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Si tuviera que elegir la pregunta que me ha descolocado más este 2024, solo podría escoger esta: ¿qué sonido hacen las cebras?

La escena es tal que así: una marquesina en mitad de una avenida destartalada en el corazón de un barrio de aluvión. Dos tipos esperan al autobús o eso parece. Uno (treinta y muchos años, regordete y con gafas de culo de vaso) mira el móvil; el otro (casi 70, pelo blanco y cara de pocos amigos) tiene la vista perdida en horizonte.

«Disculpe», dice el primero y el segundo se sobresalta, claro. No se lo esperaba, ¿quién se dirige a un desconocido hoy en día en una parada del autobús? Pero en seguida se recompone y fuerza media sonrisa. Será un turista, se dice. Cada día hay más pisos turísticos lejos de centro… «¿Dígame? ¿Le puedo ayudar en algo?»

El primero le mira y le dice: «¿Qué sonido diría que hacen las cebras?»

La gran pregunta de (la) mi semana. Vale, la escena no ha ocurrido. Al menos, no ha ocurrido fuera de mi imaginación. Pero durante la última semana no he dejado de imaginarme a mi mismo preguntándole a todo el mundo por el sonido de las cebras.

Y es que parte del encanto de la pregunta está en lo que creemos saber sobre ello.

¿Relinchan, rebuznan, roncan o braman? De hecho una búsqueda rápida por internet no nos saca de dudas. En Quora hay alguien que dice que «son equinos y como tales, relinchan»; otro dice que «son burros con pijamas de rayas y, por lo tanto, rebuznan»; y varios comentarios sueltos (y sin más elaboración) dicen que hacen ‘ronquidos’.

En National Geographic concretan un poco más y dicen que ‘braman’. Y esto no nos ayudaría mucho, si no fuera por lo que sigue: «sus vocalizaciones se parecen más a las de un burro o cualquier otro ungulado, como la cabra montés. Emiten una amplia gama de ruidos, aunque la mayoría de las vocalizaciones se asemejan a ladridos…» Espera, ¿ladridos? ¿Las cebras ladran?

Pero antes, lo mejor va a ser escucharlas

¿A qué suena realmente una cebra? La mejor explicación que he encontrado la daba el zoólogo y etólogo alemán Hans Klinger. Tras estudiar con detalle las tres especies de cebras del cráter de Ngorongoro, Klinger llegó a la conclusión de que las cebras tenían hasta seis repertorios de sonidos básicos.

Esto no es nada especial. Los caballos, por ejemplo, tienen unos ocho sonidos básicos en su repertorio. Lo curioso es que, en el caso de las cebras, es que, aunque algunos de sus seis sonidos nos recuerdan a los burros o los caballos, otros sonidos podrían hacerlos gatos, cerdos o — lo más común — perros. En la redacción de Xataka, de hecho, hay quién las ha confundido con loros.

Un animal muy popular, pero muy desconocido. Según la versión más aceptada, el nombre de «cebra» es originario de la península ibérica. Según se cuenta, fueron los portugueses los que les pusieron se nombre porque les recordaba a los ‘encebros’, un equino salvaje ibérico que tenía rayas y que hoy, por desgracia, ya ha desaparecido.

Es más, el nombre no solo vendría de las rayas, sino también de lo salvaje. Las cebras, pese a lo que muchos podemos pensar, son un animal muy peligroso.

Como explicábamos hace unos años, durante el siglo XIX se hicieron varios intentos para domesticar a las cebras y, de hecho, en Londres se llegaron a ver coches tirados por ellas. Pero eran imposibles. A medida que crecían se hacían cada vez más incontrolables y no era raro que llegaran a atacar a los seres humanos de forma muy agresiva.

Tanto es así que, tradicionalmente, estos equinos encabezan las listas de daños a cuidadores por encima de leones, osos o serpientes venenosas. Y eso que parecían simpáticas.

Imagen | David Tomaseti

En Xataka | El animal más «peligroso» del Zoo no son ni los leones, ni los osos, ni las serpientes venenosas: son las cebras

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