Los soldados de Ucrania están empezando a llevar tijeras. Es la única manera de hacerle frente al arma más letal de Rusia

A comienzos del mes de enero el New York Times contó lo que ya no era posible esconder en la guerra de Ucrania. Ante la brutalidad de la contienda una tecnología se había colado para evadir la guerra electrónica y adentrarse en el campo enemigo de ambos bandos como no lo había hecho antes. La amenaza estaba destrozando las líneas, haciendo invisible los ataques y evadiendo cualquier intento de interferencia.
Ahora, esa tecnología se ha hecho más fuerte y mortífera en Rusia: la fibra óptica.
La ofensiva rusa. Lo explicaba hace unas horas la BBC en un reportaje. En la localidad ucraniana de Rodynske, a escasos kilómetros de Pokrovsk, la guerra ha adquirido una dimensión aún más devastadora con el uso intensivo de bombas planeadoras de 250 kg y drones de vigilancia y ataque. El reciente impacto de uno de estos proyectiles arrasó edificios administrativos y residenciales, dejando tras de sí un paisaje de destrucción.
Las tropas rusas, incapaces de tomar Pokrovsk directamente, han comenzado a rodearla estratégicamente, cortando rutas de abastecimiento mediante un asedio que se intensifica con cada día. La presencia inmediata de drones rusos sobre Rodynske revela que Moscú ha avanzado desde el este, más allá de las posiciones previamente identificadas, desplegando sus armas desde zonas recientemente capturadas.
El ascenso imparable de la fibra. Bajo ese escenario cambiante, una tecnología ha ido perfeccionándose como el arma más temida del conflicto: los drones guiados por cable de fibra óptica. A diferencia de los modelos tradicionales, su conexión física con el controlador los vuelve inmunes a las interferencias electrónicas, uno de los pilares defensivos más importantes hasta ahora.
Aunque más lentos y pueden quedar enredados (por ejemplo, en su paso por árboles de gran altura), su capacidad para operar en entornos cerrados, como dentro de edificios, y para mantenerse ocultos convierte cada movimiento de los soldados ucranianos en una posible sentencia de muerte. En ese sentido, Rusia ha tomado la delantera en su implementación mientras Ucrania aún los probaba, y aunque ahora intenta acelerar su producción, la diferencia tecnológica sigue inclinando la balanza en el campo de batalla.

Cable de fibra anclado a un drone en Ucrania
Las líneas del frente. Este nuevo tipo de amenaza ha alterado por completo la dinámica de los destacamentos ucranianos. Soldados como Serhii o Venia, del 68º Batallón Jaeger, describían a la BBC cómo el simple traslado a una posición puede ser más letal que el combate directo. La presión ha obligado a las unidades a permanecer mucho más tiempo en las trincheras, sin posibilidad de rotación.
Maksym, artillero del 5º Batallón de Asalto, cuenta que antes podían alternarse cada pocos días, pero ahora hay quienes llevan hasta 120 días seguidos en el frente. La fatiga, la humedad, la muerte constante y la imposibilidad de bajar la guardia han redefinido el combate. Oles, jefe de reconocimiento, explicaba que las tácticas rusas han evolucionado hacia infiltraciones pequeñas y móviles: motos, cuatrimotos, patrullas de uno o dos hombres que penetran líneas enemigas como piezas dispersas en un tablero de ajedrez.

Pros y contras de la fibra en la guerra. Lo detallaba en una entrevista para The War Zone Yas, un comandante de las unidades no tripuladas (drones) ucraniano. Operar drones mediante fibra óptica ofrece una ventaja táctica esencial: permite un control silencioso, sin emisiones detectables, y hace obsoletos muchos sistemas de guerra electrónica del enemigo. Sin embargo, el sistema también presenta limitaciones. El manejo de los drones requiere gran pericia, ya que un piloto inexperto puede provocar pérdidas por fallos de control o incluso explosiones no deseadas.
Además, el cable de fibra puede romperse fácilmente o enredarse, y la tecnología en sí es costosa y de difícil acceso (sobre todo para Ucrania). A pesar de ello, el índice de éxito de los drones de fibra en alcanzar y golpear sus objetivos ronda el 50%, cifra que supera claramente la de los drones convencionales por radiofrecuencia. No obstante, menos del 5% del parque de drones ucraniano, según Yas, utiliza actualmente este sistema, principalmente debido a la escasez de unidades de calidad y a la saturación de los fabricantes locales, muchos de los cuales, en sus inicios, revendían componentes chinos sin comprender plenamente los requisitos de operación en combate.
La carrera asimétrica. En ese sentido, las capacidades rusas no solo se imponen por número, sino por la rapidez con la que adaptan soluciones. Cada vez que Ucrania cambia de frecuencia o introduce mejoras, Moscú responde rápidamente, escalando sus contramedidas de forma coordinada. Así lo ha hecho con los canales de control y la transmisión de vídeo.
En ese contexto, los drones de fibra óptica representan una ventana de ventaja táctica momentánea. Aunque en Ucrania ya se han alcanzado rangos de 15 y hasta 20 kilómetros con drones de este tipo, Rusia opera modelos de hasta 30 kilómetros. Yas lamentaba al medio que, salvo en el caso de drones convencionales, el Estado ucraniano aún no ha logrado establecer una infraestructura sólida de producción y despliegue para los drones de fibra óptica. Una brecha que puede determinar la diferencia entre mantener las posiciones defensivas o perder terreno estratégico frente al enemigo.
Resistencia. En la BBC, un soldado ucraniano contaba que el miedo a los drones invisibles por culpa de la fibra los ha llevado a empezar a llevar tijeras a todos lados para cortar los cables. La tecnología ya ha dado suficientes episodios de auténtica pesadilla donde los drones se han adentrado en edificios persiguiendo objetivos humanos. Mientras, y aunque Rusia ha logrado avances importantes, la toma total del Donetsk sigue lejos de ser una realidad inmediata.
Ucrania continúa resistiendo, pero sufre la escasez de munición, la necesidad imperiosa de armamento y una preocupante falta de personal cualificado frente a un ejército ruso más numeroso y con procesos mejor institucionalizados en estos momentos. Yas lo tiene claro: el futuro de la guerra de los drones dependerá no solo de la tecnología en sí, sino de quién sea capaz de organizarla y multiplicarla más rápido. Mientras tanto, cada dron que levanta el vuelo con una bobina de fibra óptica se convierte en una apuesta silenciosa entre la vida y la muerte.
Imagen | Ministry of Defense of Ukraine