Opinión

POR: EL HUSMEADOR

 «Austeridad de Palabra, Lujos y Corrupción: El Desmoronamiento de la 4T»

  • «Entre Lujos y Escándalos: La Corrupción que Desnuda a Morena”
  • La Falsa Austeridad y la Sombra de la Corrupción que Erosiona la 4T

La Cuarta Transformación (4T), el proyecto político que prometió un gobierno austero, humilde y libre de corrupción, enfrenta una crisis de credibilidad sin precedentes. Mientras el discurso oficial insiste en la «austeridad republicana» y la lucha contra los privilegios, las acciones de figuras clave de Morena revelan una realidad opuesta: viajes en primera clase, hospedajes en hoteles de lujo, excesos de los hijos del expresidente López Obrador y, en los últimos días, escándalos de corrupción que han dominado los titulares de los medios. Esta incongruencia no solo pone en duda la coherencia de Morena, sino que amenaza con desmoronar la confianza en un movimiento que se autoproclama transformador. El expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la presidenta Claudia Sheinbaum han hecho de la austeridad y la honestidad sus banderas principales. Sin embargo, los lujos de algunos morenistas pintan un cuadro muy diferente. Andrés Manuel López Beltrán, hijo de AMLO y secretario de Organización de Morena, fue captado en un hotel de cinco estrellas en Tokio, acompañado de Daniel Asaf, exjefe de la Ayudantía. Las imágenes, ampliamente difundidas, muestran un estilo de vida que choca con el discurso de la «pobreza franciscana». Otros hijos de AMLO, como José Ramón y Gonzalo, han sido señalados por disfrutar de privilegios que contrastan con la narrativa de humildad de la 4T, alimentando la percepción de una élite desconectada del pueblo. Diputados y senadores de Morena, quienes deberían encarnar los valores de la austeridad, también han sido exhibidos en excesos. Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado, fue fotografiado desayunando en el lujoso hotel Rosewood Villa Magna en Madrid, mientras que Mario Delgado, secretario de Educación, apareció en un restaurante exclusivo en Lisboa. Sergio Mayer, diputado morenista, generó controversia al quejarse de problemas con su tarjeta American Express mientras vacacionaba en Europa, un lujo que difícilmente resuena con la base social que Morena dice representar. A esto se suman reportes de vehículos de lujo utilizados por legisladores y remodelaciones costosas en espacios como el estacionamiento de la Cámara de Diputados, ordenadas por la bancada morenista. Estas acciones contradicen el discurso de un partido que critica los excesos de las élites mientras sus miembros los replican. Sin embargo, el golpe más duro a la credibilidad de la 4T ha llegado en las últimas semanas con una ola de escándalos de corrupción que han acaparado los medios. Reportes recientes han destapado presuntas irregularidades en contratos millonarios otorgados a empresas cercanas a funcionarios de Morena, así como desvíos de fondos públicos en programas sociales emblemáticos. Por ejemplo, investigaciones periodísticas han señalado a funcionarios de alto nivel en la Secretaría de Bienestar por presunto mal manejo de recursos destinados a programas como Jóvenes Construyendo el Futuro. Además, la Auditoría Superior de la Federación ha reportado inconsistencias en el manejo de recursos en proyectos clave, como el Tren Maya, donde se han identificado sobrecostos y contratos opacos. Estos escándalos, ampliamente discutidos en medios y redes sociales, han reforzado la percepción de que la 4T no solo falla en cumplir su promesa de austeridad, sino que también ha caído en las mismas prácticas corruptas que prometió erradicar. La respuesta de algunos líderes de Morena a estas críticas ha sido evasiva o confrontacional. Gerardo Fernández Noroña, senador y presidente de la Cámara de Senadores, ha calificado las acusaciones de lujos como «clasistas» y ha minimizado los señalamientos de corrupción, atribuyéndose a una campaña de desprestigio de la oposición. Esta postura, lejos de calmar las aguas, agrava la percepción de una élite política que se niega a rendir cuentas. Si los líderes de Morena desestima las críticas ciudadanas y mediáticas, ¿cómo pueden esperar mantener la confianza de una población que enfrenta carencias diarias mientras observa los excesos y los escándalos? La oposición, particularmente el PAN y el PRI, ha capitalizado estas contradicciones, acusando a Morena de predicar austeridad y honestidad mientras sus miembros viven «la gran vida» y se ven envueltos en corruptelas. La narrativa de la 4T, que se construyó sobre la promesa de acabar con los privilegios y la corrupción, se desmorona ante la evidencia de lujos y escándalos. Como dice Sheinbaum, «el pueblo evalúa», y el pueblo, cada vez más desencantado, observa con escepticismo a un movimiento que parece traicionar sus propios principios. La 4T enfrenta un desafío existencial: alinear sus acciones con su discurso o arriesgarse a perder la legitimidad que tanto le costó construir. Mientras los morenistas sigan disfrutando de lujos y los escándalos de corrupción sigan acumulándose, la confianza en el proyecto se erosionará irremediablemente. La pregunta no es si el pueblo seguirá creyendo en la 4T, sino cuánto tiempo tolerará una transformación que, en la práctica, parece cada vez más una simulación.

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