Un artista italiano vendió una escultura por 15.000 euros. El material de esa escultura: "aire y espíritu"
Que no pase demasiado tiempo sin que tengamos que poner sobre la mesa el eterno debate de qué es arte y qué no. Esta vez, una escultura intangible trae de nuevo a las conversaciones este debate sin respuesta clara. ¿Es arte lo que uno quiere que sea arte? Bueno, sí a grandes rasgos. Pero hay matices que esta escultura de aire está rebasando.
15.000 por nada. O por «nada», según se mire. El artista sardo Salvatore Garau, nacido en 1953, es el firmante de ‘Io Sono’ (Yo soy), una escultura invisible, pero que, según su creador, existe porque está hecha de «aire y espíritu». Fue subastada en 2021 y se vendió por 15.000 euros, pero ha vuelto a la actualidad gracias a un post viral del medio británico Pubity, que gracias a sus 40 millones de seguidores ha recuperado esta performance invisible, en una publicación que ya se acerca al millón de ‘Me gusta’.
Con certificado de autenticidad. En él se lee «Escultura inmaterial para colocar en un espacio libre de cualquier estorbo. Dimensiones variables, aproximadamente 200 x 200 cm. Obra acompañada de un certificado de autenticidad emitido por el artista. Obra archivada con el n. IM5. Procedencia: Colección particular, Milán. Estimación: 12.000 – 16.000 €». Este certificado es todo lo que recibió el comprador, y Garau explicó que es el vacío lo que confiere a la obra su poder, pues es capaz de estimular la reflexión y la percepción del espectador.
Arte inmaterial. Garau no está inventando nada: el arte inmaterial es una corriente artística que existe desde los tiempos del arte conceptual de los años 60 y 70, cuando se defendía que la obra no se manifiesta a través de un objeto físico tradicional, sino que se construye con elementos intangibles como el sonido, la luz, el vacío o la energía. Entre sus cultivadores más notables están Sol LeWitt, que defendía que la idea podía ser la verdadera obra de arte, o Yves Klein, que expuso una sala vacía en 1958, simbolizando la inmaterialidad absoluta. Klein llegó incluso a vender algunas de estas zonas de vacío, subrayando su valor simbólico.
¿Arte o timo? Hace unos años, un artista vendió dos lienzos en blanco a un museo bajo el nombre ‘Toma el dinero y corre’: se trata de otra performance en la que subyace un venenoso sentido del humor, pero que también puede interpretarse como arte. Aunque es innegable que es un arte que reflexiona, desde los márgenes, sobre la mercantilización de la creatividad y sobre el negocio que hay en torno a la creación artística. «La idea subyacente era mostrar cómo se pueden utilizar los salarios para medir el valor del trabajo», dijo el artista danés Jens Haaning cuando entregó los lienzos en blanco como respuesta a un encargo: recrear dos de sus obras previas.
Es decir, que en ese caso, la entrega y el cobro formaban parte de la obra. Era casi un manifiesto.
Fuentes y plátanos. Igualmente, como manifiesto puede interpretarse el famoso ‘Fuente’ de Duchamp, un retrete invertido cuya autoría real no termina de estar clara y que ayudó a iniciar el eterno debate de qué es arte y qué no. O el último terremoto que vivió la industria, el famoso plátano pegado a una pared con cinta americana, también era una toma de postura clara acerca de determinadas cuestiones polémicas. Sus 6,2 millones de dólares llamaron la atención, pero todo formaba parte de la propuesta de su creador. Se puede, desde luego, discutir si es una propuesta cara, pero no poner en duda su intencionalidad.
Esto lo pinta mi sobrino. El debate sobre si el arte conceptual es más o menos valioso que el arte figurativo no se va a acabar nunca. Mucho más ahora que las inteligencias artificiales entran en liza y hasta la propia intervención humana puede ponerse en duda como parte de la creación. La conversación sobre qué es el arte y qué no forma parte, de hecho, de la propia concepción y discusión sobre ello, y la escultura de Garau no deja de ser una apostilla más en una polémica eterna.