¡Maldita Deuda Corrupta o Maldito Rescate Fallido? Sheinbaum Paga el Saqueo del PRIAN con Nuestro Dinero mientras Pemex Sigue Hundida!

¡Basta de cuentos! En la mañanera del 10 de septiembre de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum soltó la bomba: «Tenemos que apoyar a Pemex por la maldita deuda corrupta de Calderón y Peña». Con un paquete económico 2026 que destina miles de millones para «rescatar» a la petrolera, el gobierno promete que en 2027 Pemex «caminará con sus propios pies». Pero los números no mienten: mientras el secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora, habla de ejes fundamentales como Pemex y la CFE, la realidad es un pozo sin fondo de ineficiencia y despilfarro que ya cuesta al erario 2.1 billones de pesos en apoyos fiscales desde 2019, sin que la productividad mejore un ápice. ¿Es esto un rescate o un subsidio eterno a una empresa zombie que devora el presupuesto mientras la corrupción pasada y la ineficacia actual nos hunden a todos? Vamos a los datos duros, porque las palabras presidenciales suenan a excusa para tapar fallos propios.
Empecemos por la «maldita deuda corrupta» que tanto azota a Sheinbaum. Según datos oficiales de Pemex y la SHCP, al inicio del sexenio de Felipe Calderón (2006), la deuda era de unos 46 mil millones de dólares; para 2012, subió a 60 mil millones, un incremento del 30%. Con Enrique Peña Nieto, el desastre fue épico: de 60 mil millones en 2012 a 105 mil millones en 2018, un salto del 75% que suma un total de 129% en 12 años de PRIAN. ¿Y para qué? No para invertir en producción, sino para alimentar escándalos como Odebrecht, donde la constructora brasileña pagó al menos 10.5 millones de dólares en sobornos entre 2010 y 2014 para ganar contratos en refinerías como Minatitlán, Tula y Salamanca, por un valor de 1,429 millones de dólares. Emilio Lozoya, director de Pemex bajo Peña, recibió millones que financiaron campañas y compraron voluntades para la Reforma Energética, según confesiones ante la justicia brasileña y la FGR.
En Calderón, Odebrecht ya sobornaba con 4.5 millones de dólares entre 2010-2012, adjudicando 40 contratos directos por 148 millones de pesos solo en Minatitlán. Resultado: una deuda que vence en 46% este sexenio (26% en 2025-2026), forzando pagos de 250 mil millones de pesos solo en intereses para 2026 –¡tres veces el costo del AIFA!–. La ASF documentó irregularidades desde 2011, pero ni Calderón ni Peña investigaron; en cambio, Peña dejó una deuda total de Pemex en 2.2 billones de pesos al final de su sexenio.
En contraste, el sexenio de AMLO (2018-2024) vio una reducción del 16% en la deuda neta de Pemex, bajando de 105 mil millones a unos 1.9 billones de pesos totales al cierre. Pero ojo: la deuda pública general creció 23% (3.2 billones de pesos) respecto a 2018, y cada mexicano debe ahora 131 mil 738 pesos por ella. ¿Por qué? Porque el «rescate» de Pemex costó 2.2 billones en apoyos fiscales –4.8 veces más que los 473 mil millones de Peña–, incluyendo exenciones al DUC y transferencias directas. Y los resultados: producción de crudo cayó de 1.81 millones de barriles diarios en 2019 a 1.74 millones en 2023, un declive del 28% desde 2013. En Calderón-Peña, la producción se desplomó de 3 millones en 2006 a 1.72 millones en 2018 (caída del 42%), pese a precios récord de 120 dólares por barril en la década 2000-2010, que generaron excedentes de 545 mil millones de dólares en Calderón solo, pero ¿A dónde fue el dinero? A corrupción y burocracia: Pemex duplicó su plantilla a 48 mil en oficinas durante Fox-Calderón, sin impacto productivo. La productividad es el talón de Aquiles: cada trabajador de Pemex genera solo 864 dólares en ingresos (2023), 44.4% menos que en Equinor (Noruega), pese a tener el doble de empleados. En Calderón-Peña, Pemex tuvo utilidades operativas de 900 mil millones de pesos en 2012, pero la carga fiscal y endeudamiento la hundieron; ahora, con AMLO-Sheinbaum, los ingresos petroleros netos para el gobierno son míseros: solo 2,200 millones de pesos en los primeros cuatro meses de 2025, con 98% yendo a transferencias a Pemex (88,400 millones). El gobierno se queda con 29% de la renta petrolera (vs. 71% para Pemex), el mínimo histórico desde 1990: 1.1% del PIB vs. 14% en Noruega. En 2024, Pemex perdió 1.3 billones de pesos totales en el sexenio, con rentabilidad por peso de gasto en ventas de solo 1.2 (vs. 1.5 en 2016). ¿Y los ingresos? En Calderón, 545 mil millones de dólares en ventas; en Peña, pese a la caída, aún aportaban 16-44% del presupuesto federal. Hoy, solo 2.7% del PIB, 175 mil millones por debajo de lo programado en 2025 por baja producción. Esta comparación numérica grita negligencia bipartidista: el PRIAN endeudó y corrompió Pemex con Odebrecht y «Estafa Maestra» (desvíos de 7,670 millones en refinerías), dejando una empresa que producía menos mientras el petróleo valía oro. La 4T redujo deuda, pero a costa de subsidios masivos que no revierten la caída productiva –inversión 26% menor que en Peña, pese a 4.7 veces más apoyos–. Sheinbaum hereda un monstruo: 99 mil millones de dólares en deuda, 19 mil millones adeudados a proveedores, y una Pemex que gasta 93% de ingresos en operaciones ineficientes. ¿Rescate o barril sin fondo? Los números muestran que pagamos la corrupción pasada con ineficacia actual, mientras la transición energética se ignora y el déficit fiscal sube al 4.3% del PIB en 2025 por Pemex.
Es imperativo que la presidenta Sheinbaum, solicite se audite a fondo la «maldita deuda» con Odebrecht y Calderón-Peña, pero también revele un plan real para Pemex: reduzca burocracia, invierta en productividad (no en refinerías obsoletas) y compare con Equinor para generar excedentes, no déficits, exijamos transparencia en el Congreso: ¿cuánto más pagaremos por el saqueo del PRIAN y la parálisis actual? ¡No más subsidios eternos; ¡México merece una Pemex rentable, no un pozo de corrupción!
