QUE ONDA CON LOS NARCOCORRIDOS

POR: EL HUSMEADOR
Entiendo perfectamente la controversia que está generando la prohibición de los narcocorridos en eventos públicos en México. Es un tema complejo que toca fibras sensibles relacionadas con la libertad de expresión, la tradición cultural y la preocupación por la influencia del narcotráfico en la sociedad. Es un momento crucial para México, que está luchando tanto con los efectos del crimen organizado en todo el país, en particular en medio de la presión del gobierno de Donald Trump para acabar con los cárteles, como con la definición de su identidad a través de la cultura popular.
El mes pasado, se retiró el visado estadounidense al grupo Los Alegres del Barranco, que actuó en Guadalajara, México y proyectó el rostro de un alto dirigente de un cártel en el escenario.
Desde febrero, al menos siete ciudades o estados han prohibido o introducido regulaciones para los narcocorridos. En Chihuahua, una de las primeras ciudades de México en regular las letras violentas en 2015, el alcalde Marco Bonilla dijo en una entrevista que las leyes han funcionado. El gobierno local recaudó 270 mil dólares en multas solo el año pasado.
Argumentos a favor de la prohibición (desde la perspectiva del gobierno):
Prevención de la apología del delito: El argumento principal del gobierno suele ser que los narcocorridos glorifican figuras del crimen organizado, sus actividades ilícitas y su estilo de vida, lo que podría influir negativamente, especialmente en jóvenes, normalizando o incluso idealizando la violencia y la cultura del narcotráfico.
Seguridad pública: Se busca evitar que estos eventos se conviertan en espacios donde se exalte la violencia y se generen posibles vínculos o conflictos relacionados con el crimen organizado.
Imagen pública: El gobierno puede buscar proyectar una imagen de lucha contra el narcotráfico y evitar cualquier manifestación cultural que parezca celebrar o minimizar sus efectos negativos.
Argumentos en contra de la prohibición (desde mi perspectiva y la de muchos otros):
Libertad de expresión y elección: La prohibición se percibe como una limitación a la libertad de expresión artística y al derecho de la audiencia a elegir qué escuchar.
Tradición cultural: Los corridos, en su historia, han sido una forma de narrar hechos y personajes, tanto buenos como malos, formando parte del folclore y la identidad cultural mexicana desde la Revolución. El narcocorrido se considera una evolución de esta tradición, aunque con una temática específica.
Ineficacia de la prohibición: Muchos argumentan que prohibir la música no elimina el problema del narcotráfico y que la gente seguirá escuchándola por otros medios. La prohibición podría incluso generar un mayor interés en el género.
Censura: Se percibe como un acto de censura por parte del gobierno, que decide qué tipo de música puede o no ser escuchada en espacios públicos.
Paternalismo estatal: Existe la sensación de que el gobierno está decidiendo qué es «apropiado» para la ciudadanía, lo que algunos consideran una forma de paternalismo que subestima la capacidad de las personas para discernir y formar sus propias opiniones.
Mi punto de vista (como análisis objetivo):
Es innegable que los narcocorridos abordan una realidad compleja y violenta que afecta a México. La preocupación del gobierno por evitar la apología del delito es comprensible. Sin embargo, la prohibición plantea serias interrogantes sobre la libertad de expresión y el papel del Estado en la regulación de las manifestaciones culturales.
Complejidad del género: Es importante reconocer que dentro del género del narcocorrido existen diversas perspectivas. Algunos glorifican el crimen, mientras que otros pueden narrar historias con un tono más crítico o de denuncia. Una prohibición generalizada no distingue estas nuances.
El poder de la música: La música tiene un impacto cultural y social, y es un vehículo para contar historias y reflejar la realidad, aunque a veces sea una realidad dura. Prohibir un género musical no necesariamente elimina la realidad que describe.
Alternativas a la prohibición: Podrían explorarse alternativas a la prohibición, como la promoción de un debate público informado sobre el contenido de estas canciones, el fomento de la educación crítica en los jóvenes para que puedan analizar estos mensajes, o el apoyo a expresiones artísticas que aborden la problemática del narcotráfico desde otras perspectivas.
En conclusión, la prohibición de los narcocorridos es una medida controversial que enfrenta la libertad de expresión y la tradición cultural con la preocupación por la seguridad y la imagen pública. No existe una respuesta simple y la discusión refleja un conflicto de valores importantes en la sociedad mexicana. Mi sentir es que atenta contra mi libertad de elección y sé que es compartido por muchos, y la cuestión de si es ético que el gobierno se entrometa en las preferencias musicales es el punto central del debate.
