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Zepbound pisa los talones a Ozempic, pero hay algo que está evitando el ‘sorpasso’ de la estadounidense

En innovación, llegar primero supone un tremendo empujón a la hora de desarrollar un producto rompedor. Sin embargo no es garantía de éxito. Esta es una lección que la farmacéutica danesa Novo Nordisk está aprendiendo en sus propias carnes.

Los últimos años han estado marcados por el éxito los fármacos de la familia GLP-1 como Ozempic, Wegovy o Zepbound. El nombre hace referencia al péptido similar al glucagón-1 o GLP-1 (una hormona segregada en nuestro cuerpo cuando comemos) ya que este tipo de fórmulas contienen compuestos activos que “imitan” a esta hormona.

En origen, fármacos como Ozempic o Zepbound fueron diseñados como tratamiento contra la diabetes ya que una de las funciones de la hormona GLP-1 es la de advertir al páncreas de la entrada de comida para acelerar la producción de insulina. Sin embargo el éxito de estos tratamientos se produjo debido a un efecto secundario también relacionado con esta hormona: y es que el segundo de los mensajes transmitidos por la GLP-1 va dirigido al cerebro, y es la que desencadena la sensación de saciedad.

Es por esto que los fármacos agonistas de los receptores GLP-1 también tienen un efecto adelgazante. Las empresas que contaban con compuestos como la semaglutida (la fórmula de Novo Nordisk) o la tirzepatida (Eli Lilly), sacaron al mercado nuevas marcas con las que comercializar sus compuestos reorientados a la pérdida de peso: Wegovy y Mounjaro.

Durante todo este proceso, los fármacos de la farmacéutica danesa, Ozempic y Wegovy, partieron con una suerte de ventaja, pero había un problema.

El problema: La “receta” de la farmacéutica estadounidense Lilly mostraba mejores resultados ahí donde estos tratamientos más han destacado, la pérdida de peso. El motivo aparente es que así como la semaglutida es un agonista simple de los receptores GLP-1, la tirzepatida es un agonista doble de los receptores GLP-1 y de los receptores del polipéptido inhibidor gástrico o péptido insulinotrópico dependiente de la glucosa (GIP).

Si esto fuera poco, la magnitud del éxito alcanzó un nivel inesperado, lo que tuvo una seria implicación: problemas de abastecimiento. Este no fue un problema exclusivamente económico sino también sanitario, recodemos que antes que un producto enfocado en la pérdida de peso, Ozempic era un tratamiento contra la diabetes.

Una demanda alta e insatisfecha es una gran oportunidad para la entrada en juego de nuevos competidores, y este fue precisamente el panorama que se encontró la farmacéutica estadounidense Lilly.

Una competición reñida

Lilly lanzó Mounjaro en 2022 y el éxito fue vertiginoso: las recetas se dispararon y el nuevo producto parecía encaminado a desbancar rápidamente a sus competidores. Sin embargo, tres años después del lanzamiento parece que aún no se ha dado el anticipado sorpasso. De hecho, tras una recta final de 2024 tibia, algunos analistas se preguntaban qué estaba pasando, por qué el éxito de las fórmulas de Lilly está postergándose tanto.

Sin embargo, en un artículo para BioSpace, los consultores Gary Stibel y Riley McCarthy, de New England Consulting Group daban otra clave. Para ellos la llave de la persistencia de Ozempic estaba en el marketing. En su artículo,  Stibel y McCarthy indican que Lilly atribuyó sus dificultades a la hora de alcanzar el volumen esperado de ventas a los altos costes de manufactura y a niveles “fluctuantes” de inventario en un contexto de alta demanda. Es decir, que Lilly tampoco consiguió hacer frente al éxito de su propio producto.

En Estados Unidos las farmacéuticas pueden anunciar de forma más o menos convencional medicamentos que sólo se administran bajo prescripción médica. Según estos consultores, parte del éxito de Ozempic se debe a estas campañas orientadas al consumidor. Aunque en última instancia la elección del medicamento recaiga sobre el encargado de firmar la receta, el peso del paciente también puede resultar determinante.

Independientemente de las campañas de marketing, resulta difícil sobrestimar el valor de llegar primero a un mercado tan lucrativo. Ozempic acaparó titulares y portadas durante meses, y se ha convertido en pocos años en una suerte de marca vulgarizada, es decir, una marca que ha pasado a designar una categoría entera de productos. Algo que a corto plazo puede ser una gran ventaja pero a largo conlleva la erosión (incluso legal) de la propia marca.

2025 parece dibujar un panorama más esperanzador para la farmacéutica estadounidense, pero anticipar lo que ocurrirá a medio y largo plazo es difícil por varios motivos.

Ambas farmacéuticas siguen trabajando con mayor o menor éxito en nuevas fórmulas, agonistas dobles e incluso triples que podrían desbancar a los productos ya asentados. Los resultados de laboratorio son difíciles de predecir y de ellos dependerá en parte el futuro de estas farmacéuticas.

Otro factor importante es que desconocemos el techo de este mercado. Los cálculos de la consultora Goldman Sachs prevén que este techo se alcanzará a comienzos de la década que viene, situándose en unos 120.000 millones de dólares hacia 2035. Hay espacio para el crecimiento: según la consultora el volumen de mercado en 2025 será de unos 28.000 millones de dólares.

Este volumen se tendrá que repartir con nuevas fórmulas, incluso puede que con alternativas genéricas, que podrían no tardar en llegar después de la amenaza que pende sobre la patente canadiense de la semaglutida. La caducidad de las patentes de estas fórmulas agravará la necesidad de las farmacéuticas implicadas de introducir estas nuevas fórmulas que aporten algo nuevo a un mercado cada vez más competitivo.

En Xataka | «Cara Ozempic», «lengua Ozempic» y «dientes Ozempic»: el otro efecto muy visible de consumir el medicamento para adelgazar

Imagen | News Oresund

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