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El verano ha sido tan duro que se ha llevado por delante hasta al ingrediente más veraniego de la ensalada: el tomate

La llegada de las lluvias este año parecía traer un hilo de esperanza a un sector agrario maltrecho por meses de sequía. Las noticias que nos llegan no podrían ser más distintas: uvas, cítricos, plátanos… por un motivo o por otro las cosechas no están cumpliendo las expectativas, y el ejemplo más reciente lo ha puesto el tomate.

76 millones. El sector del tomate en Extremadura ha hecho balance de la cosecha de este año y no ha sido precisamente optimista: una “ruina” es como la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Extremadura (UPA-UCE) la definía en un comunicado reciente. La organización agraria extremeña cifra en 76 millones de euros las pérdidas anuales de los productores de tomate tras la cosecha de este año.

Doble problema. La asociación sectorial apunta a un doble problema: por una parte, unos “precios ruinosos [impuestos por] el sector industrial”. Unos precios que, según la asociación no permiten cubrir los costes asociados a la producción.

El problema de los precio se vincula con el segundo de los problemas de la presente campaña: el de la producción. Según datos de la asociación, para esta campaña la contratación para esta campaña se basaba en una productividad esperada de 93 toneladas por hectárea en promedio. En Extremadura, la productividad real ha acabado siendo inferior, de unas 82 toneladas por hectárea.

Menor productividad, menor producción. Esto se ha visto reflejado en una mala cosecha, con una producción notablemente inferior a la contratada originalmente, un 20% menor, según datos de UPA-UCE. El principal motivo en esta caída en producción está, para el sector, en la meteorología.

Un clima no tan propicio. Todo parecía indicar que la meteorología sería favorable este año: meses de precipitaciones elevadas o, cuanto menos normales, sirvieron no solo para dar por concluido el episodio seco que afectaba a nuestro entorno desde hace varios años; la bonanza hidrológica sirvió también para que los embalses recuperaran niveles de llenado que no se habían visto en años.

Sin embargo, el verano de 2025 no fue acorde con lo visto en los meses anteriores, sino que nos trajo un verano seco y muy cálido, un verano con dos olas de calor especialmente severas tanto en intensidad como en duración.

El resultado: unas plantas más débiles. Y con más problemas, explican desde UPA-UCE.

Ecos de otros campos. La historia se repite en varios sectores. Las llegada de las lluvias parecía traer nuevas esperanzas al sector agrario, sin embargo, el aumento esperado en la cosecha también se ha ido traduciendo en precios más bajos en origen, algo que ya suponía en sí mismo un problema para muchos agricultores.

El problema ha sido aún mayor en sectores como el de la uva, donde las expectativas no están cumpliéndose y ahora los productores deben afrontar los precios bajos propios de una oferta elevada, pero con una producción inferior a la esperada.

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Imagen | Czapp Árpád

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