Francia necesita recortar 40.000 millones de euros. Y ha decidido empezar por algo sagrado en Europa: los festivos
En Francia hay oficialmente 11 días festivos nacionales al año, todos establecidos a través del Code du travail (Código del Trabajo). En España, en cambio, no nos podemos quejar: “disfrutamos» de hasta 14 de este tipo de días. Ocurre que a los franceses se les ha ocurrido una idea para reflotar su maltrecha economía: comenzar a quitar días festivos del calendario laboral.
Que tiemble Europa.
Suprimir la fiesta. El primer ministro francés François Bayrou ha presentado una de las propuestas presupuestarias más radicales y políticamente arriesgadas de las últimas décadas en Francia: congelar el gasto público, recortar pensiones y prestaciones sociales, suprimir dos festivos nacionales y aplicar una nueva “contribución solidaria” a las grandes fortunas.
Su objetivo: evitar que el país sucumba bajo el peso de una deuda pública que este año devorará 62.000 millones de euros solo en intereses, una cantidad equivalente al gasto combinado en defensa y educación. En una comparecencia que definió como “el momento de la verdad”, Bayrou advirtió que Francia corre el riesgo de caer en una crisis de deuda similar a la de Grecia en 2008 si no actúa con decisión, y lanzó un mensaje a la ciudadanía: “Nos hemos vuelto adictos al gasto público. Todos debemos hacer un esfuerzo”.
El coste de dos festivos. Entre las medidas más controvertidas destaca sobremanera la supresión de los festivos del Lunes de Pascua y el 8 de mayo (Día de la Victoria), con la que el Ejecutivo estima ahorrar 4.200 millones de euros. Francia cuenta con 11 festivos nacionales, frente a los ocho de Reino Unido o los 14 de España, lo que según Bayrou es un lujo incompatible con la situación fiscal actual.
La medida pretende aumentar el número de días laborables como herramienta indirecta para estimular el crecimiento económico. Pero más allá del ahorro inmediato, la eliminación de días de profunda carga histórica y cultural representa un desafío político de alto voltaje, una que ha despertado un rechazo transversal en el Parlamento y en la opinión pública. El ataque a símbolos de memoria colectiva, en un país donde la historia de las guerras mundiales es un pilar de identidad nacional, ha convertido la propuesta en un catalizador emocional.
Austeridad estructural. El plan presupuestario de Bayrou incluye 44.000 millones de euros en aumentos de impuestos y recortes. Entre ellos, una congelación generalizada del gasto público para 2026 (lo que ha denominado una année blanche) sin revisiones automáticas por inflación, y sin aumentos en pensiones ni en programas de protección social. Esta sola medida permitiría ahorrar 7.100 millones de euros, el segundo mayor componente del plan. También se plantea la racionalización del gasto sanitario, incluyendo medicamentos y bajas por enfermedad, así como la unificación de múltiples ayudas sociales en un único pago con tope, enfocado a las rentas bajas.
Bayrou quiere, además, recortar las prestaciones por desempleo y reducir su duración. Las únicas partidas exentas del ajuste son el servicio de la deuda y el presupuesto de defensa, que aumentará un 10 % (6.500 millones de euros) por orden directa de Emmanuel Macron, en respuesta al deterioro del entorno internacional y a la amenaza rusa.
Apuesta política suicida. Contaba el Financial Times que, consciente del rechazo que su plan provoca en todo el espectro político, Bayrou se ha mostrado dispuesto a aplicar el artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar el presupuesto sin votación parlamentaria, aunque con el riesgo de enfrentarse a una moción de censura. Este sería el mismo mecanismo que llevó a la caída de su antecesor, Michel Barnier, en 2023, por intentar desvincular las pensiones del índice de inflación, una idea que ahora Bayrou ha retomado.
Marine Le Pen, líder del Reagrupamiento Nacional, no ha tardado en amenazar con censurarlo si no retira sus propuestas, denunciando un plan que “ataca a todos los franceses, a los trabajadores y a los jubilados, en lugar de acabar con el despilfarro”. La izquierda considera el proyecto como una “austeridad salvaje” que agrava la desigualdad y deja intactos los privilegios del capital. El propio Mujtaba Rahman, director para Europa del grupo de análisis Eurasia Group, lo definió como “una maniobra kamikaze”: una propuesta que no tiene posibilidades de ser aprobada pero que pone sobre la mesa la magnitud del problema fiscal.
Un país en el filo. Con un déficit del 5,8% del PIB (el tercero más alto de la UE tras Rumanía y Polonia) y una deuda que se encamina hacia el 115% del PIB, Francia se encuentra en un cruce crítico. De no aplicarse medidas correctivas, el coste de la deuda podría escalar a 100.000 millones de euros anuales en 2029, convirtiéndose en la mayor carga estructural del presupuesto.
Bayrou ha diseñado un plan a cinco años para estabilizar esa relación deuda/PIB, con la ambición de reducir el déficit al 4,6% en 2026 y al 3% en 2029. Pero los analistas han advertido que tales objetivos podrían ser “inaccesibles” dada la fragilidad política del gobierno, la polarización parlamentaria y la previsible resistencia social. En palabras de Bayrou: “Conocemos perfectamente los riesgos”, pero sugiere que renunciar al intento sería aún más peligroso.
¿Sería posible en España? En España, la posibilidad de eliminar días festivos a nivel nacional sí es legalmente posible, pero no de forma unilateral ni automática, ya que requeriría una reforma normativa y negociación institucional. ¿La razón? No es una competencia exclusiva del Gobierno central y, a diferencia de Francia, el sistema español distribuye esta facultad entre el Estado (fija 8 días), las comunidades autónomas (fijan hasta 4 días) y los municipios (fijan hasta 2 días).
Plus: recordar que 14 días festivos anuales por trabajador son un derecho reconocido en el Estatuto de los Trabajadores, pero su distribución concreta es variable. La ley permite que algunos festivos se trasladen a lunes, se sustituyan por otros o incluso se supriman en años concretos, siempre que se respeten los 14 días en total.
Francia y un último acto. En el caso de Francia, más que una propuesta económica, el plan presupuestario de Bayrou ha adquirido la forma de una especie de declaración de principios frente a un país fracturado. Es la apuesta de un veterano político que parece dispuesto a asumir el coste de la impopularidad para abordar un problema estructural que la mayoría de sus predecesores han evitado.
Una cosa está clara: la aritmética parlamentaria no está de su lado. Su gobierno depende de una alianza centrista sin mayoría propia, y sus únicas opciones para sacar adelante el presupuesto son el apoyo puntual de la derecha nacionalista o de la izquierda moderada, ambos hoy frontalmente opuestos al proyecto.
Y, mientras tanto, el resto de Europa observa con sudores fríos la iniciativa francesa.
Imagen | Phillip Capper
En Xataka | Calendario laboral 2025: cuáles son los días festivos de cada comunidad autónoma en España
En Xataka | Los países con más vacaciones pagadas y festivos del mundo, reunidos en un detallado mapa