En México durante los sesentas y setentas el rock en inglés estaba prohibido, pero esto solo fortaleció movimientos como los de los llamado hippies y rockeros al final todo terminó mal el gobierno reprimiendo a los jóvenes, en otros países paso algo similar, veamos esto ya que es un caso muy ilustrativo de cómo la represión cultural puede tener efectos contraproducentes y, paradójicamente, fortalecer aquello que se intenta controlar. Además, tiene paralelismos interesantes con lo que sucedió en otros países. Analicemos este fenómeno:
México en los 60s y 70s: La Prohibición y su Contracultura
Contexto Político y Social: México vivía bajo un régimen priísta autoritario que ejercía un fuerte control sobre los medios de comunicación y la expresión cultural. La Guerra Fría también influyó, generando sospechas hacia cualquier manifestación juvenil que se percibiera como «subversiva» o influenciada por ideologías extranjeras.
El «Peligro» del Rock en inglés: El rock en inglés, con sus letras que hablaban de libertad, rebeldía, amor libre y cuestionamiento de las normas establecidas, fue visto como una amenaza al orden social y a los valores tradicionales promovidos por el gobierno y ciertos sectores conservadores. Se le asociaba con la «mala influencia» extranjera, las drogas y la falta de moral.
La Prohibición y su Efecto Bumerán: En lugar de desaparecer, la prohibición del rock en inglés en la radio y la televisión abierta generó un movimiento subterráneo. Los jóvenes encontraron formas alternativas de acceder a esta música:
Importación de discos: A pesar de las restricciones, los discos de bandas como The Beatles, The Rolling Stones, The Doors y Jimi Hendrix, seguían llegando al país, aunque la mayoría de las veces de manera clandestina o a través de mercados informales.
Radios clandestinas y de onda corta: Algunas estaciones de radio independientes o incluso transmisiones de onda corta desde el extranjero se convirtieron en fuentes vitales para escuchar rock en inglés.
Reuniones y fiestas privadas: Los jóvenes se congregaban en casas y espacios ocultos para escuchar sus discos y compartir su afición.
Nacimiento del rock mexicano: La prohibición también impulsó el surgimiento de bandas de rock mexicanas que, influenciadas por el sonido anglosajón, comenzaron a cantar en español, dando origen a un movimiento propio y contestatario, comenzaron a proliferar las tocadas clandestinas, los hoyos funkys, creció el consumo de la mariguana, alcohol, hongos y otras drogas
El Movimiento Hippie y Rockero: La prohibición, lejos de sofocar la inquietud juvenil, alimentó la formación de subculturas como los hippies y los roqueros. Estos grupos adoptaron la música como una forma de expresión de su identidad, su rechazo al sistema y su búsqueda de libertad y autenticidad.
La Represión: Como era de esperarse, la situación no terminó bien. El gobierno, en lugar de comprender y dialogar con estos movimientos, optó por la represión. El Festival de Avándaro en 1971, un evento masivo que congregó a cientos de miles de jóvenes, fue satanizado por los medios oficialistas y utilizado como pretexto para endurecer la censura y la persecución contra los roqueros y los hippies. Esto culminó en un periodo de hostigamiento, redadas policiales y marginación social.
Paralelismos en Otros Países:
La historia de la prohibición del rock y sus consecuencias en México tiene similitudes con lo ocurrido en otros regímenes autoritarios durante la Guerra Fría y en otras épocas:
Bloque del Este (Unión Soviética y países satélites): En estos países, el rock occidental también fue visto con sospecha y a menudo prohibido o fuertemente censurado. Sin embargo, esto no impidió que se desarrollara una escena rockera clandestina y muy apasionada. Las bandas locales a menudo imitaban el sonido occidental y cantaban en inglés o en su propio idioma con letras que, aunque a veces veladas, transmitían mensajes de libertad y resistencia. La posesión de discos occidentales podría ser riesgosa, pero eran altamente valorados.
Sudáfrica durante el Apartheid: La música, incluyendo el rock, fue una herramienta importante de protesta contra el régimen racista del apartheid. Aunque el gobierno intentó controlar la difusión de música que consideraba subversiva, los músicos y los jóvenes utilizaron la música como una forma de unir fuerzas y expresar su oposición.
Regímenes militares en Latinoamérica: En varios países de Latinoamérica bajo dictaduras militares, la música de protesta, incluyendo elementos del rock, fue censurada y los músicos fueron perseguidos. Sin embargo, esto no impidió que surgieran movimientos musicales comprometidos con la denuncia social y la lucha por la democracia.
El Legado del Rock Prohibido:
A pesar de la represión, el rock en inglés y el rock mexicano lograron sobrevivir y, con el tiempo, se integraron a la cultura popular. Hoy en día, el rock es un género musical globalmente importante que genera una vasta industria. La historia de su prohibición en México y otros lugares nos enseña varias lecciones:
La dificultad de reprimir la expresión cultural: Cuando una forma de arte conecta con los anhelos y las inquietudes de una generación, la prohibición tiende a fortalecer su atractivo y a generar resistencia.
