Un hambre estelar: el James Webb capta un objeto solitario del tamaño de Júpiter devorando como un sol en miniatura

Un equipo internacional de astrónomos ha sido testigo de un evento extraordinario: un objeto solitario, con una masa de apenas 5 a 10 veces la de Júpiter, ha entrado en un violento y prolongado estallido de crecimiento. Utilizando la potencia combinada del James Webb Space Telescope (JWST) y el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral, los científicos han observado cómo este objeto, conocido como Cha J11070768-7626326, aumenta drásticamente su brillo y su ritmo de «alimentación», comportándose como una estrella en miniatura.
La importancia. Este descubrimiento representa la primera vez que se observa un estallido de acreción de tipo «EXor», un fenómeno hasta ahora asociado con estrellas jóvenes, en un cuerpo de masa planetaria. El hallazgo no solo es un hito en la observación astronómica, sino que también desdibuja aún más las fronteras entre lo que consideramos un planeta gigante y una estrella pequeña.
El misterio. Cha 1107-7626 no es un planeta en el sentido tradicional que todos tenemos en nuestra mente. Aunque tiene una masa comparable a la de un gigante gaseoso, no orbita ninguna estrella y se encuentra a 620 años luz de la Tierra. Es lo que se conoce como un «objeto de masa planetaria libre» o FFPMO (por sus siglas en inglés). La existencia de estos cuerpos solitarios plantea una pregunta fundamental para la astronomía: ¿son planetas gigantes que fueron expulsados de sus sistemas solares, o son estrellas más pequeñas que pueden existir de manera aislada?
Para poder resolver este enigma que ahora mismo tienen los astrónomos encima de la mesa hay que analizar el disco de gas y polvo que hay alrededor, así como la forma de acumularse el material. El hecho de que Cha 1107-7626 tenga un disco y se alimente de él sugiere que su origen se parece más al de una estrella.
Un festín cósmico. Los astrónomos observaron a Cha 1107-7626 en un estado de calma en abril y mayo de 2025. Sin embargo, para junio, algo había cambiado drásticamente. El objeto entró en un «estallido de acreción». Esto significa que su ritmo de ‘alimentación’ comenzó a aumentar, y de esta manera alcanzó una tasa de acreción de masa de 10−7 masas de Júpiter por año, la más alta jamás medida en un objeto de masa planetaria.
Como resultado de este frenesí, el objetivo se volvió entre 1,5 y 2 magnitudes más brillante en la luz visible y su flujo en el óptico aumentó entre 3 y 6 veces. Este estallido se mantuvo activo durante al menos dos meses, ya que seguía en curso al final de la campaña de observación en agosto de 2026.
Pero lo más interesante es la velocidad que llega a tener. Según las observaciones hechas con el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral, la tasa de crecimiento es realmente agresiva, con una tasa de récord de devorar 6.600 millones de toneladas por segundo de polvo y gas.
Huellas delatadoras. Más allá del aumento de brillo, los telescopios captaron cambios físicos detallados que revelan la naturaleza del evento. Una línea de emisión de hidrógeno, conocida como Hα, desarrolló un perfil de «doble pico» con una absorción desplazada al rojo. Según los autores, este perfil es una «marca distintiva» de la acreción canalizada a través de campos magnéticos, un proceso llamado «acreción magnetosférica» que se observa en estrellas jóvenes.
Pero el hallazgo más sorprendente fue el cambio en la química del disco. En un primer momento, se vieron cambios en las líneas de emisión de las moléculas de hidrocarburos que provenían del disco durante el estallido. Pero también comenzó a aparecer vapor de agua con una característica emisión cerca de los 6.6 µm. Esta apareció durante el estallido donde antes no había nada y es relevante porque es la primera vez que se observan cambios químicos de este tipo provocados por un aumento de la acreción.
La relevancia. Este evento clasifica a Cha 1107-7626 como el primer «EXor» de masa planetaria conocido. Los estallidos EXor son eventos de acreción significativos que se consideran episodios clave en la evolución temprana de las estrellas. Pueden afectar profundamente la estructura física y la composición química del disco protoplanetario, influyendo potencialmente en las primeras etapas de la formación de planetas.
Observar este proceso en un objeto tan pequeño demuestra que los mecanismos violentos y fundamentales que construyen las estrellas también funcionan a escalas planetarias. El estudio de Cha 1107-7626 ofrece una visión sin precedentes de la acreción en los objetos de menor masa del universo, proporcionando una nueva ventana para entender cómo se forman tanto las estrellas más pequeñas como los planetas más grandes.
Imágenes | Javier Miranda