Ha ocurrido algo inédito en la isla de Japón con toneladas de tierras raras: han aparecido dos portaaviones de China
Año 2022. Japón toma una decisión que iba a tener sus frutos meses después. La nación nipona no quería depender tanto de China en cuestión de tierras raras, así que decide iniciar una serie de proyectos para buscarlas hasta en el fondo del océano. En el verano de 2024 dan con un tesoro en ese fondo marino: un yacimiento de 230 millones de toneladas de esas tierras “preciosas”, un botín que se encuentran bajo la isla más oriental de la nación. Casualidad o no, acaba de ocurrir algo sin precedentes frente al enclave: una flota china con dos portaaviones.
Una maniobra inédita. Por primera vez, un grupo de combate encabezado por los portaviones chinos Liaoning y Shandong ha ingresado en la zona económica exclusiva (ZEE) de Japón, marcando una nueva fase en la proyección naval de Pekín y despertando preocupación inmediata en Tokio y Washington.
El grupo, compuesto por los dos portaviones, dos destructores con misiles guiados y un buque de abastecimiento, penetró en aguas situadas a unos 300 kilómetros al suroeste de la isla japonesa de Minamitori, el punto más oriental del archipiélago, antes de salir del área para realizar ejercicios de despegue y aterrizaje de aeronaves. Aunque Japón evitó confirmar si presentó una protesta formal, sí declaró haber transmitido un mensaje “apropiado” a las autoridades chinas: desplegó el destructor Haguro para seguir la actividad del grupo naval.
Minamitori y sus tesoros. Como explicábamos al inicio, el incidente no es solo simbólico: Minamitori no está habitada por civiles, pero alberga instalaciones de la Agencia Meteorológica japonesa, fuerzas de autodefensa y guardacostas. Más allá de su aislamiento (a unos 1.900 km de Tokio), esta remota isla se ha convertido en un punto de interés geoeconómico debido a los vastos depósitos submarinos de metales raros, especialmente nódulos de manganeso.
De hecho, estudios recientes estiman que los fondos marinos cercanos contienen más de 200 millones de toneladas de estos recursos, fundamentales para tecnologías estratégicas y baterías de alta capacidad. El paso del Liaoning tan cerca del enclave añade una dimensión de advertencia sobre el interés chino no solo territorial, sino también económico en zonas donde la soberanía japonesa no está en disputa.
La isla Minamitori
Deja vú. Aunque esta ha sido la primera incursión documentada de portaviones chinos en esta parte de la ZEE japonesa, lo cierto es que no es un hecho aislado. El mismo Liaoning ya había navegado el mes pasado entre dos islas del sur japonés, también dentro de otra región de la ZEE nipona.
En septiembre de 2024, cruzó entre Yonaguni e Iriomote, dos islas cercanas a Taiwán, llegando incluso a ingresar en aguas contiguas de Japón, que se extienden hasta 24 millas náuticas desde su costa. En cada uno de estos movimientos, Pekín ha ensayado patrones de navegación que amplían el alcance operativo de su marina, reforzando su capacidad para operar lejos de su litoral y proyectando poder en zonas sensibles.
Escalada táctica. Lo hemos ido contando. Estas incursiones se producen en un contexto de tensiones regionales persistentes. Japón y China mantienen desde hace años una disputa por las islas Senkaku (Diaoyu en chino), deshabitadas, pero estratégicamente ubicadas en el Mar de China Oriental.
Pekín no ha dejado de presionar su reivindicación con patrullas navales regulares (incluso con boyas), mientras fortalece su presencia en el Pacífico occidental mediante demostraciones de fuerza como la del Liaoning. La repetición de estas maniobras sugiere una campaña deliberada para ampliar el umbral de tolerancia regional ante la presencia china en zonas tradicionalmente dominadas por Estados Unidos y sus aliados.
Respuesta contenida. El portavoz del Ministerio de Defensa japonés ha sido claro al interpretar la maniobra como un esfuerzo de China por “mejorar su capacidad operativa en áreas lejanas”, una lectura que coincide con la evolución reciente de la doctrina militar china, más ambiciosa y menos disimulada.
Aunque Tokio ha optado por una respuesta más bien mesurada, centrada en vigilancia intensiva en lugar de confrontación directa, el mensaje subyacente parece inequívoco: Japón no está dispuesto a normalizar el tránsito militar chino en sus zonas marítimas de influencia, especialmente en áreas cercanas a recursos estratégicos. Con todo, la falta de una protesta diplomática formal podría interpretarse como un intento de evitar una escalada inmediata mientras se consolidan alianzas y se evalúan contramedidas.
Una línea roja. Lo que hace apenas unos años habría sido impensable, que una flota de combate chino con dos portaaviones a la cabeza navegara tan cerca del extremo oriental japonés, hoy es una realidad operacional con implicaciones duraderas. A medida que China fortalece su flota y despliega sus activos con mayor confianza, la frontera marítima del Pacífico se convierte en un tablero cada vez más inestable, donde la estrategia del hecho consumado amenaza con redefinir las reglas del juego.
Si se quiere también, el tránsito del Liaoning junto a la isla nipona no solo desafía el equilibrio regional, sino que ensaya la normalización de una presencia militar china en áreas clave para la seguridad energética, territorial y tecnológica de Japón.
Una partida de ajedrez en clave oceánica, una donde cada movimiento es una prueba de reacción.
Imagen | Baycrest, U.S. Air Force
