Un simple dibujo en una moneda ha revelado algo más importante: el regreso de las bombas nucleares a Europa

La maquinaria belicista es un escenario plagado de simbología. No hablamos de meros adornos, se trata de un lenguaje propio que sirve para recordar, para comunicar intenciones o incluso para sembrar mensajes tanto en el bando aliado como en el enemigo. Desde los emblemas en los uniformes hasta los escudos pintados en los fuselajes, pasando por insignias o banderas izadas en territorios conquistados, cada símbolo puede condensar siglos de historia o proyectar lo que está por venir. Esto último es lo que ha revelado una simple moneda.
Lo que la política oculta. Un hallazgo en la cultura visual de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha ofrecido la señal más clara hasta la fecha de que las armas nucleares han regresado a Europa, concretamente a la base aérea de RAF Lakenheath, en Inglaterra, tras casi dos décadas de ausencia.
La clave: las denominadas como monedas de desafío, también conocidas como «objetos metálicos redondos» o RMO, una parte muy importante de la cultura y la tradición de la aviación militar. Estas monedas incluyen características como la designación de la unidad, los colores, la mascota, el apodo, los lemas y eslóganes, la simbología y referencias a su historia y tradición.
El símbolo. La pieza en cuestión es una moneda conmemorativa oficial del 493rd Fighter Generation Squadron (FGS), una unidad reactivada en 2023 y parte del 48th Fighter Wing, que muestra sin ambigüedad una bomba nuclear B61 y un hongo atómico, elementos visuales que remiten de forma inequívoca a una misión nuclear activa. La captura de la moneda es obra de Tony Osborne, editor de la sección de Defensa Europea en Aviation Week.
La unidad en cuestión, que junto con la 494th FGS constituye uno de los primeros escuadrones de mantenimiento de quinta generación en Europa, apoya directamente a los escuadrones de combate del F-35A, el cazabombardero más avanzado del arsenal occidental y plenamente compatible con la versión más moderna de la bomba B61: la B61-12. Desde 2021, Lakenheath es además la primera ala de la Fuerza Aérea estadounidense fuera de Estados Unidos que opera estos cazas.

Una de las caras de la moneda (la otra en portada)
Retorno silencioso de la disuasión. Aunque el Pentágono mantiene su tradicional política de «ni confirmar ni negar» la presencia de armas nucleares en ubicaciones específicas, múltiples indicios convergen en señalar que las bombas B61 ya han sido desplegadas o están a punto de llegar a Lakenheath.
Entre ellos destaca un vuelo del C-17A RCH4574, detectado por fuentes de inteligencia de código abierto, que partió de la base nuclear de Kirtland, Nuevo México, tras una escala en McChord, y aterrizó en Lakenheath el 18 de julio. La aeronave pertenece al 62nd Airlift Wing, la única unidad certificada para transportar armas nucleares de forma rutinaria. Este trayecto, junto con la estancia del avión en la zona del centro de armas nucleares de Kirtland, sugiere un traslado operativo más que un ejercicio logístico.

Versión de prueba inerte de una B61 en una bóveda subterránea del Sistema de Almacenamiento y Seguridad de Armas (WS3) en la Base Aérea de Volkel, Países Bajos
Otras pistas. Además, desde 2022 se ha documentado la modernización de 28 de los 33 refugios para aeronaves en Lakenheath, equipándolos con bóvedas subterráneas WS3 destinadas al almacenamiento seguro de armas nucleares. Estas reformas forman parte del programa de inversiones en seguridad de la OTAN (NSIP), en cuyo presupuesto de 2023 se incluye explícitamente el Reino Unido para instalaciones de “almacenamiento especial”.
A esto se suman contratos del Departamento de Defensa que mencionan la “misión nuclear inminente” del 48th Security Forces Squadron, así como entrenamientos específicos para personal nuclear, un caldo de cultivo que confirma que la infraestructura necesaria estaría ya operativa.
Lakenheath, pivote estratégico en la disuasión europea. La posible reintroducción permanente de armas nucleares en Lakenheath no debe entenderse como un gesto aislado, sino como parte de un reajuste estratégico en la postura nuclear de Estados Unidos en Europa. La base podría servir tanto como punto de almacenamiento permanente como plataforma de respaldo para otras instalaciones nucleares ya conocidas, como Kleine Brogel (Bélgica), Büchel (Alemania), Aviano y Ghedi (Italia), Volkel (Países Bajos) e Incirlik (Turquía).
De todas ellas, Lakenheath destaca no solo por su infraestructura renovada, sino también por su capacidad de operar F-35A, lo que la posiciona como un nodo clave para la futura doctrina de disuasión nuclear táctica en Europa.

Base aérea de Lakenheath
Por qué UK. Aquí es importante resaltar que el Reino Unido, aunque oficialmente no participa en el programa de reparto nuclear de la OTAN, ha expresado su interés en adquirir F-35A (además de sus actuales F-35B de despegue corto y aterrizaje vertical) y podría eventualmente integrarse en el uso de las B61-12 bajo acuerdos bilaterales con Estados Unidos.
Esto abriría la posibilidad de que cazas británicos armados con armas nucleares estadounidenses operen desde Lakenheath en coordinación con los escuadrones estadounidenses ya desplegados.
B61-12 y F-35A: nueva ecuación de poder nuclear. En cuanto a la nueva bomba B61-12, representa un salto cualitativo dentro del arsenal táctico nuclear estadounidense. Dotada de un sistema de guiado de precisión mediante una cola con navegación inercial y cohetes de estabilización, permite ataques nucleares con una precisión mucho mayor que sus predecesoras.
Combinada con la capacidad furtiva y de penetración del F-35A, convierte a este dúo en una plataforma estratégica con capacidad de respuesta flexible, ideal para escenarios de disuasión dinámica en el flanco este de la OTAN. Se estima que unas 100 bombas B61-12 de propiedad estadounidense están actualmente desplegadas en Europa, y su redistribución, con Lakenheath como nueva sede, podría reforzar la credibilidad del paraguas nuclear de Estados Unidos.
Disuasión compartida vs autonomía nuclear. Lo contamos hace unos días. Desde la llegada de Trump al poder, ha crecido entre los aliados europeos (especialmente Francia y el Reino Unido) la preocupación de que Washington reduzca o incluso cancele su compromiso con el programa de reparto nuclear de la OTAN.
Este temor ha reavivado debates sobre la necesidad de construir una disuasión nuclear europea autónoma. En ese contexto, el posible retorno de armas nucleares a territorio británico actúa como contrapeso y reafirmación del compromiso estadounidense, aunque no cierra del todo las inquietudes sobre la sostenibilidad a largo plazo del modelo actual.
Una señal clara. Sea como fuere, la simbología de una moneda conmemorativa puede parecer anecdótica, pero en este caso condensa un mensaje claro: la misión nuclear de Estados Unidos en Europa no solo sigue vigente, sino que se está adaptando y fortaleciendo ante un escenario geopolítico cada vez más volátil.
El regreso de bombas B61 a Lakenheath, si se confirma plenamente, marcará un hito en la evolución de la disuasión nuclear occidental en el siglo XXI y devolvería al Reino Unido un papel central en la arquitectura de seguridad nuclear de la OTAN. En medio de la creciente tensión con Rusia, esta reconfiguración puede entenderse como una advertencia silenciosa pero inequívoca: la disuasión no ha muerto, solo ha cambiado de rostro y ha vuelto más cerca de casa.
Imagen | DOD, Tony Osborne, US Air Force, John Fielding