Europa necesita una fábrica descomunal para actualizar su artillería. Así que está levantando una más grande que Gibraltar

Que la invasión rusa de Ucrania en 2022 activó todas las alertas en el resto de Europa está fuera de toda duda. Primero se habló de forma tibia de “rearme”, luego comenzaron a aparecer ideas del pasado y las primeras iniciativas (mención especial a la industria del automóvil) donde se percibía que algo se estaba gestando. Luego se confirmó que se empezaría por las carreteras, con Italia dando el pistoletazo de salida con una arquitectura imposible para la propaganda bélica.
Sin embargo, nada como los satélites para delatar el estado real de las cosas.
Reindustrialización sin precedentes. Lo contaba en exclusiva el Financial Times. La industria armamentística europea ha entrado en una fase de expansión acelerada, multiplicando por tres el ritmo de crecimiento habitual en tiempos de paz y sumando más de 7 millones de metros cuadrados (7 km²) en nuevas instalaciones (algo más que el tamaño de Gibraltar, de 6,8 km²).
Un análisis del medio basado en datos de radar de satélites Sentinel-1 de la Agencia Espacial Europea, que cubrió 150 instalaciones de 37 compañías, revela que un tercio de los emplazamientos dedicados a municiones y misiles muestra señales claras de ampliación o construcción. Se trata de un cambio generacional que está desplazando el modelo de producción “justo a tiempo” hacia una base industrial capaz de sostener un pie de guerra prolongado, con profundas implicaciones para la capacidad defensiva del continente y la sostenibilidad del suministro a Ucrania.
El papel del programa ASAP. Buena parte de esta expansión está vinculada al programa europeo Act in Support of Ammunition Production (ASAP), dotado con 500 millones de euros para resolver cuellos de botella en la fabricación de munición y misiles. De los 88 sitios asociados al ASAP, 20 muestran ampliaciones sustanciales, incluyendo fábricas y carreteras nuevas, mientras que 14 registran mejoras menores como aparcamientos.
Las plantas dedicadas a proyectiles (especialmente de artillería de 155 mm) concentran el grueso de las obras, reflejando su prioridad estratégica. Gracias a estas inversiones, la capacidad anual de producción de munición en Europa pasará de 300.000 unidades antes de la guerra a unos 2 millones a finales de este año, con empresas como Rheinmetall aumentando su producción de proyectiles de 155 mm de 70.000 en 2022 a 1,1 millones previstos para 2027.
Expansiones destacadas. En Várpalota, Hungría, Rheinmetall y la estatal N7 Holding han inaugurado una planta para munición de 30 mm destinada al vehículo de combate KF41 Lynx, que en el futuro fabricará proyectiles de artillería, munición para Leopard 2 y Panther, y contará con su propia planta de explosivos.
En Alemania, MBDA amplía su sede en Schrobenhausen con apoyo de 10 millones de euros del ASAP y un contrato de la OTAN por 5.600 millones de dólares para producir hasta 1.000 misiles Patriot GEM-T en suelo europeo. Noruega ha inaugurado una planta de Kongsberg, financiada con 62 millones de dólares, mientras que BAE Systems invierte más de 150 millones de libras en Reino Unido, incluyendo la multiplicación por 16 de su capacidad de producción de proyectiles de 155 mm en su planta de Glascoed, Gales.
Impacto económico. Aunque la producción potencial aumenta, responsables industriales y gubernamentales advierten que el volumen real aún quedará por debajo de la capacidad instalada, y que ciertas áreas siguen siendo vulnerables. Expertos como Fabian Hoffmann señalan que, para sostener la disuasión frente a Rusia, la OTAN debe reforzar su capacidad de misiles de largo alcance, cuya fabricación está limitada por la escasa producción de motores a reacción en miniatura y de cargas explosivas.
Estos elementos, junto con sistemas de defensa aérea y drones, figuran como posibles objetivos de un nuevo programa europeo de 1.500 millones de euros que replicaría el modelo ASAP y fomentaría la compra conjunta.
El delicado equilibrio. El crecimiento actual es resultado tanto de fondos europeos como de encargos nacionales, reflejando una convergencia política en torno a la necesidad de aumentar la masa industrial. Con todo, este impulso se enfrenta a la presión presupuestaria de la que ya hemos hablado, junto a la complejidad de las cadenas de suministro y la competencia tecnológica global.
En palabras de Baiba Braže, ministra de Exteriores de Letonia, se trata de un avance “muy positivo y necesario”, pero cuya eficacia dependerá de que la industria esté lista para responder a la creciente demanda de la OTAN y de que se utilicen los recursos públicos con efectividad. Si se quiere también, el reto para Europa no parece solo aumentar la capacidad productiva, sino mantenerla a largo plazo, garantizando que el esfuerzo de rearme que tanto se promociona no se diluya si el contexto político o económico cambia.
Imagen | RawPixel