Ultimas Noticias

Que la Feria del Libro de Madrid haya cerrado por el calor esconde otro conflicto: la batalla por reubicarla en IFEMA

Pocos años desde la pandemia han sido tan horribilis como el presente para la veterana Feria del Libro de Madrid. Y solo llevamos el primer fin de semana. El evento editorial más importante del año en la capital ya ha sufrido unos cuantos contratiempos, cuyas motivaciones y matices se entienden si acudimos al historial de propietarios, situaciones y planes en torno a la Feria.

Qué está pasando este año. La Feria del Libro se ha encontrado con dos cierres inesperados de sus puertas. La primera, el día de la inauguración, 30 de mayo: pocas horas después de la visita de la reina Letizia, la organización anunció que la Dirección de El Retiro les comunicaba que desde las 16:00 el parque se desalojaría porque, a partir de las 18:00, se iba a activar la alerta roja por fenómenos meteorológicos adversos. Concretamente, una temperatura máxima de 35 grados. A las 18 se anunció que el parque reabría, pero que la Feria permanecía cerrada.

Quejas de la Feria. El día siguiente, el sábado, la apertura por la tarde se retrasó una hora, con cancelación de firmas previstas entre las 17 y las 18. Dos días relativamente insólitos en la trayectoria de la Feria, y que han desatado las quejas de los libreros y de la propia organización del evento. Lola Larumbe, de la librería Alberti, pedía explicaciones ante estos cierres: «El parque estuvo abierto pero las casetas estuvimos cerradas, esa discrepancia es la que no se llega a entender muy bien». Consideraba también que «algo se está haciendo mal» cuando el parque reabre y la Feria no, pero no quiso ver «motivos ocultos ni cosas extrañas».

Pingües beneficios. Es lógico que la organización y los libreros y editoriales se solivianten con estos cierres. La Feria supone un importante negocio para todos ellos, y para los participantes más pequeños, una cita esencial para salvar las cuentas del año, ya que en muchos casos la Feria puede suponer un 20% de su facturación anual, o incluso más. A esto se suma, además, el importante valor de la visibilidad que otorgan este tipo de eventos. Las visitas en Madrid están en torno a los dos millones de personas y la cifra de negocio supera los 5 millones de euros, según los datos oficiales.

Aun así, estos cierres son relativamente habituales: el año pasado también hubo cierres parciales dos días, pero lo que los hace singulares este año es la falta de explicación y coordinación del Ayuntamiento.

Una cierta inestabilidad. Esta fase de dudas y quejas relacionadas con la ubicación en el Retiro ha servido para que se vuelvan a reinflamar los rumores acerca de un posible cambio de ubicación de la Feria. Estos no salen de la nada: ya en 2019, El País hablaba de unas negociaciones «difíciles y tensas» entre la organización y el Ayuntamiento. Esta decena de reuniones para negociar se zanjaron con una reducción de metros y la desaparición de 10 casetas. Según el Ayuntamiento, para «preservar la fragilidad del parque de la presión que supone la Feria». Cedía así a las peticiones de la organización, ya que la intención inicial del consistorio era quitar 60 casetas, equivalentes a 200 metros de los 1300 totales.

Manuel Gil, entonces director de la Feria, puso sobre la mesa un nuevo emplazamiento: «El Ayuntamiento de Madrid no ha pedido sacar la feria del Retiro, pero en conversaciones particulares sí plantean la posibilidad de mandarla a IFEMA». Ese mismo año, también Libertad Digital hablaba de la posibilidad no oficial de un traslado a IFEMA.

Distintos emplazamientos. Aunque hoy Madrid identifica La Feria del Libro con el Retiro, ha pasado por otros lugares: arrancó en 1933 en el Paseo de Recoletos, donde estuvo hasta 1967, cuando se trasladó al Retiro. En el año 1979 se celebró en la Casa de Campo, pero supuso un fracaso de asistencia, así que al año siguiente volvió a los jardines del centro de Madrid. Un par de años incluso se celebró fuera de Madrid (1946 y 1952 en Barcelona, 1948 en Sevilla), pero cuando las ferias se fueron propagando por toda la península, la Feria del Libro acabó por centralizarse.

De momento, el Retiro. IFEMA, por otra parte, ya tiene su propia feria: LIBER, que alterna su sede entre Madrid y Barcelona, y se celebra en octubre, orientada a profesionales. LD titulaba su nota sobre la Feria en 2019 con un rotundo «El Ayuntamiento declara la guerra», lo que es más metafórico que otra cosa, pero que deja bien clara la naturaleza del choque entre las instituciones, y que con la excusa de la preservación del Retiro, podría ir endureciéndose en futuras ediciones.

Cabecera | Leticia Roncero en Flickr

En Xataka | Opositar es el sueño aburrido de millones de personas. Y la escritora española de moda lo ha convertido en un libro

source

Mostrar más
Botón volver arriba