Ultimas Noticias

EEUU ha recordado lo que hizo en la Segunda Guerra Mundial y ha presentado a LUCAS: una copia del arma rusa más letal

No es ningún secreto que la guerra en Ucrania ha elevado a los drones como las herramientas de combate de las contiendas del nuevo siglo. Y de entre todos los modelos, el Shahed iraní que Rusia ha multiplicado con su propia versión destaca por encima del resto. Estados Unidos lleva tiempo tratando de ponerse al día en este sector, así que acaba de presentar el dispositivo no tripulado que hará de lanzadera a ese cambio de paradigma. Y sí, se parece mucho a lo de Ucrania.

Acelerón de Shaheds. Lo contamos esta semana. La televisión estatal rusa mostró imágenes impactantes de un complejo industrial donde se fabrican los drones kamikaze Shahed-136, diseñados por Irán y ensamblados a escala industrial por Rusia. Según estimaciones del general alemán Christian Freuding, el ritmo de producción se ha multiplicado por diez en un año, hasta permitir la posibilidad de lanzar más de 700 unidades en una sola noche.

A ese ritmo, Moscú podría alcanzar los 2.000 lanzamientos diarios antes de que finalice el año. Un esfuerzo sin precedentes que ilustra una doctrina militar basada no en la precisión, sino en la saturación, lo que ha obligado a Estados Unidos a contemplar seriamente su propia entrada en la guerra de los drones de bajo coste y producción masiva.

Tomahawks vs Shaheds. Y aquí venía el principal problema. La doctrina militar estadounidense ha estado tradicionalmente centrada en plataformas de alta tecnología como el misil de crucero Tomahawk: un proyectil de precisión con un alcance de más de 1.500 kilómetros, velocidad subsónica y una cabeza de guerra de 450 kilos. Pero con un coste de casi dos millones de dólares por unidad, su uso masivo se vuelve prohibitivo.

En contraste, los drones Shahed rusos, aunque lentos y con cargas explosivas más modestas, cuestan apenas 35.000 dólares y pueden lanzarse en enjambres. Incluso si el 90% son derribados, como ocurrió el 12 de julio en Ucrania, el volumen restante sigue siendo capaz de saturar defensas y causar daños. La lógica del “cuando la cantidad se convierte en calidad” ha ganado terreno. La diferencia en costes operativos, más que en prestaciones, está redefiniendo las reglas del combate moderno.

LUCAS

LUCAS

LUCAS, el modelo de EEUU. Ante esta realidad, y con Trump presionando (exigió un dron de combate “como el Shahed, pero por 40.000 dólares, no 41 millones”), el Pentágono ha presentado el sistema LUCAS (Low-Cost Uncrewed Combat Attack System). Estamos, en esencia, ante un clon estadounidense del Shahed, aunque LUCAS también apunta a una variante del FLM-136, un dron producido por la pequeña empresa SpektreWorks de Arizona, cuyo propósito original era servir como blanco aéreo de entrenamiento.

Pese a su aspecto similar al del Shahed, sus capacidades operativas están algo por debajo: pesa la mitad, carga menos explosivos y tiene un alcance menor. Además, carece de una línea de producción comparable a la rusa, lo que dificulta su viabilidad para un despliegue masivo. Su verdadero coste por unidad es aún desconocido, aunque es presumiblemente inferior a los Tomahawk, pero posiblemente muy superior al estándar iraní.

Jb 2 Loon V 1 Buzz Bomb Usaf

El Jb 2 Loon V 1

Vuelta a la 2GM. La idea de copiar armas enemigas para producirlas en masa no es nueva para Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, el país diseñó el JB-2 “Loon”, una réplica del misil alemán V-1, concebido para ser lanzado desde portaviones y bombardear Japón sin arriesgar pilotos. Aunque el plan fue abandonado tras la rendición japonesa, dejó una lección sobre el poder estratégico de la producción en serie.

Hoy, voces como la de Palmer Luckey, fundador de Anduril, abogan por volver a ese enfoque de volumen: producir miles de drones baratos, como su modelo Barracuda, para saturar al enemigo. Sin embargo, dichos productos no estuvieron presentes en la reciente exhibición del Pentágono, lo que sugiere que el compromiso institucional con este enfoque aún no es firme.

Ucrania como banco de pruebas. Mientras, Ucrania ha adoptado la lógica del volumen con notable eficacia. El país planea lanzar 30.000 drones de ataque contra Rusia en 2025, combinando modelos sofisticados con soluciones de bajo coste ensambladas con tubos de plástico y componentes civiles. Su enfoque híbrido y pragmático está redefiniendo las expectativas sobre el poder aéreo en conflictos asimétricos.

Frente a esta dinámica, Estados Unidos se encuentra rezagado, tanto en capacidad industrial como en mentalidad estratégica, atrapado aún entre el paradigma de la alta precisión costosa y la realidad de una guerra que premia la simplicidad replicable.

Revolución de escala. De fondo, algo que hemos venido contando estos meses. La aparición de enjambres de drones baratos y eficaces está transformando la guerra aérea contemporánea, exigiendo a las potencias tradicionales una revisión profunda de sus sistemas de armamento y sus industrias de defensa. Si bien el Pentágono ha reaccionado con iniciativas como LUCAS, su limitado rendimiento y procedencia como dron de entrenamiento indican más una respuesta simbólica que una solución real al desafío planteado por Rusia e Irán.

En este nuevo escenario, donde el coste y la escala son determinantes, Washington deberá decidir si está dispuesto a abandonar su modelo elitista de guerra de precisión en favor de una estrategia adaptada a los combates del siglo XXI, aunque sea copiando, como ya se hacía en las guerras del siglo XX. De lo contrario, seguirá llegando tarde a una contienda que ya se libra en enjambres.

Imagen | US Navy, X

En Xataka | Una enorme fábrica secreta está inclinando la balanza en la guerra de Ucrania. Rusia está multiplicando un ejército implacable

En Xataka | No es que la guerra sea asimétrica, es que Rusia está atacando con shaheds de carga termobárica y Ucrania con perdigones

source

Mostrar más
Botón volver arriba