Rusia acaba de lanzar el mayor órdago a Europa desde el inicio de la invasión a Ucrania. Y Europa ha respondido con fuego

En las últimas semanas la guerra en Ucrania había tomado un cariz más preocupante con un hecho sin precedentes desde la invasión rusa en 2022. Estaban llegando drones de combate perdidos a países ajenos al conflicto, incluso llegando a impactar en los terrenos. Sin embargo, lo que ha ocurrido hace escasas horas es completamente diferente.
Polonia (y la OTAN) acaban de entrar en la contienda.
Intercepción polaca. Sí, Polonia ha derribado por primera vez drones rusos que penetraron en su espacio aéreo durante un ataque masivo contra Ucrania, en lo que Varsovia calificó como una “violación sin precedentes”. La operación, realizada en la madrugada con cazas y sistemas de defensa antiaérea polacos y de otros aliados de la OTAN (incluidos F-35 neerlandeses), supone el choque más grave entre Moscú y la Alianza Atlántica desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022.
El primer ministro Donald Tusk confirmó que se usó armamento contra los objetos intrusos, convocó una reunión de emergencia y aseguró mantener contacto constante con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Por su parte. el presidente de Francia Macron ha calificado la incursión como «simplemente inaceptable».
Escalada crítica. El incidente ocurre en un contexto de gran tensión, con los ejercicios militares rusos Zapad a punto de comenzar junto a Bielorrusia y con Washington presionado por capitales europeas para adoptar una postura más firme frente a Moscú.
Dichos juegos de guerra, de cinco días, implican a las fuerzas armadas de Rusia y Bielorrusia y se desarrollan muy cerca de la frontera polaca, lo que incrementa el riesgo de incidentes.
La dimensión militar. Las Fuerzas Armadas polacas confirmaron que varias aeronaves militares participaron en la operación, con sistemas de radar y defensa aérea activados al máximo nivel de alerta. Se identificaron y derribaron algunos de los drones intrusos en regiones como Podlaskie, Mazowieckie y Lublin, donde incluso se hallaron restos de aparatos, como en la localidad de Czosnówka.
También se suspendieron vuelos en el aeropuerto Chopin de Varsovia y en otros tres aeródromos, incluido el de Rzeszów-Jasionka, clave por su proximidad a Ucrania.
El cambio de estrategia rusa. Rusia ha intensificado desde el verano el uso de drones y misiles para saturar la defensa ucraniana y agotar sus interceptores. Solo el pasado fin de semana lanzó más de 800 drones y una docena de misiles en el mayor ataque aéreo desde 2022.
Esta táctica también multiplica los riesgos para países vecinos de Ucrania, como Polonia, que hasta ahora había sufrido la caída de proyectiles perdidos (como el que mató a dos agricultores en 2022), pero nunca había interceptado directamente aparatos rusos en vuelo.

Implicaciones. La respuesta polaca se da en un momento de incertidumbre política en Washington, con el presidente Donald Trump intentando forzar negociaciones de paz entre Kiev y Moscú, pero sin éxito.
La falta de reacciones inmediatas de la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado resalta la cautela estadounidense ante una acción que puede marcar un antes y un después en la implicación de la OTAN. Plus: Varsovia decidió cerrar por completo su frontera con Bielorrusia, endureciendo aún más la postura frente a sus vecinos orientales.
Qué cambia ahora. El hecho de que Polonia haya empleado medios cinéticos para abatir drones rusos dentro de su espacio aéreo cruza una línea operativa que hasta ahora Varsovia había evitado, pasando de tolerar impactos accidentales o caídas de restos a ejercer defensa activa.
Si se quiere, esto redefine su umbral de respuesta: desde este momento, cualquier incursión no identificada y con perfil hostil puede ser tratada como amenaza inmediata. En términos de disuasión, envía a Moscú el mensaje de que los “errores de navegación”, sondas o saturaciones colaterales ya no tendrán coste cero. En términos aliancistas, prueba en condiciones reales la arquitectura de defensa aérea integrada OTAN en el flanco oriental.
Riesgo y gestión. El empleo de fuego polaco contra objetos rusos eleva el potencial de fricción en tres niveles: táctico (más intercepciones y mayor probabilidad de fragmentación sobre áreas pobladas), operacional (ampliación de reglas de enfrentamiento y mayor densidad de patrullas aéreas) y estratégico (respuesta diplomática o militar rusa, incluida propaganda y medidas espejo en Kaliningrado y Bielorrusia).
Además, la coincidencia con los ejercicios Zapad incrementa el peligro de malinterpretación: vuelos de adiestramiento, blancos aéreos o señuelos pueden confundirse con amenazas reales. La mitigación exige protocolos de identificación positivos, líneas rojas claras y canales de desconflicción activos, idealmente respaldados por alertas tempranas compartidas y notificaciones previas de ejercicios.
El Artículo 5 y una teoría. Aunque un derribo aislado de drones no activa per se el Artículo 5, sí presiona el debate sobre el “umbral” de agresión armada. Polonia puede argumentar legítima defensa (art. 51 de la Carta ONU) ante incursiones repetidas que pongan en riesgo infraestructuras o población.
Si se demostrara que plataformas rusas fueron dirigidas deliberadamente a transitar o atacar en territorio OTAN, el caso para consultas del Artículo 4 (y, en escenarios de daño significativo o víctimas, para el 5) se refuerza. Moscú, consciente de esto, puede intensificar la ambigüedad: drones con plan de vuelo errático, señuelos o cargas mínimas para mantener esa especie de “zona gris”.
La respuesta aliada, por tanto, deberá ser graduada, documentada y jurídicamente sólida.
Imagen | NATO North Atlantic, 7th Army Training Command,