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Desde septiembre, la UE limitará los líquidos que podemos llevar en el equipaje de mano. Pese a la alarma, casi nada ha cambiado

Titulares grandilocuentes para cambios pequeños. Es exactamente lo que está sucediendo con los cambios en el equipaje de mano que se aplicarán a partir del próximo mes de septiembre y que «cambiarán por completo nuestra forma de viajar». Efectivamente, hay algo de verdad y mucho de exageración.

La medida se anunció el 31 de julio la oficina de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea (CE). Desde entonces, el globo se ha ido hinchando conforme la fecha se acercaba y, como era de esperar, ante la inminente aplicación el globo casi ha explotado.

¿De qué hablamos? De los cambios que tendremos que afrontar desde el domingo 1 de septiembre en los aeropuertos de Europa. ¿En todos? No. Ni de lejos, de hecho. ¿Y es importante el cambio? Tiene su relevancia pero, desde luego, no parece que vaya a suponer un cambio radical a la hora de hacer la maleta.

Los líquidos son los grandes afectados

Antes de que los primeros días de agosto empezaran a despuntar, la oficina encargada de regular la movilidad en Europa confirmó que el 1 de septiembre entra una nueva medida de carácter temporal a los líquidos que podemos llevar en nuestras maletas de mano.

Hasta hace apenas unos años (meses, si hablamos de España), en una maleta de mano sólo podíamos llevar líquidos que estuvieran contenidos en un envase de, como máximo, 100 mililitros. La Unión Europea recuerda que esta norma está activa porque los tradicionales escáneres de rayos X no pueden detectar de forma fiable los explosivos líquidos.

Esto último cambia con los escáneres con sistemas EDSCB. La promesa de estos últimos es que, como son muchos más eficaces, no nos obligan a sacar los líquidos ni los aparatos electrónicos de la mochila. Además, tampoco es necesario con ellos cumplir con el máximo de los 100 mililitros, por lo que podíamos volar con recipientes de mayor tamaño.

Esto se termina el 1 de septiembre ya que la Unión Europea desplegará, de forma temporal, la obligación de cumplir con el máximo de los 100 mililitros por recipiente a pesar de pasar el control policial por uno de los modernos escáneres. Curiosamente, se castiga a los aeropuertos que habían hecho la inversión en los nuevos sistemas, como recuerda Airports Council International (ACI), organismo internacional que representa a más de medio millar de aeropuertos de 55 países.

Desde la oficina de transportes de la Unión Europea recuerdan que la medida es temporal y que, allí donde se cuentan con los equipos tradicionales, no se dejará sentir ningún tipo de cambio. En España, los equipos EDSCB debían ir sustituyendo a los escáneres tradicionales a lo largo de este año. AENA confirmó que se priorizarían los aeropuertos de Madrid-Barajas y Barcelona-El Prat, por aglutinar al 40% de los viajeros. El siguiente en recibir los nuevos equipos debería ser el de Palma de Mallorca.

Si observamos la situación desde la distancia, poco cambia realmente. Hasta ahora, si queríamos viajar sin restricciones de líquidos por Europa estábamos obligados a coger un avión en un aeropuerto que hubiera instalado los nuevos equipos EDSCB y, posteriormente, volver a nuestro lugar de origen desde otro aeropuerto que ofreciera el mismo servicio.

De no ser así, nos podríamos encontrar con restricciones a la vuelta del viaje, obligándonos a abandonar aquellos recipientes de más de 100 mililitros. En definitiva, mucho ruido para una medida temporal de poco impacto.

Foto | Andrik Langfield

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