Vender humo ahora es un negocio en Soria: lo purifica y lo vende como CO2 para hacer refrescos

En Garray, un pueblo de Soria, el humo de una central de biomasa ya no se pierde en el aire. Allí han montado una planta capaz de atrapar el CO₂, limpiarlo y venderlo como si fuera cualquier otro producto industrial. El resultado se llama “CO₂ verde” y hoy viaja a fábricas de refrescos, invernaderos o empresas químicas. Lo que antes era un residuo, ahora es una materia prima.
En corto. El proyecto LIFE CO₂-IntBio ha unido la planta de biomasa de Garray, en marcha desde 2013, con un sistema para capturar, limpiar y licuar CO₂. Se desarrolló durante cuatro años con un presupuesto de 8,9 millones de euros, de los cuales la UE aportó 1,9 millones.
El consorcio lo lidera la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, junto a Carburos Metálicos, Bioeléctrica de Garray y Enso Operations & Maintenance. Según la documentación del proyecto, el objetivo es demostrar la viabilidad técnica y económica y crear nuevas cadenas de valor para un CO₂ comercial “verde”.
Más en profundidad. La clave está en la conexión entre la central de biomasa y la planta de captura. La biomasa aporta gases de combustión biogénicos y energía/vapor; la nueva planta, diseñada por Carburos Metálicos, los somete a un proceso de absorción química con aminas, seguido de filtrado, enfriado y destilación. El resultado es un CO₂ licuado y purificado hasta calidad alimentaria, certificado bajo la norma FSSC 22000.
El complejo tiene capacidad para producir hasta 33.000 toneladas anuales de “CO₂ verde”, que se distribuye a empresas de bebidas, invernaderos y química de la zona. Además, la proximidad evita transportes de larga distancia: la propia herramienta de seguimiento del proyecto estima un ahorro de unas 295 toneladas de CO₂ al año solo en logística. Y el plan recoge un tope potencial de hasta 50.000 t/año si se amplía la producción, según el propio proyecto.
¿La primera de su tipo? Aquí conviene matizar. Este tipo de instalación se aplica a un nicho muy concreto dentro de la captura de carbono, ya que se trata de emisiones biogénicas, procedentes de la biomasa. En otras palabras, no se trata de las centrales que se dedican a capturar y almacenar (CCS) ni de la captura directa de aire (DAC), sino que lo transforman en un producto comercial.
Algunos medios lo mencionan como la primera instalación europea en funcionamiento dedicada a capturar y valorizar el CO2 biogénico con uso alimentario a escala industrial. No obstante, otros países empiezan a explorar esta vía: en Dinamarca, el proyecto Kassø de European Energy comenzó este año a producir e-metanol usando CO₂ capturado de una planta de biogás, y la planta de Tønder Biogas anunció el primer suministro de CO₂ biogénico para esa cadena, según la información publicada por la compañía. La diferencia de Soria es que ya opera a escala industrial y su CO₂ no se entierra, sino que se aprovecha en la economía local.
Otro tipo de capturas. Europa no parte de cero. En Noruega, el consorcio Northern Lights (Equinor, Shell, TotalEnergies) inyectó las primeras toneladas de CO₂ en el reservorio submarino Aurora, a 2.600 metros bajo el lecho marino. En paralelo, la cementera de Heidelberg Materials inauguró la planta Brevik CCS, la primera captura industrial a gran escala en el sector cementero. Allí se captura el CO₂ de los hornos, se licúa y se envía en barco hasta Northern Lights para su almacenamiento. En otras palabras, Brevik hace la captura y Aurora el almacenamiento, dos piezas de la misma cadena CCS.
Nuevos avances. Garray demuestra que capturar CO₂ biogénico y usarlo es técnica y comercialmente viable en Europa. Mientras Noruega abre camino al almacenamiento geológico a gran escala, Castilla y León muestra que el uso del CO₂ puede activar economía local y recortar emisiones de forma tangible.
Lo difícil —y decisivo— será escalar sin autoengañarnos: aplicar esta herramienta donde aporta valor, replicarla en otros puntos de Europa y, sobre todo, acompañarla de lo que sigue siendo la tarea más urgente: emitir menos gases de efecto invernadero.
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