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Hace 150 años encontramos un montón de remaches en un túmulo funerario. Resultó ser el mayor barco vikingo de Noruega

Desde series para todas las edades como ‘Vivky el Vikingo’ o la cruda ‘Vikings’, películas como ‘El Guerrero nº13’ o ‘Cómo entrenar a tu dragón’ y videojuegos como ‘Assassin’s Creed Valhalla’ o ‘The Banner Saga’, los vikingos han resistido modas y el paso del tiempo. Y uno de sus elementos más reconocibles son sus barcos. Siguen causando asombro y, de entre todos, hay uno que descubrimos por casualidad y resultó ser el rey del mar vikingo.

El Myklebust.

El hallazgo. Ese misticismo y que parezca que no pasan de moda, contrasta con los apenas 300 años que duró la Era Vikinga. Habla bien de su leyenda, y barcos como el Myklebust son una parte esencial de la misma. Siglos después de su era, en 1874, el arqueólogo Anders Lorange dio con unos extraños restos en una granja al oeste de Noruega.

Estaban dentro del túmulo funerario Rundehagjen, en la granja Myklebust, y entre muchas otras cosas, encontró una gran cantidad de remaches de un barco. Lamentablemente, todo en bastante mal estado debido a que el barco quedó enterrado tras ser cremado, lo que hizo que viviera a la sombra de otros barcos como el Gokstad o el Oseberg que se encontraron en perfectas condiciones. Pero, con el paso de los años, hemos podido formarnos más que una idea de cómo era este rey de los mares.

¿Barco? Crucero. A medida que se realizaron las excavaciones, los investigadores dieron con más remaches hasta sumar unos 7.000. Teniendo en cuenta tanto la cantidad como el tamaño de los mismos, se estima que el Myklebust llegó a medir unos 30 metros. Y la estimación no sólo se basa en los remaches, sino en una pieza muy concreta de los escudos de los vikingos: el umbo. Se trata de la circunferencia central del escudo, que probablemente se colocaba a lo largo del barco junto al soldado/remero correspondiente.

Se hallaron 44 umbos, lo que indica que, al menos, habría 22 escudos por lado. Los vikingos tenían varios barcos, pero los que entraban en combate eran, principalmente, tres. Por un lado, el Karvi, un pequeño barco de unos 20 metros para las expediciones cerca de la costa. Por otro, el Snekke, un gran transporte de unos 30 metros diseñado para la navegación oceánica y el transporte de tropas.

Por último, el Drakkar. El tamaño de estos varía, pero el Myklebust encajaría en su descripción como un barco de poco calado, numerosos remos y la proa con la cabeza de dragón. Eran los barcos más versátiles porque eran maniobrables, pero con una gran capacidad de carga de guerreros.

Myklebust

Museo Sagastad con la réplica del Myklebust y su rampa de acceso al mar

Cremación. Debido a sus dimensiones, el Myklebust era un símbolo de poder y debía aterrar verlo en el horizonte si no era de los tuyos, y además de por su tamaño, debía pertenecer a alguien de alto rango. El motivo por el que las piezas estaban muy dañadas es porque el barco fue enterrado tras ser cremado.

En las tumbas vikingas, la cremación completa del barco era una práctica extraña y reservada únicamente a los más poderosos, como un rey (se especula con Audbjørn de los fiordos). Además del ajuar de armas, joyas, objetos varios y algo de caza, el difunto necesitaba un barco para su último viaje al Valhalla, y el Myklebust fue ese último medio de transporte.

Volviendo a los mares. No sabemos si su dueño llegó al Valhalla, pero lo que sí sabemos es que el Myklebust lleva unos años surcando las aguas noruegas. En Nordfjordeid se encuentra el Sagastad Viking Center, un museo y atracción enfocado a la divulgación de la cultura vikinga. Tiene varias exposiciones, pero la que atrae más miradas es la sala del Myklebust. En ella, hay una recreación a escala real y con todo lujo de detalle del barco de guerra que, además, puede navegar.

Los trabajos comenzaron en 2016 y finalizaron en 2019, y cada primavera se abre la compuerta de esa parte del museo para que el espectacular barco sea arrastrado unos metros hasta entrar en contacto con el mar. Es entonces cuando emprende una travesía por los fiordos, en un evento que pone en relieve la magnífica figura de este tipo de barcos.

Pero esa réplica puede quedarse corta si se siguen descubriendo objetos en el sitio. Un análisis de 2024 dejó ver más objetos en el túmulo, como un anillo de bronce y lo que pueden ser más umbos, por lo que quizá habría que repensar el ampliar el drakkar de cara a futuros homenajes.

Imnágenes | Sagastad, Islandmen, Fjord Norway

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