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Cada vez hay más estudios que vinculan el café con vivir más. Y es muy fácil meter la pata al preparar ese café 'filosofal'

Numerosos mitos han acompañado al café durante las últimas décadas, muchos relacionados con la cafeína. Sin embargo, estos últimos años cada vez más estudios están investigando las propiedades beneficiosas del café en nuestro organismo. Se está relacionando con una menor probabilidad de morir por enfermedades cardiovasculares o con beneficios para nuestros riñones. Aún hay incógnitas, como su influencia en el cerebro, pero últimamente la tendencia es estudiar la relación entre tomar café y vivir más.

Y están encontrando brotes verdes.

Alargando la esperanza de vida. La idea de que el café reduce las posibilidades de una muerte prematura es algo que lleva un tiempo circulando, pero que este año ha acaparado titulares porque se están publicando varios estudios al respecto. Investigadores de la Universidad Tufts, en Massachusetts, han publicado un estudio en el que han relacionado el consumo de una o dos tazas al día con un menor riesgo de muerte por cualquier causa y por enfermedades cardiovasculares.

Fang Zhang es la autora principal del estudio y considera que es importante que se estudie la relación entre el café y la longevidad, teniendo en cuenta que “casi la mitad de los adultos estadounidenses beben, al menos, una taza al día”. Esos datos se pueden extrapolar, ya que el café es, por detrás del agua, la bebida más consumida en el mundo.

El estudio. Para probar esa relación, los investigadores estudiaron datos de más de 46.000 adultos estadounidenses mayores de 20 años que han sido recopilados en encuestas de salud durante las últimas dos décadas. De esa muestra, 7.074 personas murieron, y esas muertes se cruzaron con el consumo del café.

¿Qué encontraron? Que los adultos que bebían café mostraban un riesgo notablemente menor de mortalidad por cualquier causa. Una taza de café al día se ha asociado a una reducción del 16% en el riesgo de mortalidad. Con dos a tres tazas diarias, el porcentaje aumentó al 17%, y con más tazas al día no se observaron reducciones adicionales. Por el camino, no consiguieron relacionar los resultados de mortalidad debida al cáncer con el consumo del café -otro de los mitos que han circulado-.

Los aditivos. Ahora bien, no vale con tomar el café de cualquier manera. Bingjie Zhou es una epidemióloga de Tufts que ha participado en el estudio y comenta que “pocos han analizado cómo los aditivos podrían afectar a esa relación entre el consumo de café y el riesgo de morir”. ¿A qué aditivos se refiere? Al azúcar y a la grasa saturada que puede estar en la leche, sí, pero también en aceite y otros añadidos que algunas cadenas implementan a sus bebidas.

Cuando se añade una pequeña cantidad de azúcar o de grasa saturada (presente en la mencionada leche entera, pero también en la nata), esa relación beneficiosa desaparece. Por tanto, habría que tomar el café solo para que se den los resultados que los investigadores consiguieron segmentar.

Cafeína. Zhang afirma que “los beneficios del café para la salud podrían deberse a sus compuestos bioactivos”, pero también comenta que la clave no parece estar tanto en el café… como en la cafeína. Y es que, si los efectos positivos del café desaparecen al añadir grasa saturada o azúcar, también se diluyen cuando el café es descafeinado.

Los bebedores de café descafeinado no han mostrado esas diferencias en las tasas de mortalidad, una conclusión similar a la que han llegado otros estudios que van más lejos al apuntar que lo beneficioso es la combinación de café y cafeína, no sólo el café o sólo la cafeína. Un Monster o un Red Bull no valdrían, en definitiva.

Queda camino por delante. Ahora bien, ambos estudios son observacionales, lo que significa que están limitados a la hora de examinar la causa y efecto directo de la toma de café. De hecho, al no ser un entorno controlado, sino una simple encuesta, admiten que la falta de una asociación significativa entre el café descafeinado y la mortalidad podría deberse a que el consumo de este tipo de café es mucho más bajo.

Como decimos, de momento esos estudios que están conectando el consumo del café con la mortalidad son limitados, pero que hayan aparecido varios sobre lo mismo durante los últimos meses indica un interés en conocer ese nexo. Además, son la base para posteriores investigaciones que analicen cómo los múltiples componentes del café o la hora del día a la que lo tomamos –que también se está estudiando– afecta a esa relación.

Imagen | Nathan Dumlao

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