Los coches de hoy son más caros porque se han llenado de tecnología. Y eso tiene otro coste añadido: ir más al taller

Demasiada electrónica. Era una de las críticas habituales cuando la electrónica empezó a tomar los mandos de la mecánica de los coches y se hizo complicado saber qué estaba fallando sin una máquina de diagnosis. Desde entonces, el peso de la electrónica no ha dejado de crecer pero en los últimos cinco años su peso es tan grande que enfrentar una avería compromete cualquier bolsillo.
Y hay datos.
Un 60%. Eso es lo que ha crecido el coste de reparar un vehículo en los últimos cinco años, según un estudio de ValuePenguin.com, especializados en finanzas personales, recogido por Automotive News. El dato es problemático porque esto lleva unido un sobrecoste en el precio del seguro y, por tanto, un encarecimiento general en el mantenimiento del vehículo.
Los datos hacen referencia al mercado estadounidense donde señalan que el coste medio de poseer un vehículo nuevo fue de 12.297 dólares al año en 2024, experimentando un encarecimiento de 115 dólares respecto a 2023. Aquí se tiene en cuenta el precio de la mensualidad pagada, el seguro, el combustible…
Menos accidentes pero más caros. El estudio asegura que la evolución de los sistemas han ayudado a reportar un 25% menos de avisos a los seguros pero, también, un encarecimiento de los mismos porque reparar la tecnología de un coche nuevo es extremadamente caro y complejo. Así, el coste medio de un seguro en Estados Unidos es de 2.101 dólares al año.
En Motorpasión recogen que estas reparaciones son extremadamente caras cuando nos vamos a los sistemas de seguridad y ayuda a la conducción más avanzados. Reparar o sustituir los retrovisores digitales de un Audi e-tron cuesta entre 800 y 1.500 euros. Los sensores de aparcamiento (expuestos si aparcas en la calle) pueden tener un coste de entre 275 y 900 euros si hay que sustituirlos, según 20 Minutos. Y los precios de la cámara de visión trasera rondan y superan los 1.000 euros.
Sistemas demasiado complejos. El mayor problema al que se enfrenta quien ha tenido un accidente con un coche nuevo es que el número de establecimientos donde puede reparar su coche son escasos. Señalan en Automotive News que los fabricantes obligan a que los talleres pongan en marcha un protocolo extremadamente exhaustivo para calibrar los sistemas.
Y tiene lógica porque «un sensor desalineado en un solo grado puede desviar su funcionamiento entre 1,68 y 91 metros», según Hami Ebrahimi, máximo responsable comercial de Caliber Collision, especialistas en la reparación de sistemas de seguridad para el vehículo. Aseguran en el medio que adaptar las instalaciones para poder realizar estas reparaciones puede tener un coste de entre 600.000 y 1 millón de dólares por taller.
Que además no se utilizan. La paradoja es que no está del todo claro hasta qué punto se están utilizando estos sistemas. Según J.D. Power, los reportes de clientes descontentos porque no entienden del todo cómo activar las funciones de ayuda a la conducción o tienen problemas con los mismos se han disparado en los últimos años.
Esto lleva a los clientes a omitir su uso. Los coches se han llenado de una tecnología carísima, que se utiliza poco y que, además, es extremadamente costosa de reparar. Y es importante hacer estas reparaciones porque, como señalan en Automotive News, la interconexión de sistemas hace que si, por ejemplo, no reparamos los sensores de un parachoques estaremos inhabilitando las funciones de frenado de emergencia, una ayuda que sólo es visible cuando más lo necesitas.
Y que son obligatorios. Al menos en Europa, donde las instituciones obligan a que nuestros coches nuevos lleguen de serie con los siguientes asistentes de seguridad:
- Cámara de marcha atrás con alerta de tráfico cruzado
- Frenada de emergencia
- Alerta de salida del carril
- Asistente de velocidad inteligente
- Detector de fatiga y somnolencia
- Caja negra
- Alerta de cinturón en las plazas traseras
- Sistemas para poder instalar un alcoholímetro
Cada vez más complicado. Todo ello redunda en que mantener un coche es cada vez más complicado. Primero porque estos sistemas han ayudado a un encarecimiento del vehículo de partida pero también a una subida de los seguros que en España están marcando récords en 2025. A ello hay que sumar el encarecimiento del precio del combustible.
Cuestiones que afectan especialmente a la gama baja y los precios de los coches de segunda mano. Los primeros porque el suelo del precio del coche ha subido con sistemas que, según marcas como Dacia, el cliente apaga nada más subirse a ellos. El segundo porque el encarecimiento del coche nuevo levanta el precio del usado y, además, dificulta que el cliente pase por cualquier taller para solucionar los posibles problemas que le surjan con los años.
Foto | Maxim Hopman
En Xataka | La compra de un coche nuevo está ahora mismo carísima. Y la industria sabe que no puede sostenerlo