Las grandes empresas de IA han declarado una guerra soterrada a un pilar de la educación: el profesorado humano
Todos quisiéramos tener a un profesor Keating en nuestras vidas. Uno que nos hiciera subirnos a los pupitres para ver las cosas desde una perspectiva distinta y que nos enseñara que la lección más importante que tiene para nosotros se resume en las palabras «carpe diem». Hay muy pocos que se acerquen a esa imagen, pero a todos ellos, malos o buenos, les amenaza el mismo futuro que a otras profesiones: ser reemplazados por una IA.
Profesor 24/7. La narrativa de varias empresas de IA es clara: el profesor humano es un cuello de botella. Cada uno de ellos atiende a muchos estudiantes, sus conocimientos son limitados y su disponibilidad finita. La IA, aseguran esas empresas, plantea una alternativa notable. Profesores personalizados 24/7 con paciencia infinita y acceso a todo el conocimiento del mundo. Hay un problema claro: ese mensaje devalúa la función del docente como guía, mentor y catalizador de la curiosidad y lo reduce a un mero transmisor de información.
Evaluaciones continuas. Otro de los pilares del sistema educativo —y una de las tareas que más consume al profesorado— es la evaluación del alumno. La IA promete corregir de forma eficiente, masiva e inmediata, liberando al profesor para otras tareas. Pero de nuevo en la evaluación humana hay mucho más que una mera corrección de errores. Se evalúa el esfuerzo, el proceso de razonamiento, la creatividad, la originalidad o incluso el contexto personal del estudiante. Los sesgos también plantean una amenaza clara para esas evaluaciones, además de promoverse un modelo basado en la respuesta correcta y no en el proceso reflexivo.
Mi cole es OpenAI. Hasta ahora los colegios, universidades y otras instituciones académicas son los garantes de un currículu teóricamente coherente y de calidad. El planteamiento de las empresas de IA sería el de convertirse ellas en «guardianas del conocimiento» decidiendo qué es importante aprender y cómo. El riesgo: llevar a una educación fragmentada y dictada por los intereses del mercado, erosionando el papel de la educación como pilar de la sociedad.
Amenaza para las humanidades. La IA también plantea la irrelevancia de la memorización —laIA ya nos puede dar respuesta a todo el conocimiento conocido— y apuesta por habilidades como el «prompt engineering» (saber preguntarle cosas a la IA) o las materias técnicas (STEM). Eso sugiere un claro impacto a las materias de humanidades y al pensamiento crítico que no aplicamos directamente. Campos como la filosofía, el arte o las habilidades sociales, difícilmente cuantificables, pasarían a un segundo plano. El objetivo no sería tanto formar como preparar trabajadores para la industria tecnológica.
Adiós a la inversión social. Las empresas que apuestan por ese modelo tienen un objetivo claro: escalar y ser rentables. La tecnología de IA aplicada a la educación promete mucho ahorro (menos infraestructuras físicas, menos profesores) y un negocio altamente escalable. Pero también impone una preocupante revolución a uno de los pilares de la sociedad.
Bill Gates cree en el futuro de los profesores de IA. Entre los expertos que esbozan esa idea destaca la figura de Bill Gates, cofundador de Microsoft. Su apuesta por los profesores de IA fue temprana: ChatGPT llevaba apenas cinco meses en el mercado cuando aseguró que «Las IA llegarán a esa capacidad, a ser tan buenos tutores como cualquier ser humano». Para él además esta tecnología debería ser una «niveladora» para la sociedad. Según Gates «tener acceso a un tutor es demasiado costoso para la mayoría de estudiantes, sobre todo si ese tutor se adapta y recuerda todo lo que has hecho y revisa tu trabajo».
OpenAI y Khan Academy tienen la misma visión. Hace un año la presentación de GPT-4o sorprendió entre otras cosas por esa capacidad que ofrecía este modelo de IA para hablar directamente con él. Una de las demos de OpenAI, realizada en colaboración con Khan Academy, mostraba a Sal Khan, su fundador, contemplando cómo su hijo utilizaba el modelo para recibir una lección de geometría. La interacción era impecable y apuntaba a un futuro lleno de profesores de IA encerrados en nuestra tablet, nuestro móvil o nuestro ordenador. Khan es desde luego parte interesada, pero no está de más ver su charla TED sobre «Cómo la IA podría salvar (no destruir) la educación».
Colegios convertidos en guarderías. Luis von Ahn, fundador de Duolingo, la poular aplicación para aprender idiomas, también lleva tiempo virando hacia la IA. Hace unos días participó en el podcast No Priors, y allí comentó cómo aunque hay profesores muy buenos, «no hay muchos». Para él la educación cambiará radicalmente porque «es mucho más escalable enseñar con IA que con profesores». Aun así señaló que eso no significa que los profesores desaparezcan: «seguirás necesitando gente que cuide de los estudiantes», pero los enfocaba a un nuevo papel: «no creo que los colegios desaparezcan, porque necesitas guarderías».
Imagen | Buena Vista Pictures
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