Están llegando tantos alijos de cocaína a las playas de Galicia que ha pasado algo inusual: su precio está en mínimos históricos

No solo el mercado del café, el cacao o el te matcha atraviesa turbulencias. Desde hace tiempo analistas y autoridades comprueban que hay otra mercancía mucho menos ortodoxa que está sufriendo un considerable pinchazo de precios, al menos en los canales al por mayor, con el kilo desplomándose de los más de 30.000 euros que se llegaron a pagar hace solo unos años a menos de 20.000 o incluso 15.000. ¿Cuál? La cocaína. El descenso de precios es tan pronunciado que hay quien ya estima que en Galicia el polvo blanco ha alcanzado su mínimo histórico.
La gran pregunta es… ¿Por qué?
El kilo, cada vez más barato. No es fácil hablar de precios y cargamentos de cocaína porque la mercancía (obviamente) no se mueve en un mercado regulado, pero llega un repaso rápido a la hemeroteca para sacar una idea en claro: un kilo cuesta menos hoy menos (bastante) que hace apenas un década.
La Voz de Galicia publicaba el domingo una crónica que da cuenta de ese desplome, sobre todo en las Rías Baixas. Si en 2015 un ladrillo de kilo se pagaba a entre 27.000 y 29.000 euros, ahora se mueve en los 14.500, su mínimo histórico, según el rotativo. En otros puntos del país, como Valencia, Barcelona o los grandes puertos de Andalucía, el kilo estaría también en mínimos, cobrándose a unos 17.000 euros, lejos de los más de 30.000 a los que se cotizaba hace diez años.

Un dato: 30.000 euros. No es la única pista sobre la deriva bajista del precio de la coca al por mayor, una tendencia que las autoridades llevarían años notando. En 2023 el sindicato policial CEP ya hablaba de un abaratamiento de la mercancía en los grandes canales. Las cifras son solo referencias, pero resultan elocuentes: de un máximo de hasta 36.000 euros, el kilo había pasado a cotizarse en una horquilla de entre 18.000 y 23.000. El año pasado la Udyco iba más allá y hablaba ya de entre 21.000 y 22.000 euros, con períodos aún más bajos, de alrededor de 16.000.
Cuestión de precios y algo más. La deriva de los precios coincide con una mayor actividad en las rutas comerciales y la saturación del mercado. Y eso es algo que se constata con otro indicador igual de relevante: la policía caza también más alijos. 2023 se cerró con un récord de incautaciones de cocaína transportada por mar y una operación para el recuerdo, la intercepción de un alijo histórico en España: 11 toneladas procedentes de Ecuador repartidas entre Valencia y Vigo.
«El kilo está a entre 18.000 y 20.000 euros, más bajo que nunca. Hace un año y medio alcanzaba los 25.000 o 26.000 euros. Si tienes más droga te arriesgas más, mandas cargamentos enormes», explicaba en 2024 la policía al ABC, meses antes de que las autoridades cazasen otro alijo de 13 toneladas camuflado entre plátanos.
En su último informe Insight Crime avisa: «Las incautaciones récord se convirtieron en la norma en todo el mundo, pero es probable que esas toneladas decomisadas solo hicieran una pequeña mella en lo que se ha convertido en una de las industrias más lucrativas y violentas para el crimen en América Latina».
Un abaratamiento relativo. Lo más curioso es que esa bajada de precios no parece haberse trasladado a la calle. En los canales al por mayor quizás el kilo de polvo blanco cueste ahora la mitad que hace unos años, pero el abaratamiento no parece haberse trasladado al final de la cadena. El gramo de coca sigue pagándose a entre 50 o 60 euros, sin experimentar grandes variaciones en los últimos años. El fenómeno no es exclusivo de España y se extiende a otros puntos de Europa.
«En Bélgica se están pagando 17.000 por kilo, pero eso contrasta con el precio que paga el consumidor final. Sigue estable, en el orden de los 60 euros el gramo. Ese mayor margen entre un precio y otro podría ser el que permite la entrada de mayor cantidad de eslabones en la cadena de distribución. Además, esa bajada del precio en el mayorista podría ser la causa de que las organizaciones hagan envíos más grandes para mantener el beneficio», explica Aduanas a La Voz de Galicia.
¿Y cuál es la razón? La pregunta del millón. Y no tiene una única respuesta. Quienes han intentado explicar la caída del precio de la coca apuntan a los efectos de la firma del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla en 2016, lo que habría liberado hectáreas de selva que se han aprovechado para el cultivo, o el efecto que ha tenido en las plantaciones el veto de los herbicidas tóxicos.
¿El motivo? A las autoridades colombinas les resulta muy difícil erradicar las plantaciones ocultas en la selva actuando desde el suelo, donde se encuentran con exguerrilleros y minas, así que durante años recurrieron a la fumigación aérea con glifosato, un recurso efectivo para acabar con cultivos ilegales. El problema es que ese herbicida es cancerígeno y contaminante, por lo que las autoridades dejaron de usarlo en su lucha contra la cocaína. Ahora, en un escenario de sobreproducción que explica la caída de precios, el país ya está pensando si debe recuperarlo.
¿Hay más factores en juego? Sí. Aunque hay analistas que apuntan a que todo se trata de una cuestión de sobreproducción en los países de origen, otros señalan también la influencia de la pandemia. «Los agricultores continuaron produciendo como siempre, unas tres cosechas al año, y los almacenes de las organizaciones más potentes se llenaron de cocaína a tal nivel que todavía estamos recibiendo ese excedente», explicaba en 2024 un inspector de la Udyco a La Razón.
«Por eso dos de las tres aprehensiones más grandes de España han sido en 2023. También vemos que los buques traen muchísima más cantidad de la que traían», añade el inspector. En resumen: una simple cuestión de oferta, demanda y salida de un stock acumulado a precios bajos para deshacerse del material.
Nuevos actores en juego. Hace poco El Confidencial deslizaba una clave más: un intento de los clanes albaneses que operan desde Sudamérica para inundar el mercado, una estrategia que pasaría por “bombardear” con envíos de cargamento a «un precio jamás visto» y eliminar intermediarios que reducen los beneficios.
«Están copando las estructuras», relata un agente que opera principalmente en el litoral de Andalucía. Una de las claves está en que baja el coste de la mercancía, pero se mantiene su precio que se paga por un gramo de coca en la calle.
Imágenes | Ministerio de Gobierno Ecuador (Flickr), Colin Davis (Unsplash) y Policía Nacional