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En Rusia, la búsqueda de la juventud eterna no es un sueño, es una orden del gobierno. Putin lo ha recordado en China

Posiblemente, el momento que más ha dado que hablar en los medios durante el desfile militar en China no haya sido el poderío mostrado por Pekín, sino una conversación que duró menos de un minuto entre los líderes de China y Rusia. “Antes, era raro llegar a los 70, pero hoy, a los 70, uno sigue siendo un niño”, comentaba Xi. “Alcanzar la inmortalidad”, le replicó Putin.

Porque la “juventud” eterna ha sido un propósito del mandatario durante años. 

Un micro abierto. Lo que ocurrió fue que un micrófono abierto captó una conversación inesperada entre Xi Jinping y Vladímir Putin que dejó entrever no solo sus preocupaciones personales, sino también cómo la biotecnología se cruza con la geopolítica. Xi comentó que en este siglo podría ser posible que los humanos llegasen a vivir hasta los 150 añosSe pronostica que, en este siglo, también se podrá vivir hasta los 150«, expresó), mientras que Putin, a través de un traductor, habló de trasplantes de órganos como vía hacia la juventud perpetua e incluso la “inmortalidad”.

La escena, transmitida en directo por la televisión estatal china, ofreció una inusual visión íntima de dos líderes septuagenarios que han eliminado límites de mandato y maniobrado para prolongar su permanencia en el poder.

Una obsesión. El presidente ruso confirmó más tarde el contenido de la charla, subrayando que los avances médicos y quirúrgicos abren la posibilidad de una vida mucho más larga. Desde hace años ha convertido la longevidad en prioridad política, ordenando a su Ministerio de Sanidad trabajar en este campo y alentando proyectos estatales como los de Rosatom, que asegura estar desarrollando técnicas para “imprimir” órganos humanos en laboratorio. 

Su interés personal en la salud es notorio: durante la pandemia impuso cuarentenas estrictas a quienes debían reunirse con él y ha impulsado cambios constitucionales que le permitirían seguir en el poder hasta 2036, cuando tendría 83 años.

Xi Jinping And Vladimir Putin At The Parade Marking The 80th Anniversary Of The Great Victory At Great Patriotic War 2025

En busca de la inmortalidad. Contaba en un reportaje The Times que, en un contexto marcado por la guerra en Ucrania y la crisis demográfica que golpea a Rusia, un encargo oficial puso de relieve las prioridades de la élite del Kremlin: científicos de distintas instituciones habían recibido órdenes urgentes de centrar sus investigaciones en terapias antienvejecimiento, regeneración celular, refuerzo inmunológico y biomedicina avanzada, incluida la bioimpresión 3D de órganos. 

La iniciativa estaba vinculada a Mijaíl Kovalchuk, de 77 años, físico nuclear, presidente del Instituto Kurchátov y amigo íntimo de Putin, conocido tanto por su influencia política como por sus obsesiones personales. Kovalchuk supervisa además un programa estatal de genética en el que participa la hija mayor del presidente, María Vorontsova, endocrinóloga de formación.

Objetivo personal y político. Kovalchuk era descrito en el reportaje como “enloquecido” por la idea de la vida eterna, y habría sido él quien llevó el proyecto directamente a Putin, desencadenando una cascada de órdenes ministeriales que exigían resultados inmediatos. 

Para algunos científicos, el mandato rozaba lo absurdo, al destinar recursos a prolongar la vida de una élite septuagenaria mientras centenares de miles de jóvenes rusos mueren o quedan mutilados en el frente. Una fuente del propio centro médico nacional lo definió como “puro cinismo”, al priorizar el rejuvenecimiento de líderes envejecidos sobre la rehabilitación de soldados heridos.

Vladimir Putin In Artek 2017 06 24 15

Creencias conspirativas y esoterismo. El trasfondo de estas iniciativas se mezclaba con la visión conspirativa que comparten Putin y Kovalchuk. Este último ha afirmado que Occidente desarrolla armas biológicas dirigidas específicamente contra rusos étnicos y que Estados Unidos habría creado una “subespecie de siervos” con limitada autoconciencia. 

Tales ideas se entrelazan con prácticas de dudosa base científica: Putin, pese a contar con acceso a la mejor sanidad, se somete supuestamente a baños con extractos de sangre de cuernos de ciervo siberiano, un tratamiento folclórico que en Rusia se atribuye a propiedades rejuvenecedoras y afrodisíacas.

Pioneros de la longevidad. La muerte el año pasado de Vladímir Khavinson, principal investigador ruso en longevidad marcó el final de una figura influyente en el desarrollo de fármacos rejuvenecedores supuestamente utilizados por líderes soviéticos como Brézhnev. 

Aunque no existen pruebas sólidas de su eficacia, personajes como Valentina Matviyenko, presidenta del Consejo de la Federación, o Alina Kabáeva, pareja rumoreada de Putin, figuran entre quienes habrían recurrido a sus tratamientos. Su legado científico, a medio camino entre la investigación biomédica y la pseudociencia, refleja la ambigüedad de la política rusa en este campo.

El sueño transhumanista. Más allá de los esfuerzos del Kremlin, figuras privadas también impulsan proyectos radicales: Dmitri Itskov, multimillonario ruso, financia desde hace años una iniciativa para transferir la conciencia humana a soportes artificiales en 2035, con la promesa de una vida indefinida. 

En la vecina Kazajistán, el expresidente Nursultán Nazarbáyev reclamó en 2010 que sus científicos descifraran el secreto de la inmortalidad, aunque a sus 84 años aún espera los frutos de aquel empeño. Ejemplos todos que ilustran cómo la aspiración de prolongar la vida se ha convertido en una obsesión recurrente entre las élites postsoviéticas.

La ambición china. Volviendo al encuentro que tuvo lugar ayer con ese audio entre ambos líderes, por parte de Xi, recordaba el New York Times que hasta ahora había evitado hablar en público sobre longevidad en términos tan ambiciosos como Putin, pero dejó entrever que comparte al menos la fascinación por una vida extendida.

A sus 72 años, ha suprimido los límites de mandato y busca un cuarto periodo en 2027 sin haber señalado un sucesor, lo que hace que su estabilidad física y política estén entrelazadas. Su referencia a los 150 años de vida encajaría con su discurso de “cuidar a los mayores” y garantizar bienestar en la vejez, aunque en su imagen pública ya se hacen visibles señales de edad como las canas, en contraste con la tradición de líderes que ocultan su envejecimiento.

Contexto histórico. Sea como fuere, el momento se produjo mientras ambos líderes, acompañados por Kim Jong-un, ascendían a la tribuna de la Puerta de Tiananmén para presenciar un desfile que mostró el arsenal más avanzado de China (aunque no todo). Esa exhibición de poder militar, junto con la conversación captada al azar, refleja el contraste entre la ambición de perpetuarse en el poder y la capacidad de proyectar fuerza a nivel global. 

La longevidad, tanto personal como política, se convierte así en una obsesión compartida: prolongar la vida no solo de los líderes, sino del sistema de poder que representan. Entre la ciencia, el simbolismo y la geopolítica, la conversación sugiere que tanto Moscú como Pekín ven en la “extensión” de la vida una metáfora de su objetivo más profundo: asegurar que su modelo político sobreviva tanto como ellos.

Imagen | Kremlin, Office of the President of Russia

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