Opinión

Nada que celebrar


La liturgia estaba lista, como siempre, desde los tiempos en que media 4T militaba en el PRI. Hay cosas que no cambian: el púlpito y el besamanos, son dos de ellas. El escenario, los invitados y el proscenio con la leyenda: “2° Año del Triunfo Histórico Democrático del Pueblo de México”, mismo que contrastaba con la realidad, estaban en su lugar. Para muchos esas palabras parecían una burla, máxime después de ver al INE siendo amedrentado por toda la 4T durante estas semanas, pero para quienes padecieron al PRI de los 70´s, fue un legitimante histórico más.
 
El presidente López celebraría dos años de su triunfo electoral, pero su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, daría la nota y le arruinaría el festejo, amedrentando al INE y respondiéndole de modo altanero y frívolo a un ciudadano, desentendiéndose así de los niños con cáncer que el gobierno de su esposo dejó sin atención médica.

En su primer tuit, la Primera Dama, que se niega a que la llamen así, sentenciaba: “Hace dos años, los ciudadanos –que somos los verdaderos guardianes de la democracia– logramos lo impensable: elecciones realmente democráticas.”, lo que fue criticado, por abonar al ambiente enrarecido (mismo que López ha generado) de polarización y de ataque a las instituciones, muy en particular contra el INE. En una de esas críticas, un usuario de esta red social, de modo muy decente, le cuestionó: “¿Cuándo atenderá personalmente a los padres de niños con cáncer?”, a lo que, de modo frívolo, burlón y carente de toda empatía, la señora Gutiérrez Müller respondió: “No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos (sic)”… con ese sepulcral tuit, la indiferencia ganaba la batalla.
 
Horas más tarde, un juez liberaba a “El Mochomo”, líder de Guerreros Unidos, señalado por ordenar el asesinato de los 43 jóvenes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, y aunque volvería a ser reaprehendido saliendo del penal, al puro estilo de las reaprehensiones de “El Lunares”, la indagatoria perdía fuerza. No terminábamos de leer esta noticia y se nos comunicaba que había otro multihomicidio, ahora en Irapuato, en el que fueron asesinadas 24 personas que estaban recluidas en un centro de rehabilitación. Aun así, la fiesta no se posponía.
 
Llegaban los austeros invitados, en enormes camionetas llenas de blindajes, en el mismo instante en que se anunciaba que México superaba (según sus propias cifras, las «oficiales») a España en el número de muertes por Covid-19. Y mientras México se desmoronaba, el presidente López mentía: aseguraba que existen ahorros por 270 mil mdp, en donde solamente hay subejercicios, o que la ordeña de combustibles había disminuido, cuando la ordeña de gas natural aumentó (como lo documentó un día después el periódico Reforma) en un 115%.
 
México espera para 2020 un decrecimiento del 10.5% (rangos de depresión, no recesión), según el FMI, como consecuencia, en parte, de la crisis pandémica que vivimos, pero más como resultado de un mal manejo de la economía, mismo que nos hizo decrecer 0.1% el año pasado, mientras EEUU crecía al 2.3%. La violencia no cesa, al contrario, cada mes que termina rompe el record y se vuelve el mes más violento de la historia moderna de México; solamente en el rubro del feminicidio, la incidencia aumentó en un 12% (según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). Y la corrupción, según cifras del INEGI, aumentó 15.7%; cifras que secundan a las que meses antes publicó Transparencia Internacional, que nos pone por encima de esa Bolivia recién liberada de Evo Morales, en este rubro.
 
En fin, mientras México pierde la batalla contra el Covid-19 (pues ya superamos e incluso a Francia en el número de muertos por esta enfermedad), la corrupción y la violencia y mientras su economía decrece y la inversión huye del país, López está de fiesta… aunque en realidad no hay nada que celebrar.

David Agustín Belgodere

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