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Desmantelamiento

¿Qué hacer frente al desmantelamiento del aparato artístico y cultural? Me llega la pregunta en el cuerpo de una invitación a participar en el Foro “La crítica en su laberinto: ¿Qué hacer?”, organizado por la Cátedra Internacional Inés Amor en Gestión Cultural y el Centro Cultural Tlatelolco, de la UNAM.

Se agradece la convocatoria a una reflexión colectiva “autocrítica y apartidista”, invitación que nos reta a encontrar rutas “para salir del laberinto de la crítica convencional en la cultura y las artes”.

Intento un inventario, para empezar. Justo estos días desaparece Notimex y el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) está paralizado por instrucciones presidenciales a la mayoría morenista en el Congreso. El Conacyt se transforma, por ley, en un Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías. Implica la eliminación de becas a estudiantes de instituciones privadas y la incorporación de las Fuerzas Armadas a la Junta de Gobierno del organismo, junto con otras medidas que limitarán la libertad académica y de investigación.

La carga ideológica y la política de austeridad de la 4T han llevado al desmantelamiento, con hacha y sin matices, de instituciones culturales que, siendo perfectibles, a México le llevo décadas construir.

Primero desapareció el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) para integrarse, en calidad de Dirección general, a la Secretaría de Cultura. Siguió el decreto de la 4T que ordenó una disminución de 75% a los gastos operativos de las dependencias gubernamentales con todo lo que eso significa en un sector ya muy precarizado. Para el INAH, el INBA, el CIESAS, el CIDE, el IMCINE, la ENAH, el Seminario de Cultura Mexicana, el Instituto Mora, la Biblioteca Vasconcelos y todo espacio público relacionado con la investigación, la generación y difusión de conocimiento, significó recortes de personal y de recursos básicos para funcionar. Se sumó la prohibición a los funcionarios de viajar sin permiso presidencial.

Las nuevas prioridades: el Tren Maya, el Proyecto Chapultepec, Naturaleza y Cultura, el AIFA y la refinería Dos Bocas. Y en plena pandemia, la extinción de 109 fondos y fideicomisos que garantizaban la continuidad de presupuestos para ciencia, cultura y tecnología. A 28 mil organizaciones de la sociedad civil y a cientos de colectivos culturales la 4T les canceló todos los apoyos. La extinción alcanzó al Fondo de Producción Cinematográfica (Foprocine), al Estímulo Fiscal a la Industria Cinematográfica (Eficine) y al Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine) cuya desaparición acaba de declarar anticonstitucional la SCJ.

Siguieron: la cancelación de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) luego de 40 años de éxito; la desaparición de la Dirección General de Publicaciones (DGP) que nunca se fusionó al Fondo de Cultura Económica; la amenaza de desaparición del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) para integrarse al Instituto Nacional de Pueblos Indígenas.

El cierre del Museo Dolores Olmedo en Xochimilco y la mudanza de sus colecciones de Frida y Diego a Chapultepec, están en la lista. Si bien se trata de un espacio privado, sacar su acervo de La Noria va contra la voluntad notariada de la mecenas que lo donó. Ante el silencio cómplice del gobierno.

¿Qué función tiene la crítica hoy?, ¿a quién le inquieta, le sacude o le importa?, ¿qué peso tiene en el diseño de políticas públicas y en la sociedad?, ¿cuál es su alcance real?, me pregunto antes de reunirme en el Foro con María Minera, Sergio Raúl Arroyo y Bolffy Cottom. Buscamos luces en el camino, eso sí.

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