
DISCULPA PÚBLICA A NOROÑA: ¿JUSTICIA O CENSURA?
Por: Fernando Dávila
El pasado lunes 19 de mayo, el abogado Carlos Velázquez de León ofreció una disculpa pública al presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, por un altercado ocurrido en septiembre de 2024 en una sala VIP del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). El acto, realizado en el Senado y transmitido por medios oficiales, ha generado un intenso debate sobre los límites entre la libertad de expresión, la dignidad de los funcionarios públicos y el posible uso del poder político para exigir actos de contrición pública.
El incidente ocurrió el pasado 20 de septiembre de 2024, en la sala American Express del AICM, Velázquez de León confrontó a Fernández Noroña, profiriendo insultos como “mandaron al país a la mierda”, en referencia a Morena y la Cuarta Transformación. Según el senador, el abogado lo agredió físicamente, le arrebató su teléfono celular y lo lanzó al suelo. Ante estos hechos, Fernández Noroña presentó una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR) .
Ocho meses después, como parte de un acuerdo legal, Velázquez de León leyó una carta en la que reconoció que sus acciones fueron inaceptables y ofreció una disculpa sincera al senador. El acto se llevó a cabo en la sala de reuniones de la Mesa Directiva del Senado y fue transmitido por los medios de difusión del Senado .
La ceremonia ha sido objeto de críticas por parte de diversos sectores. La senadora panista Lilly Téllez calificó el acto como “ridículo, miserable y prepotente”, acusando a Fernández Noroña de humillar a un ciudadano para compensar su “nula estatura política y humana” .
El periodista Carlos Loret de Mola comparó la escena con un “ritual medieval”, en el que se obligaba a los sancionados a disculparse públicamente para escarmentarlos, y cuestionó si este tipo de actos podrían sentar un precedente peligroso para la libertad de expresión en México .
Este caso plantea interrogantes sobre los límites de la libertad de expresión y el uso del poder político para exigir disculpas públicas. Si bien es fundamental que los funcionarios públicos sean respetados, también es esencial garantizar que los ciudadanos puedan expresar sus opiniones sin temor a represalias desproporcionadas.
La disculpa pública de Velázquez de León, realizada en un espacio oficial y transmitida por medios institucionales, podría interpretarse como un acto de escarnio público, más que como una reconciliación genuina. Esto podría sentar un precedente preocupante en el que los ciudadanos se vean coaccionados a disculparse públicamente por expresar opiniones críticas hacia figuras políticas.
El caso de la disculpa pública a Gerardo Fernández Noroña pone en evidencia la delicada línea entre la protección de la dignidad de los funcionarios públicos y la preservación de la libertad de expresión. Es imperativo que las instituciones democráticas garanticen que el ejercicio del poder no se utilice para coartar la crítica ciudadana, y que se establezcan mecanismos adecuados para resolver conflictos sin recurrir a actos que puedan interpretarse como humillaciones públicas.
La sociedad mexicana debe reflexionar sobre las implicaciones de este tipo de actos y trabajar en fortalecer una cultura política en la que el respeto mutuo y la libertad de expresión coexistan en armonía.
