Que Japón tenga 100.000 personas mayores de 100 años explica un problema: se están quedando sin conductores, literalmente

Japón ha alcanzado un nuevo récord de longevidad al registrar 99.763 personas de 100 años o más, de las cuales el 88% son mujeres, consolidándose como la sociedad más envejecida del mundo y con la mayor esperanza de vida, atribuida a dietas saludables, bajos índices de obesidad y una cultura activa en la vejez. Sin embargo, esta cifra también tiene una cara B: el desplome de la natalidad y una falta de mano de obra que se ha convertido en un problema de primer orden.
O quizás en una oportunidad.
El reto demográfico. Japón, con casi un 30% de su población por encima de los 65 años, se ha convertido en un laboratorio mundial donde se pone a prueba si la automatización puede suplir la mano de obra que desaparece.
El país se enfrenta a una escasez de trabajadores en sectores esenciales como el transporte y la logística, lo que ha situado a compañías como Amazon en la vanguardia de un experimento decisivo: demostrar que la robótica y la inteligencia artificial pueden mantener el ritmo de entregas rápidas en un entorno cada vez más envejecido.
Más robots que humanos. En el centro logístico de Chiba, cerca de Tokio, Amazon ha desplegado un arsenal de tecnologías que no solo multiplica la capacidad de almacenamiento en un 40% respecto a un almacén convencional, sino que ya cuenta con más robots que empleados humanos.
Allí, una máquina automática ajusta el embalaje de papel al tamaño exacto de cada producto, mientras un sistema de clasificación coordina múltiples artículos para empaquetarlos en un solo envío. El objetivo es que el trabajo repetitivo desaparezca y que el proceso gane en velocidad y eficiencia, con el respaldo del modelo de inteligencia artificial DeepFleet, capaz de coordinar toda la flota robótica y que ya ha mejorado un 10% el rendimiento. Con todo, y a pesar de la sofisticación tecnológica, los humanos siguen siendo indispensables: son los encargados de llevar los paquetes, una fase crítica de la cadena de distribución.
El declive del transporte. Porque, en realidad, el desafío más acuciante se encuentra en el transporte de mercancías. Con un tercio de los conductores a punto de jubilarse y una previsión de reducción del 30% en la fuerza laboral para 2030 (lo que supondrá caer hasta los 480.000 camioneros activos), el sistema logístico japonés afronta una crisis de magnitudes históricas.
El problema se agravó con la llamada “cuestión 2024”, una nueva legislación que limita las horas de conducción y que ha recortado aún más la disponibilidad de chóferes. Empresas como SBS Holdings han optado por soluciones inmediatas, como la contratación de centenares de trabajadores extranjeros, conscientes de que la conducción autónoma todavía está lejos de ofrecer una alternativa viable a gran escala.
El escepticismo japonés. Plus: a pesar de la imagen de Japón como “tierra de los robots”, la realidad en los almacenes del país dista de esa percepción. Según datos de Interact Analysis, fuera del ecosistema de Amazon apenas hay 0,17 robots por almacén, frente a los 0,68 en Estados Unidos y los 0,57 en China.
La causa es múltiple: una geografía montañosa que obliga a construir naves logísticas pequeñas y de varias plantas, un mercado de comercio electrónico que solo representa el 10% de las ventas minoristas (muy por debajo del 27% en Reino Unido) y unos costes de instalación muy elevados que disuaden a muchas empresas. Nippon Express, una de las grandes del sector, ha probado sistemas avanzados como carretillas autónomas, estanterías móviles y sillas robóticas para operarios, pero sus directivos no confían aún en que esas inversiones puedan amortizarse pronto.
El dilema de la supervivencia. La cuestión de fondo trasciende los cálculos de rentabilidad. Como advierte en el Financial Times Akira Unno, de Nippon Express, Japón ha entrado en una etapa en la que no hay suficiente relevo generacional: el país cuenta hoy con apenas un millón de jóvenes de 18 años, frente a los dos millones de décadas pasadas.
El debate, entonces, ya no es si un robot puede ahorrar costes, sino si la logística nacional podrá seguir funcionando sin una transformación radical. Para compañías como Amazon, el camino está claro: expandir la automatización hasta los centros de distribución locales y acercar la inteligencia artificial al cliente final. Para otras, la pregunta sigue más que abierta: cuántos años se necesitan para recuperar la inversión y si, incluso con paciencia, habrá manos suficientes para sostener la cadena de suministro en un país donde la demografía parece jugar en contra de cualquier cálculo económico.
Imagen | Teo Romera
En Xataka | Japón tiene una lección para el mundo tras años de políticas pro-natalidad. Una lección muy poco alentadora