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¿Cuánta carne es demasiada carne? Así está cambiando el debate sobre la carne

Por años nos han dicho que la carne es fuente de proteínas, hierro y tradición. En muchas culturas, es la reina del plato. Pero hoy, entre los crecientes problemas de salud pública y las urgencias ambientales, la pregunta ya no es si debemos comer carne sino cuánta carne es demasiada carne. La respuesta no es tan simple como parece.

El mapa del consumo. La carne sigue siendo protagonista en nuestras mesas, pero su impacto se dispara. En las últimas décadas, su producción y consumo han crecido de forma acelerada: Statista y Our World in Data estiman que podríamos llegar a las 570 millones de toneladas anuales en 2030, un aumento vinculado al crecimiento demográfico y económico global.

Países como España, Francia, Estados Unidos o Japón, los niveles de consumo superan los 100 kg por persona al año. Sin embargo, según un estudio publicado en Nature Food, más de 255 gramos de carne blanca a la semana ya pone en entredicho la capacidad del planeta para regenerar los recursos que requiere esta industria. La carne roja, directamente, queda fuera de cualquier dieta compatible con la sostenibilidad, según Caroline Gebara, autora principal del estudio.

Menos es más. Desde la medicina y la ciencia nutricional, el mensaje es cada vez más claro: reducir el consumo de carne —especialmente la roja y procesada— es beneficioso. Según Healthline y estudios recogidos en MIT Press Reader, su ingesta está relacionada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer colorrectal y mortalidad general.

En el curso de oncología integrativa de la Universidad de Santiago de Compostela, la catedrática de Nutrición Lourdes Vázquez explicó para La Voz de Galicia que el enfoque debe ser integral: “Cuanto más alimentos de origen vegetal, mejor. No queremos demonizar, pero el conjunto de la dieta cuenta”.

Desde Bruselas, la Unión Europea ha puesto cifras al consejo: limitar la carne roja a 300-500 g por semana, y la procesada a no más de 30-150 g, dependiendo del país. En el caso español, las guías alimentarias recomiendan de 0 a 3 raciones semanales, con preferencia por carnes blancas como el pollo o el conejo.

Lo que dice la evolución. Sabemos que los humanos comen carne desde hace miles de años. Lo que no está tan claro es cuándo empezó a jugar un papel clave en nuestra dieta. Un estudio comentado en The Conversation, que analizó isótopos de nitrógeno en dientes fósiles de Australopithecus en Sudáfrica, apunta a que estos antecesores nuestros comían sobre todo plantas. Sin embargo, una hipótesis contraria, citada aquí en Xataka, plantea que durante gran parte del Paleolítico fuimos hipercarnívoros, cazando grandes mamíferos y desarrollando adaptaciones fisiológicas para el consumo frecuente de carne.

Frente a ambas posturas, el biólogo Gidon Eshel cuestiona la utilidad de apelar a la evolución para justificar hábitos modernos. En su ensayo para MIT Press Reader ha afirmado: “La evolución no prescribe nuestras dietas actuales. Si más de dos de cada diez alimentos vegetales pueden reemplazar nutricionalmente a la carne, entonces la carne no es indispensable”.

¿Dejarla del todo? No se trata necesariamente de convertirse en vegetarianos o veganos de un día para otro. Existen alternativas graduales, como el pescetarianismo, basado en vegetales y pescado, o el flexitarianismo, una opción más flexible que no elimina la carne, pero sí reduce su frecuencia y cantidad, fomentando el consumo de legumbres, vegetales y cereales integrales. Solo son diferentes enfoques que muestran como un puente para adaptarse a distintos contextos personales, culturales o económicos.

Una dieta más consciente. Entonces, ¿cuánta carne es demasiada carne? La respuesta no es un número exacto, sino una invitación a la moderación. Comer menos carne, de mejor calidad, acompañada de más vegetales, frutas y legumbres no solo mejora la salud individual: es una medida concreta para preservar el planeta.

Reducir el consumo de carne no implica renunciar al placer de comer. Significa adoptar una forma de alimentarse más consciente, informada y sostenible. Como concluye el estudio publicado en Nature Food, existen muchas combinaciones dietéticas que permiten mantener la salud y cuidar el entorno. No se trata de prohibir, sino de transformar. 

Imagen | Unsplash

Xataka | Un estudio ha llegado a una feliz conclusión sobre un popular suplemento alimenticio: sirve para enfadarse menos

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