El poder de la música como forma de identidad y protesta: La música puede ser un poderoso catalizador para la formación de identidades colectivas y para la expresión de la disidencia.
Las consecuencias negativas de la represión juvenil: La criminalización y el hostigamiento de los jóvenes por sus gustos musicales o su forma de vestir pueden llevar a la alienación, la radicalización y, como en el caso de México, a la represión violenta.
La ironía de la historia: Aquello que fue perseguido y considerado una amenaza se convirtió, con el tiempo, en una parte fundamental del panorama cultural y una importante fuerza económica.
Desde mi punto de vista personal, considero que la prohibición del rock en inglés en su momento fue una violación de la libertad de elección, y la historia parece respaldar esa perspectiva. La represión cultural a menudo tiene efectos no deseados y puede generar más problemas de los que busca resolver. La historia del rock prohibido es un recordatorio de la importancia de la libertad de expresión y el respeto por la diversidad cultural.
Una analogía interesante es lo que ha pasado con la industria pornográfica, donde existe acceso, pero también una cierta regulación y se entiende que la elección de consumirla es responsabilidad individual (dentro de los límites legales para proteger a menores, etc.). Trasladar esa lógica al narcocorrido presenta desafíos y oportunidades particulares. Aquí se me ocurre un posible plan con varios puntos a considerar:
Pilares de un Plan de Reglamentación del Narcocorrido:
Reconocimiento del Género y su Contexto:
Aceptar su existencia: El primer paso es reconocer que el narcocorrido es una expresión cultural, aunque controversial, que refleja ciertas realidades sociales y tiene una audiencia. Intentar erradicarlo por completo probablemente sea ineficaz, como la historia del rock prohibido nos enseñó.
Entender sus «nuances»: Como mencionamos antes, no todos los narcocorridos son iguales. Algunos glorifican el crimen, mientras que otros pueden ser más narrativos o incluso críticos. La regulación debería considerar estas diferencias.
Contextualización: Fomentar la comprensión del contexto social, económico e histórico que da origen a este género puede ser más efectivo que la simple prohibición.
Regulación de la Difusión y Presentación Pública:
Etiquetado y Advertencias: Similar a los contenidos para adultos, las producciones de narcocorridos podrían requerir etiquetas claras advirtiendo sobre su contenido y la posible apología del delito. Esto permitiría a los consumidores tomar decisiones informadas.
Restricciones de Horario y Plataformas: Se podría regular su difusión en ciertos horarios o plataformas, especialmente aquellas con alta exposición a menores de edad (televisión abierta en horarios familiares, por ejemplo).
Regulación de Eventos en Vivo: Para eventos públicos como fiestas regionales o palenques, se podrían establecer lineamientos que no permitan la exaltación directa de figuras criminales o la promoción explícita de la violencia. Esto podría implicar acuerdos con los promotores, artistas o los organizadores.
Prohibición de bebidas alcohólicas en eventos en vivo y publicar con anticipación el programa completo del evento con el nombre de cada canción o pieza musical, así la decisión de ir o no ir dependerá de cada persona.
Clasificación por Contenido: Desarrollar un sistema de clasificación por contenido (similar al de películas o videojuegos) podría ayudar a diferenciar las producciones y aplicar regulaciones específicas a cada categoría.
Fomento de la Responsabilidad Individual y la Educación:
Campañas de Concientización: El gobierno y la sociedad civil podrían implementar campañas educativas sobre los riesgos y las consecuencias del crimen organizado, contrastando la imagen a menudo glamorizada en los narcocorridos con la dura realidad de la violencia y la impunidad.
Educación Crítica: Fomentar en los jóvenes la capacidad de analizar críticamente los mensajes de los narcocorridos y entender su contexto, sin necesariamente prohibir el acceso.
Apoyo a Expresiones Culturales Alternativas: Promover y apoyar géneros musicales y expresiones artísticas que ofrezcan narrativas alternativas y positivas sobre la cultura y la sociedad mexicana.
Diálogo y Colaboración:
Involucrar a la Industria Musical: Es crucial dialogar con los artistas, productores y sellos discográficos del género para encontrar soluciones que sean viables y respeten la libertad de expresión dentro de ciertos límites.
Participación de la Sociedad Civil: Incorporar las perspectivas de académicos, sociólogos, psicólogos y organizaciones de la sociedad civil en el diseño de la regulación.
Debate Público: Fomentar un debate público informado y sin censura sobre el papel del narcocorrido en la sociedad.
Desafíos y Consideraciones Éticas:
Definición Clara: Establecer una definición clara de «narcocorrido» que permita una regulación precisa sin caer en la censura de otras formas de expresión musical.
Libertad de Expresión vs. Daño Social:
Encontrar el equilibrio entre la protección de la libertad de expresión artística y la prevención de la apología del delito y el daño social.
