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Un número ha revelado lo que era un secreto hasta ahora: China ya tiene su “caza invisible” listo para la acción, y por partida doble

No hay anuncio oficial. Pero China vuelve a dejar pistas. Esta vez llegan desde una fotografía publicada en Weibo y replicada en X: dos J-35 vuelan en formación cerrada. Lo que los diferencia de los prototipos vistos hasta ahora son sus números de construcción, “0011” y “0012”, claramente visibles en el fuselaje. Es un indicio sólido de que el programa ha entrado en una fase de producción en serie limitada, la típica LRIP previa al despliegue operativo.

Matrículas LRIP, emblemas y un tiburón en la cola. La imagen parece proceder de un canal oficial de la Armada china. A los números se suman otros detalles que refuerzan la hipótesis: emblemas nacionales en las aletas verticales, una librea gris táctica y un motivo de tiburón en la deriva. El especialista Andreas Rupprecht, consultado por medios especializados como War Zone, ha señalado reiteradamente estos guiños visuales en aeronaves navales chinas.

También los pilotos dan pistas: llevan cascos azules brillantes, exactamente el tipo de casco que usan los aviadores del J-15 en unidades de primera línea. Todo ello sugiere que estos J-35 ya están asignados a la Armada y en fase de validación previa a su entrada en servicio.

Del FC-31 al J-35: la variante navalizada que China necesitaba. El J-35 deriva del FC-31, el proyecto furtivo de Shenyang para un caza más compacto que el J-20. El primer prototipo navalizado voló en 2021; el segundo se vio en 2022 con un esquema gris de baja visibilidad y, en 2023, surgieron imágenes borrosas de lo que podría haber sido un tercer aparato. Ahora, con los ejemplares 0011 y 0012, hablamos de unidades que encajan ya con una configuración de serie inicial.

El diseño está pensado para operar desde portaaviones con catapultas, como el Type 003 Fujian, aún en pruebas. Es el paso lógico en una Armada que lleva años entrenando en instalaciones terrestres que simulan cubiertas CATOBAR.

Motores: WS-19 frente a WS-21, un rompecabezas aún sin resolver. La planta motriz sigue siendo una incógnita. Algunos sugieren que la versión terrestre, J-35A, ya monta el WS-19 definitivo, identificable por toberas más oscuras. En cambio, los ejemplares navales, con toberas claras, podrían estar impulsados por el WS-21, una evolución del WS-13 usado en los prototipos iniciales. No hay confirmación oficial y es probable que Shenyang siga ajustando los motores en paralelo al avance del programa.

Ambos aviones llevan bajo el vientre una lente Luneburg atornillada, un reflector de radar que se instala cuando no se requiere baja observabilidad total o cuando se quiere enmascarar la firma real del aparato ante terceros.

¿Pruebas en portaaviones? Por ahora no hay fotos que lo demuestren. Con los aviones aparentemente ya en manos de la Armada, los ensayos embarcados son el siguiente paso lógico si no han comenzado ya. También se habla de una posible presentación pública en septiembre, durante los actos por el 80.º aniversario de la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Habrá que ver si Pekín aprovecha esa ocasión para exhibirlo.

Una pieza más en el puzle del poder aéreo embarcado chino. El J-35 se suma al KJ-600 de alerta temprana embarcado y a los drones furtivos que China tiene en desarrollo. Todo apunta a que el país quiere un ala aérea embarcada más compleja y comparable a la de Estados Unidos. Falta saber cuánto tardará en alcanzar capacidades operativas reales con esta nueva generación de plataformas.

Imágenes | Thomas Despeyroux | 沙丘里的回声 (Weibo)

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