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La temporada de huracanes ha sido tan tranquila que hasta los expertos están sorprendidos. Todo puede cambiar en la recta final

El 10 de septiembre es una fecha marcada en los calendarios de los meteorólogos expertos en huracanes. Es la fecha en la que la temporada atlántica de huracanes suele alcanzar su pico de actividad. Pero la tendencia decreciente en la actividad media de los ciclones atlánticos no nos debe engañar: aún queda temporada por delante.

Entramos en la recta final. Según recuerdan los expertos del NHC (National Hurricane Center), el centro estadounidense dedicado al estudio de los huracanes, el 60% de la actividad de los huracanes se produce, generalmente, después de este pico. Es decir que, pese a haber pasado ya por el ecuador temporal de la temporada (que comienza el 1 de junio y termina el 30 de noviembre), aún podríamos tener más de la mitad de la actividad ciclónica por delante.

Recuerdan también los meteorólogos del NHC que la actividad en esta parte de la temporada tiende a afectar más a la zona occidental del Atlántico norte, la zona más vulnerable a este tipo de tormentas debido a que es en Norteamérica y el Caribe donde suelen tocar tierra.

Una temporada tranquila. Cuando comenzó la temporada atlántica de huracanes, allá por junio, los expertos auguraban una temporada relativamente tranquila, pero los datos muestran una mansedad aún mayor de lo esperado.

A la hora de medir la intensidad de una temporada de huracanes pueden emplearse distintas medidas como el número de tormentas nombradas, número de huracanes, suma de los días con huracanes activos, etc. Otra medida útil es la del índice de energía ciclónica acumulada (ACE).

Según los datos del Proyecto de Meteorología Tropical de la Universidad Estatal de Colorado (CSU), a estas alturas de la temporada de huracanes, la ACE esperada en base a la climatología del Atlántico sería de 55,8, mientras que la ACE observada es de tan solo 39. Esto implica que los datos observados son un 30,1% inferiores respecto a los esperados inicialmente.

Erin, la fuerza disruptora. Además, se da la circunstancia de que la mayor parte de esta energía se debe a un solo huracán, Erin. La ACE de Erin fue de 32,2, lo que representa cerca del 82,6% del total de la temporada.

Qué está pasando. Que la temporada de este año fuera menos intensa que la anterior era de esperar: la temperatura en el Atlántico, aun siendo elevada, no ha alcanzado los niveles extremos vistos en los últimos años y la oscilación del El Niño se ha mantenido en una suerte de indecisión.

Un estudio reciente liderado por el meteorólogo de la CSU Philip Klotzbach, destacaba tres motivos que podrían explicar en buena medida lo que estamos observando, comenzando por un Atlántico “seco y estable”.

El segundo de los factores destacados por el equipo es un canal pronunciado en la troposfera alta capaz de aumentar la cizalladura vertical del viento (uno de los dos factores determinantes, junto a la temperatura oceánica, en la formación de huracanes). El tercer y último factor sería un movimiento descendente sobre el continente africano, que estaría afectando a las precipitaciones en el oeste de África y con ello la intensidad del oleaje en la región.

Qué podemos esperar. El equipo de Klotzbach coincide con los expertos del NHC en recalcar la posibilidad de que la temporada retome intensidad a partir de este mes. “Anticipamos que la temporada retome [intensidad], dado que las condiciones a gran escala parecen hacerse más tropicales y favorables a los ciclones más adelante en septiembre”, explican en su texto.

Por ello recomiendan no cambiar la previsión de temporada. La estimación inicial del Proyecto de Meteorología Tropical de la CSU señalaba que la ACE esperada para el cierre de año es de 122,5. Por otra parte, si tomamos el último dato (39) y aplicamos la estimación de que el 60% de la actividad se produce durante estos últimos meses de la temporada, tendríamos que una ACE esperada en torno a 100. Habrá que esperar para ver si la tendencia continúa o si por el contrario vemos si esta temporada pisa el acelerador en sus últimos meses de actividad.

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Imagen | Huracán Erin. NASA Earth Observatory por Michala Garrison, utilizando datos de MODIS del NASA EOSDIS LANCE, de GIBS/Worldview, y de Suomi National Polar-orbiting Partnership.

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