Eficacia de la Regulación:
Asegurar que la regulación sea efectiva y no simplemente una medida simbólica que impulse la clandestinidad.
Aplicación y Cumplimiento:
Garantizar que la regulación se aplique de manera justa y consistente.
Paralelismos y Diferencias con la Pornografía:
Si bien la analogía con la pornografía es útil para pensar en la responsabilidad individual y la regulación en lugar de la prohibición total, existen diferencias importantes:
Impacto Social Directo: El narcocorrido aborda un fenómeno social violento y actual que tiene un impacto directo en la seguridad y la vida de las personas, a diferencia de la pornografía (en general).
Apología del Delito:
El riesgo de apología del delito y la glorificación de figuras criminales es un elemento central en el debate del narcocorrido, algo menos presente en la discusión sobre la pornografía (aunque también existen debates sobre la explotación y la violencia).
La idea de aplicar un impuesto a las presentaciones en vivo de narcocorridos, similar a los impuestos sobre el alcohol y el tabaco, podría ser una herramienta útil con varios posibles beneficios, aunque también presenta desafíos importantes.
Posibles Beneficios de un Impuesto:
Generación de Ingresos: Al igual que los impuestos al alcohol y al tabaco, este impuesto podría generar ingresos significativos para el gobierno. Estos fondos podrían destinarse a programas de prevención de la violencia, apoyo a víctimas del crimen organizado, o incluso al fomento de expresiones culturales alternativas.
Desincentivo (Potencial): Aunque es poco probable que un impuesto detenga por completo las presentaciones o la producción de narcocorridos, podría actuar como un ligero desincentivo económico para los organizadores de eventos, especialmente si el impuesto es considerable.
Reconocimiento y Regulación Indirecta: Imponer un impuesto podría ser una forma de reconocer la existencia del género dentro del marco legal, facilitando una regulación más formal en otros aspectos (como horarios, publicidad, etc.).
Debate Público y Concientización: La implementación de un impuesto de este tipo seguramente generaría un debate público más amplio sobre el tema del narcocorrido, sus implicaciones sociales y la responsabilidad tanto de los creadores como de los consumidores.
Desafíos y Consideraciones Éticas:
Libertad de Expresión y Censura Indirecta: Existe el riesgo de que un impuesto se perciba como una forma de censura indirecta, penalizando una forma de expresión artística por su contenido. Esto podría generar controversia sobre la libertad de expresión.
Definición y Delimitación: Definir claramente qué constituye un «narcocorrido» para efectos fiscales podría ser complejo. La línea entre un corrido tradicional que menciona hechos delictivos y un narcocorrido que glorifica el crimen puede ser difusa.
Efectividad para Reducir el Impacto Negativo: No está claro si un impuesto por sí solo sería efectivo para reducir la posible influencia negativa de los narcocorridos en la sociedad, especialmente en la normalización de la violencia.
Posible Aumento de la Informalidad: Un impuesto elevado podría incentivar la realización de eventos clandestinos o informales para evitar el pago, lo que dificultará aún más la regulación y el control.
Percepción Pública: La opinión pública sobre este tipo de impuesto podría ser dividida. Algunos lo verían como una medida justa para mitigar los posibles daños sociales, mientras que otros lo consideran una extralimitación del gobierno.
Aplicación y recaudación: Establecer mecanismos efectivos para la aplicación y recaudación de este impuesto en eventos en vivo podría ser un desafío logístico.
Analogía con Alcohol y Tabaco:
La analogía con el alcohol y el tabaco es interesante porque estos impuestos se basan en la idea de gravar productos que pueden tener efectos negativos para la salud pública y generar costos sociales. Si bien el narcocorrido no tiene un impacto directo en la salud física, se argumenta que puede tener un impacto negativo en la cultura, los valores y la percepción de la violencia.
Conclusión:
Reglamentar el narcocorrido en lugar de prohibirlo podría ser un camino más realista y respetuoso con la libertad de elección, siempre y cuando se implementen mecanismos claros de etiquetado, regulación de la difusión (especialmente en espacios públicos y para menores), y se fomente la responsabilidad individual a través de la educación y la concientización. El diálogo con la industria y la sociedad civil será fundamental para diseñar una regulación que encuentre un equilibrio entre la libertad de expresión y la necesidad de abordar los complejos problemas asociados al narcotráfico.
Imponer un impuesto a las presentaciones en vivo de narcocorridos podría ser una herramienta útil para generar ingresos y fomentar un debate público. Sin embargo, es crucial considerar cuidadosamente los desafíos éticos y prácticos, especialmente en relación con la libertad de expresión y la efectividad de la medida para abordar los problemas subyacentes. Un enfoque integral que combine la regulación con la educación y el fomento de alternativas culturales probablemente sea más efectivo a largo plazo.

