin subordinación» cuando su corrupción es el talón de Aquiles que Washington explota sin piedad. En resumen, esta transferencia a Suiza no es solo un robo; es un síntoma de un sistema podrido donde el poder protege a los suyos. Sheinbaum, presidenta de todas, debe romper el silencio: debe ordenar la judicialización inmediata, desmantelar la red y convertir sus palabras en hechos. De lo contrario, los aranceles de Trump no serán el único precio; será la soberanía económica la que se evapore. Porque en México, como en la física que tanto le gusta a la mandataria, la inercia solo lleva al choque inevitable. ¿Escuchará la llamada de la historia, o preferirá el eco de su propia retórica? El reloj –y el dólar– tic-tac.
