Por: Dra. H. C. Diana Marines
Un mensaje había llegado a su celular… las rodillas le temblaban así como sus manos, su corazón palpito fuertemente, pues había reconocido el tono que había puesto especialmente para esa persona
-¿Hola, cómo estás? –decía el mensaje…
-Excelente! Creo que me va mejor que nunca –ella expresó bastante nerviosa.
-Me alegra, estaba preocupado por ti…
-¿Preocupado? Y, ¿puedo saber la razón?
-Bueno, es solo que pensé que estarías mal por haberme ido de tu lado. – Respondió él con voz baja.
-Tranquilo, no te preocupes más por mí, el día que elegiste tu camino no lo entendí, puedo decirte que me dolió hasta el alma, que sentí que la vida se me iba contigo, no sabía cómo reaccionar o que pensar, incluso llegue a juzgarme en que no era suficiente, que algo en mi había fallado o es que quizá no era incluso hermosa para ti, ¡¿puedes creerlo?! Como si un matrimonio dependiera del cascaron, la belleza tiene siempre fecha de caducidad y lo que perdura sin duda es el verdadero amor. Me visualice viejita a tu lado, cuidando nuestros pasos y ahora, no podré cumplir mi sueño de hacer de nuestras navidades un intercambio de dentaduras. ja, ja, ja… disculpa si ahora me río un poco pero, es que aprendí a ver los momentos dolorosos con gracia…
-Entiendo aunque me sorprende que lo tomes así pero, por favor, continua- él respondió
-… no te contaré la parte más intensa que viví de nuestra separación, hoy quiero hacer énfasis en todo lo que me aportó dejarte ir y por lo cual te pido, no te preocupes más por mí. Y es que a veces, solemos ver más las nubes grises que lo que está detrás de todas ellas. En mi caso, pude tomar el aire suficiente para soplar y soplar fuerte hasta esparcir los CÚMULOS que cubrían el arcoíris que esperaba por iluminar mis días.
Te comparto, que hoy he aprendido a amarme cada segundo, he soltado la mayor parte de mis miedos, ya no doy espacio en mi vida para que nadie me lastime y sobre todo, he vuelto a reír como hace mucho no lo hacía, no lo tomes como ironía pero, te juro que es así.
Sé que habrá gente que te contarán mil cosas sobre mí, que si te lloré mucho o poco, que quizá fue muy pronto que te haya olvidado y que quizá es que nunca te habré amado para ser feliz como hoy lo soy sin ti… Sé de sobra que no puedo entrar en tu mente pero, aun te considero lo suficientemente inteligente para no olvidar lo que fui para ti. Quizá es de lo poco que puedas aun guardar de mí.
Discúlpame por favor, no te he dejado hablar… – comentó ella un poco apenada.
-…No te preocupes, siempre ha sido una de tus cualidades, expresar lo que no sabes callar. Continúa por favor, te escucho.
-Gracias pero, no quiero hacer mía tu llamada solo por último te diré, que deseo que un día en verdad me olvides, que al besar otros labios por mí no suspires y que la añoranza de lo que fuimos no invada tu corazón, pues querrás perder la razón como un día me paso a mi…
No te ofrezco mi amistad, no podré ser más tu confidente, y es que no se puede ser amigo de quien ocupaba mi corazón y mi mente. Viví mi duelo de no verte, pero le pedí a Dios sabiduría para no perderme en el camino a reencontrarme, hoy y cada día mi misión es valorarme y quizá un día volver a enamorarme.
-Cómo! entonces, ¿no podremos ser amigos? – Respondió él con asombro…
-…No, nunca más. Aprendí a dejarte ir y en la maleta que te preparé te llevas también lo que empezó siendo una amistad. Dios bendiga tu camino y por favor, solo te pido que si un día me ves aún más feliz de lo que hoy me he convertido, por favor sigas tu camino y olvides que en mi hubo una mujer que por amor te dejo ir…
-No sabes cuánto lo siento… nunca pensé que en ésta llamada fuera a generar el fin.
-No es la llamada, agradezco de antemano tú tiempo en este instante y el tiempo que compartimos pero, siendo objetivos el fin ya estaba escrito desde antes. ¿Quieres agregar algo?
-No, tienes razón, deseo paz para nuestro corazón y gracias por todo. Me tengo que ir, cuídate y… hasta pronto.
-No, algún día lo entenderás como lo hice yo… pero, ya no hay un hasta pronto para nosotros, esto es un Adiós!
