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Madrid se ha pasado meses sin saber qué demonios hacer con toneladas de arena del volcán de La Palma. Hasta ahora

Cada verano tiene su culebrón informativo. Eso no es ninguna novedad. Lo que sí resulta menos habitual es que, como está ocurriendo en La Palma, lo protagonicen unos cuantos sacos de arena. Suena extraño, pero es que al fin y al cabo también lo es la historia de las 24 toneladas de arena volcánica que en mayo viajaron 1.800 kilómetros para poner en valor la cultura canaria y luego acabaron abandonados.

Del caso ya os hablamos hace unas semanas.

Ahora al fin conocemos su conclusión, que no es menos sorprendente.

Arena volcánica… y viajera. Hace unos meses, en mayo, las autoridades canarias tuvieron una idea peculiar: recogieron más de 20 toneladas de arena del volcán Tajogaite (La Palma), la prepararon y metieron en grandes sacos y luego la subieron a bordo de un barco que la trasladó a Cádiz, desde donde volvió a viajar a bordo de camiones hasta Madrid. Tardó varios días en cubrir todo el trayecto. Una vez en la capital abrieron los sacos y desparramaron aquellos granos negruzcos en plena plaza de Callao, dibujando un enorme, oscuro y brillante círculo.

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Y todo eso, ¿para qué? Para poner en valor la lucha canaria, un deporte  popular en las islas, pero que muchos desconocen en la península. Coincidiendo con el mes de Canarias, el 17 de mayo se preparó el terreno de juego al aire libre en la plaza de Callao y se dispuso todo para que dos de los equipos con más huella en las islas, El Saladar de Jandía y el Candelaria de Mirca, disputasen en Madrid una de las jornadas más emblemáticas del Torneo DISA Gobierno de Canarias.

Como se encargó de recalcar el Gobierno regional, fue la primera vez en la extensísima historia del deporte insular en que se celebró una jornada de lucha oficial en el centro de Madrid. Pero aun así, para darle más épica, decidieron que los luchadores se midiesen sobre auténtica tierra volcánica de La Palma. De ahí todo el despliegue logístico de sacos, permisos, barco, camiones y grúa.

Primera parada: Plaza de Callao. La experiencia fue un éxito. Además de la arena, en Callao se instalaron gradas y la cita atrajo a un público nutrido en el que se incluían algunas autoridades, como el presidente insular, Fernando Clavijo.

«Pelear sobre la arena con la que tantos palmeros siguen luchando para salir adelante fue un momento espectacular. Se nos quedó a grabados en la memoria», reconoce en El Periódico de España (EPE) Lorena Hernández, directora general de deportes autóctonos del Gobierno regional. Al principio lo de la arena, recuerda, sonaba como «una locura», pero la idea salió adelante por su «romanticismo».

¿Y qué hago con toda esta arena? Esa era la siguiente pregunta. Una vez terminada la competición y concluida la experiencia la siguiente pregunta era qué hacer con aquellas 24 toneladas (algunas versiones hablan de 20) expulsadas en su día por el volcán Tajogaipe. Podían emprender el camino de vuelta a La Palma. O podían quedarse en Madrid como un regalo, que fue la idea que acabó cuajando.

Hubo quien pensó que los granos quedarían divinamente en las chanchas de voleibol madrileñas y con ese propósito se reservaron, pero había un problema: la arena se calentaba demasiado, por lo que no era buena idea dedicarla a ese fin.

Segunda parada: Torrelodones. La historia de aquellas sacas de arena volcánica acabó llamando la atención de los reporteros de elDiario.es, que el 4 de julio, semanas después de la competición en Callao, publicó un reportaje con un titular sugerente: «Sin rastro de las 24 toneladas de arena del volcán de La Palma que Canarias regaló a Madrid para campos de vóley playa». El periódico contaba que el Consistorio no tenía constancia de que se fuesen a dedicar arena volcánica a a sus campos de voleibol. Aparentemente se había perdido la pista al material.

El misterio no duró poco. Un día después el mismo medio revelaba que la arena de la discordia estaba en realidad en un almacén de Torrelodones, donde acumulaban polvo a la espera de que el Ayuntamiento ultimase un pacto para aceptar las sacas formalmente y buscarle un nuevo uso. Descartado lo de los campos de vóley y sin planes a corto plazo de que la lucha canaria fuese a arraigar en Madrid, ya por entonces se apuntaba a que podía dársele un tercer uso: medioambiental.

Tercera parada: «jardín seco». La historia pareció concluir ahí, pero EPE acaba de aportar un nuevo dato que (al menos aparentemente) pone el punto y final al culebrón de la arena volcánica, al menos de momento: en vez de destinarse a pistas deportivas, la arena se dedicará a jardines. Y no de cualquier tipo. Se habla de «jardines secos». Una de las ideas sobre la mesa es crear un jardín con especies de bajo consumo hídrico y una tipología similar a los que existen en las Canarias.

Otra opción es usarla en otros espacios verdes para aprovechar las propiedades del material, de estructura porosa, buena para el drenaje y que evita que el terreno se encharque. «Se trata de un material alto en minerales, en las plataneras canarias ha funcionado de maravilla. Si la arena puede tener un segundo uso y crear un espacio verde con la arena de La Palma, será maravilloso», reconoce Hernández.

¿Por qué tarda tanto? Sencillo: burocracia. El cabildo había elaborado ya un documento con los detalles de la donación, pero ahora toca modificarlo: en vez de destinar la arena a usos deportivos se dedicará a los parques y jardines de Madrid.

«Al ser una donación entre instituciones públicas, requiere mucho papeleo. Con esto, creemos que podremos poner fin a la gestión en una o dos semanas», explican a EPE tras concretar que hace unos días se solicitó nueva documentación. Mientras los trámites avanzan en los despachos, en la nave de Torrelodones sigue la que probablemente sea la arena más viajera en la historia de La Palma.

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