Zuckerberg lleva 20 años construyendo su imperio de la atención. ChatGPT se lo está demoliendo pieza a pieza

El trabajo de Mark Zuckerberg no es hacer del mundo un lugar mejor. Tampoco lo es conectarnos con nuestros seres queridos y recuperar viejas amistades. No. El trabajo de Zuckerberg es uno y solo uno.
Tenernos. Pegados. A. La. Pantalla.
Es lo que lleva 20 años intentando con Facebook, Instagram o WhatsApp. Aquí no se trataba de permitir que compartiéramos fotos, comentarios y experiencias con nuestros contactos, sino mantenernos enganchados a sus aplicaciones a cualquier precio. Cuando conectar a la gente dejó de ser suficiente, llegó el hilo de noticias (News Feed) de Facebook, y cuando eso dejó de ser suficiente llegaron las stories y los reels y los vídeos cortos y los algoritmos tóxicos y el doomscrolling.
Todo eso le funcionó muy bien a Meta, que se convirtió junto a Google en la gran ganadora de internet y que ingresó (e ingresa) cantidades indecentes de dinero con la publicidad. Pero Zuckerberg se ha dado cuenta de que las redes sociales se enfrentan a la mayor amenaza existencial de su historia: la IA.
Porque la IA está logrando lo que no había logrado ninguna otra aplicación o plataforma en los últimos años: está robándole usuarios a Facebook, a Instagram, pero también a TikTok, a YouTube o a X. Cada segundo que un usuario pasa en ChatGPT preguntando o, cada vez más, conversando, es un segundo menos que no está en esas redes sociales.
Y eso es terrible para Meta, Google, ByteDance o X, porque de repente empiezan a ver cómo la economía de la atención quizás ya no esté en sus manos. Hay millones de usuarios que empiezan ya a echarse novias robóticas o que los usan como psicólogos o como simples amigos virtuales, leales y perfectos.
Y ocurre que no lo hacen en las redes sociales: se van a ChatGPT, se suscriben a Replika, o utilizan cualquiera de las muchas alternativas disponibles.
La carrera por la economía de la atención
Y las Big Tech se han dado cuenta. Saben que la economía de la atención se les está escapando, así que están haciendo todo lo que pueden para recuperarla. Por eso todas se han puesto como locas a invertir miles y miles y miles de millones de dólares en crear sus propios modelos de IA y megainfraestructuras que permitan a todo el mundo chatear con las máquinas sin parar.
Porque si la gente no quiere estar (tanto) en Facebook, X, TikTok o YouTube, no hay problema: para eso están Meta AI, Grok, Doubao o Gemini, que quieren convencerte de que hables con ellos en lugar de que lo hagas con ChatGPT o con cualquier otro. Si las redes sociales ya no son suficientes, nos dicen, no os preocupéis. Si queréis IAs para chatear con ellas, tendréis IAs para chatear con ellas.
Zuckerberg es un claro ejemplo de esa obsesión con la IA. Tras el fracaso —al menos hasta ahora— de su metaverso, nos ha metido Meta AI hasta en la sopa y está inundando de «AI Slop» sus redes sociales. Pero viendo además que su modelo abierto Llama no acababa de cuajar, ha cambiado el paso y ha creado un nuevo equipo galáctico de superinteligencia para lograr ganar la carrera del a IA. Perdón. Para ganar la carrera de la conquista de nuestra atención.
Que es exactamente lo mismo que persiguen Elon Musk y xAI con Grok, un bot que sí se ha infiltrado con éxito en X –no como Meta AI—. O con Google y Gemini, que tiene la ventaja de que es la IA por defecto en miles de millones de dispositivos Android. O con Microsoft, que persigue exactamente lo mismo con Copilot.
Estas IAs sin duda nos ayudan y nos ayudarán en muchos terrenos, pero las Big Tech saben que detrás de todas esas ventajas hay una meta mucho más importante: quien gane la carrera de la IA ganará la carrera de la economía de la atención. Y esa empresa, sea la que sea, nos tendrá absolutamente pegados a su IA.
Imagen | Airam Dato-on
En Xataka | La tapada de la IA es Meta. Lleva más de una década apostando por ella y ya tiene mucho más que LLaMa