Plantarle cara al calor de Córdoba en verano es imposible. He probado un disipador térmico personal para, al menos, intentarlo
No le descubro nada a nadie si digo que en Córdoba hace más calor que en el cumpleaños de Charmander. Tenemos muchas cosas buenas y preciosas, como la Mezquita-Catedral, Medina Azahara o el Alcázar de los Reyes Cristianos. Esta es la única ciudad del mundo con cuatro bienes Patrimonio de la Humanidad, la primera persona en volar lo hizo en Córdoba y por tener, tenemos hasta un semáforo con inteligencia artificial. Pero si hay algo que tenemos y que nos sobra es, sin duda, calor.
Hay quien combate este exceso de grados centígrados yéndose a Fuengirola (también llamada Córdoba II). Otros se ponen delante del ventilador, bajo el aire acondicionado o llaman al amigo que tiene piscina en casa con la excusa de «cuánto tiempo sin vernos». Yo, por mi parte, lo he intentado de una forma menos convencional. Lo he hecho con un disipador térmico personal de Sony: el Reon Pocket Pro.

Se pone por debajo de la camiseta, pero así se puede ver mejor el tamaño y dónde debe colocarse | Imagen: Xataka
¿Disipador térmi… qué? Sé que suena un poco extraño (no tanto como ir al gimnasio con un exoesqueleto, cosa que también hechos hecho), así que vayamos por partes. El Sony Reon Pocket Pro es un dispositivo térmico portátil que enfría y calienta la parte del cuerpo con la que entra en contacto. Esa parte es, precisamente, la zona superior de la espalda, justo debajo del cuello. No es un aire acondicionado portátil, ni mucho menos.
¿Cómo funciona? El dispositivo incorpora dos módulos térmicos independientes en la parte trasera que se enfrían o calientan según el contexto (luego volvemos a esto) y un ventilador que extrae el calor de nuestro cuerpo y lo expulsa por arriba. Las dos placas térmicas se alternan, de manera que cuando una llega a determinada temperatura, se desactiva y se activa la otra para que la sensación de frescor sea constante.

Esas dos placas funcionan de forma independiente y se enfrían o calientan | Imagen: Xataka
¿Cómo se pone? Nos lo tenemos que colocar de manera que las dos placas toquen nuestro cuerpo y la salida de aire superior sobresalga ligeramente de la camiseta. Si usamos camisa, podemos usar el adaptador. El dispositivo está ligeramente curvado, respetando así nuestra curva natural, y tiene un par de tubos flexibles que se colocan alrededor del cuello y que lo mantienen sujeto. Estos, por cierto, no se ven, sino que se quedan bajo la camiseta. Y sí, se notan.

La salida de aire debe quedarse por encima del cuello de la camiseta | Imagen: Xataka

Estos amarres también deben colocarse por debajo de la camiseta | Imagen: Xataka
¿Es cómodo? Depende. Es aceptable si lo llevamos mientras caminamos o estamos perfectamente sentados (con la espalda recta), y eso que pesa unos 200 gramos. Si cambiamos de postura, por ejemplo, más reclinados en la silla o tumbados en el sofá, imposible. En cuanto al ruido, no he apreciado que el ventilador haga más ruido de la cuenta. Lo llevo puesto ahora mismo y en mi despacho, donde solo se escucha el ruido de mi teclado mecánico, no lo aprecio en exceso.
No obstante, debo decir que me parece un dispositivo demasiado grande y que encontrar la ubicación exacta en la que debe colocarse es complicado. No es tan «de quita y pon» como quizá podría esperarse de un dispositivo como este, sino que hay que colocarlo bien, en su sitio, si queremos que funcione correctamente.

Que sea más o menos cómodo dependerá, en gran parte, de la postura que adoptemos | Imagen: Xataka
Vale, pero ¿enfría? Vayamos al grano. El Reon Pocket Pro se puede usar de dos maneras: manual o automático. Si lo establecemos en manual, podemos configurar (vía botones o vía app) la temperatura objetivo y el dispositivo se encargará de llegar a ella. Si lo establecemos en automático usará, además de los datos del propio dispositivo, los del Reon Pocket Tag para determinar la temperatura objetivo en función de la temperatura ambiente, la humedad y hasta la exposición a luz directa.
El problema es que este pequeño sensor funciona bien si está en el exterior. Si lo llevamos en el bolsillo (está totalmente pensado para colgarlo en las llaves o en el pantalón), los datos pueden variar. En cualquier caso, funciona bien y si lo vamos a usar en una sala como un despacho durante un rato, basta con dejarlo sobre la mesa y olvidarse de él.

Reon Pocket Tag | Imagen: Xataka
En cuanto a la sensación, es… curiosa. Nada más ponérnoslo notaremos cómo la superficie del cuello empieza a enfriarse (o calentarse). Es casi instantáneo. Con el paso de los segundos, la sensación de frescor va mejorando y, gracias a los dos módulos térmicos que se van alternando, es constante. Y sí, enfría.
Ahora bien, la realidad es que la que es: la sensación de frescor, dentro de que alivia incluso yendo por la calle, está muy localizada en la zona cercana a la ubicación del dispositivo. La sensación en modo frío es la misma que si llevases una bolsa de cubitos de hielo sobre la espalda. En modo calor, me recuerda mucho a las mantas térmicas para el dolor de cuello.

Imagen | Xataka
Sobre la batería. Usándolo a una temperatura fría media, el dispositivo dura prácticamente un día. Una jornada laboral la aguanta sin problema. A menor o mayor temperatura, según el modo que elijamos, menor autonomía. En ese sentido, el uso del modo caliente gasta más que el modo frío, pero por motivos evidentes no lo he usado apenas durante estos días. En cuanto a la carga, se completa en aproximadamente tres horas.
Entonces… ¿Es agradable? Lo es, sobre todo cuando te lo pones la primera vez. Tener ese extra de frescor instantáneo cerca del cuello es genial, pero no va a evitar que tengas calor y sudes. Aunque la zona superior de la espalda esté más fresquita, el resto del cuerpo, la cabeza, los brazos, el pecho y las piernas siguen expuestos a un sol que no perdona. Si hace calor, hace calor y este pequeño dispositivo ayuda a que estemos algo más cómodos, pero no hace magia.

Imagen | Xataka
Su acción es, desgraciadamente, demasiado localizada. Tanto que, al menos en mi caso, no consigue «engañar» al resto de cuerpo. Combinándolo con un ventilador la experiencia es mejor, pero claro, eso te ata a usarlo en interiores.
Por otro lado, su precio de 229 euros hace que sea complicado de digerir. Puede ser interesante para llevarlo en ciertas oficinas donde haga más calor de la cuenta, en el metro cuando va hasta arriba de gente o incluso para calentarse en invierno, cuando el frío arrecia (me lo apunto), pero lo cierto es que, por el momento, me ha dejado con un sabor de boca un tanto agridulce.
Siento que hay buenas ideas detrás del producto y que podría tener sentido, pero lamentablemente no ha conseguido que no tenga que poner el aire acondicionado para trabajar o que pueda salir a pasear sin mirar hacia arriba y pensar «¿por qué?».
Imágenes | Xataka
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