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El temor por el Covid-19 llega a atestadas cárceles de Medio Oriente

Reza Khandan se enteró por amigos encarcelados en el penal más temido de Irán, Evin. Un reo y un guarda de su módulo fueron sacados de allí por la sospecha de que padecían coronavirus, y dos guardas del ala de mujeres habían mostrado síntomas.

Fue un noticia aterradora. La esposa de Khandan, Nasrin Sotoudeh, una de las abogadas de derechos humanos más destacadas del país, está encarcelada en ese módulo con unas 40 mujeres más. Apenas unos días antes, Sotoudeh –de 56 años y conocida por defender a activistas, políticos opositores y mujeres perseguidas por quitarse el velo– hizo una huelga de hambre de cinco días para pedir la liberación de los presos para protegerlos del virus.

“El virus ha entrado en la prisión, pero no sabemos su alcance”, mencionó por teléfono desde Therán Khandan, que hasta hace poco estuvo retenido también en Evin.

“Será imposible controlarlo”, advirtió.

Irán, donde miles de personas contrajeron el coronavirus y cientos han muerto, no ha confirmado ningún caso de coronavirus en sus centros penitenciarios. Pero el de Khandan es uno de los varios reportes de casos que se han filtrado desde el interior de Evin y de otras cárceles.

Decenas de miles de presos políticos están encarcelados en Irán, Siria y en otros países de Oriente Medio, castigados por pedir más derechos, celebrar manifestaciones o criticar a los líderes autocráticos en Facebook o YouTube, entre otras causas.

La alarma porque ellos y otros prisioneros estén en peligro va en aumento: Si un guarda, visitante o un nuevo recluso introducen el coronavirus, éste podría propagarse sin control entre una población cautiva incapaz de protegerse.

Las cárceles de la región son conocidas por el hacinamiento, con presos apiñados incluso por docenas en celdas mugrosas. La tortura, la mala alimentación y otros abusos dejan a los reos débiles y más vulnerables.

La inmensa mayoría de las personas que padecen Covid-19, la enfermedad causada por el virus, se recuperan, pero muchos, especialmente gente mayor o con dolencias previas, pueden desarrollar cuadros graves, incluyendo neumonía, e incluso la muerte.

“Las consecuencias de descuidad (a los presos) son potencialmente catastróficas”, advirtió la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está trabajando con las autoridades en varios lugares de Oriente Medio para reforzar las medidas de prevención en los centros de detención, dijo Fabrizio Carboni, director del organismo para la región.

EL CIRC ha solicitado permiso a Siria para hacer lo mismo en sus instalaciones, añadió.

Siria es el agujero más oscuro. Durante su larga guerra civil, decenas de miles de activistas, manifestantes y otros han desaparecido sin dejar apenas rastro en la red de prisiones gestionada por el gobierno del presidente Bashar Assad.

Con información de La Jornada

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